/ miércoles 13 de enero de 2021

Centro de Barrio | No será Suecia

Al cabo de un año, muchos hemos hecho bromas a partir de aquel famoso “Qué es esto, Suecia” expresado por una ciudadana común orgullosa de su gobierno, pero en todo caso la expresión nos sirve como referente de perfeccionismos. Vamos a suponer que nunca hubiera habido descuidos en el mantenimiento del Metro, que no le hubieran recortado recursos al organismo y que la situación del Puesto Central de Control del metro (PCC) hubiera sido inmejorable, cual subterráneo de Estocolmo. De pronto, cae un meteorito y se destruye el PCC.

En primer lugar, podríamos asegurar que para controlar sus redes, las ciudades y países más desarrollados cuentan con redundancias, en vez de la vulnerabilidad que representa tener sólo una instalación centralizada, pero obviemos esto o supongamos que son dos meteoritos.

Los escenarios de respuesta habrían estado trazados desde el primer minuto de la emergencia: cómo habilitar un PCC temporal, cómo abreviar el tiempo para un PCC definitivo, y cómo desarrollar una red de transporte que supla los millones de viajes afectados.

El hecho de que estemos en pandemia actúa a favor de las autoridades capitalinas en este momento, de lo contrario habría que resolver no 1.3 millones de viajes sino quizá el doble. El operativo, me parece, tiene un buen diseño, varias de las decisiones tomadas me gustaron, pero las limitaciones están en la infraestructura. Por ejemplo, la forma en que uno accede al metrobús en Insurgentes es ágil porque uno ya pagó y el bus está al mismo nivel que la estación; no ocurre lo mismo en los autobuses de Reforma o el centro, cuando hay que formarse para abordar y pagar. Una planeación de estos eventos podría permitirnos contar con estaciones emergentes que se monten en unas cuantas horas; la ausencia de éstas limita los recorridos del metrobús a la red existente o al abordaje en fila india.

Sí ayuda que ahora contemos con trolebuses que tienen cierta autonomía fuera de los corredores con catenaria; la Secretaría de Movilidad lo aprovechó muy bien y demostró que comprar esos trolebuses ha sido una de sus decisiones más acertadas. En vez de terminar la ruta del Eje 2 Sur en un área de baja demanda, la extendieron a Pantitlán.

Un usuario en redes sociales cuestionaba “por esto votaron” frente a la imagen de la gente subiendo a camiones de la policía mediante una escalera de madera. Un defensor del gobierno alegó: qué esperabas, tuvieron que improvisar un servicio de emergencia. En realidad dio en el clavo. Nuestro abanico de previsiones debería incluir todos los riesgos posibles, en vez de improvisar.

Quien se ha sacado la lotería negativa esta vez fue Claudia Sheinbaum. Mala suerte, no estaba preparada, como Suecia, o Japón, o Singapur, para una contingencia así. Toca improvisar, lo hacen bien, sin duda, pero el proceso de adaptación a la emergencia tardará un poco pese a los esfuerzos. Sin embargo, como ocurrió a su predecesor en marzo de 2014 con la Línea 12 del Metro, la gente no perdonó; no era cuestión de buscar culpables en el pasado, era cuestión de reclamos legítimos: no será Suecia, pero el metro funcionaba.

Al cabo de un año, muchos hemos hecho bromas a partir de aquel famoso “Qué es esto, Suecia” expresado por una ciudadana común orgullosa de su gobierno, pero en todo caso la expresión nos sirve como referente de perfeccionismos. Vamos a suponer que nunca hubiera habido descuidos en el mantenimiento del Metro, que no le hubieran recortado recursos al organismo y que la situación del Puesto Central de Control del metro (PCC) hubiera sido inmejorable, cual subterráneo de Estocolmo. De pronto, cae un meteorito y se destruye el PCC.

En primer lugar, podríamos asegurar que para controlar sus redes, las ciudades y países más desarrollados cuentan con redundancias, en vez de la vulnerabilidad que representa tener sólo una instalación centralizada, pero obviemos esto o supongamos que son dos meteoritos.

Los escenarios de respuesta habrían estado trazados desde el primer minuto de la emergencia: cómo habilitar un PCC temporal, cómo abreviar el tiempo para un PCC definitivo, y cómo desarrollar una red de transporte que supla los millones de viajes afectados.

El hecho de que estemos en pandemia actúa a favor de las autoridades capitalinas en este momento, de lo contrario habría que resolver no 1.3 millones de viajes sino quizá el doble. El operativo, me parece, tiene un buen diseño, varias de las decisiones tomadas me gustaron, pero las limitaciones están en la infraestructura. Por ejemplo, la forma en que uno accede al metrobús en Insurgentes es ágil porque uno ya pagó y el bus está al mismo nivel que la estación; no ocurre lo mismo en los autobuses de Reforma o el centro, cuando hay que formarse para abordar y pagar. Una planeación de estos eventos podría permitirnos contar con estaciones emergentes que se monten en unas cuantas horas; la ausencia de éstas limita los recorridos del metrobús a la red existente o al abordaje en fila india.

Sí ayuda que ahora contemos con trolebuses que tienen cierta autonomía fuera de los corredores con catenaria; la Secretaría de Movilidad lo aprovechó muy bien y demostró que comprar esos trolebuses ha sido una de sus decisiones más acertadas. En vez de terminar la ruta del Eje 2 Sur en un área de baja demanda, la extendieron a Pantitlán.

Un usuario en redes sociales cuestionaba “por esto votaron” frente a la imagen de la gente subiendo a camiones de la policía mediante una escalera de madera. Un defensor del gobierno alegó: qué esperabas, tuvieron que improvisar un servicio de emergencia. En realidad dio en el clavo. Nuestro abanico de previsiones debería incluir todos los riesgos posibles, en vez de improvisar.

Quien se ha sacado la lotería negativa esta vez fue Claudia Sheinbaum. Mala suerte, no estaba preparada, como Suecia, o Japón, o Singapur, para una contingencia así. Toca improvisar, lo hacen bien, sin duda, pero el proceso de adaptación a la emergencia tardará un poco pese a los esfuerzos. Sin embargo, como ocurrió a su predecesor en marzo de 2014 con la Línea 12 del Metro, la gente no perdonó; no era cuestión de buscar culpables en el pasado, era cuestión de reclamos legítimos: no será Suecia, pero el metro funcionaba.

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