/ miércoles 30 de mayo de 2018

Centro de barrio | Parquímetros

Uno de los programas gubernamentales exitosos de los últimos años es el de parquímetros. No todos lo aceptan, pero en realidad cuenta con un amplio respaldo ciudadano.

En las colonias donde se ha instrumentado ayudó a poner orden en el estacionamiento en la vía pública, el comercio en pequeño se ha visto beneficiado porque su clientela encuentra dónde dejar el auto, además de que en algunas colonias se instrumentaron mejoras en la infraestructura peatonal.

No deja de ser polémico, sin embargo. Una empresa privada recibe el 100% del recurso y entrega 30% a la Secretaría de Finanzas; ésta, tiempo después, lo programa para ejecutar obra pública, de tal manera que hay una bolsa importante que está sin asignarse para gasto en las colonias. Porcentaje y mecanismo son cuestionables.

Por otro lado, usuarios que diario ponen dinero en el parquímetro, en un santiamén pueden verse atrapados por “la araña”; y algunos se quejan que en cuanto se estacionan, antes de que pasen los cinco minutos de tolerancia, ya los están sancionando. También hay quejas sobre la transparencia de los recursos o que algunas máquinas no funcionan. Siempre las instrumentaciones han sido difíciles, han generado resistencias y se ha politizado la instalación, aunque al final, me parece, dominan las opiniones positivas. Si en una colonia no hay lugar para estacionarse durante el día, es candidata a los parquímetros, aunque hay que reconocer que si también en las noches se carece de lugares disponibles, la instrumentación puede ser muy difícil.

Los parquímetros deberían contar con un manejo más simple para el ciudadano, pero más vinculado con la gestión de la demanda del automóvil y no con la recaudación.

Hay que cuidar al parquímetro. Desde el arranque del sistema Ecoparq, éste se operó en la Autoridad del Espacio Público; sin embargo, hace unos meses se transfirió, por mandato legal, a la Secretaría de Movilidad.

¿Dónde deben estar los parquímetros? Hay que entender por qué, al inicio, se asignaron a la Secretaría de Desarrollo Urbano a través de la Autoridad del Espacio Público y no a la entonces Secretaría de Transportes y Vialidad: Setravi fue siempre una caja negra al servicio de la operación política, antes que de las políticas públicas.

¿Esta situación ha cambiado con la Secretaría de Movilidad? En la respuesta se encuentra la solución. Para que los parquímetros funcionen correctamente, y me refiero no a las máquinas sino al sistema en su conjunto, el Gobierno de la Ciudad de México requerirá, en los próximos años, de un organismo que se dedique exclusivamente a parquímetros, ya sea una empresa o un fideicomiso públicos.

Este organismo será el concesionario y podrá optar por contratar servicios operativos a privados, no basados en un porcentaje de la recaudación, con la finalidad de maximizar el beneficio público.

Este esquema permitirá la profesionalización: cada falla que encuentren los usuarios, los vecinos o la ciudadanía en general, debe ser analizada y transformada, mediante mejoras continuas en los procedimientos. Entendamos los parquímetros como una herramienta urban que permite ordenar el estacionamiento, generar disponibilidad de cajones por la vía de la tarificación y mejorar la infraestructura para movilidad peatonal.

Necesitamos ciudadanos contentos por los parquímetros, no una ciudadanía enojada frente a un gobierno que no reacciona.

Uno de los programas gubernamentales exitosos de los últimos años es el de parquímetros. No todos lo aceptan, pero en realidad cuenta con un amplio respaldo ciudadano.

En las colonias donde se ha instrumentado ayudó a poner orden en el estacionamiento en la vía pública, el comercio en pequeño se ha visto beneficiado porque su clientela encuentra dónde dejar el auto, además de que en algunas colonias se instrumentaron mejoras en la infraestructura peatonal.

No deja de ser polémico, sin embargo. Una empresa privada recibe el 100% del recurso y entrega 30% a la Secretaría de Finanzas; ésta, tiempo después, lo programa para ejecutar obra pública, de tal manera que hay una bolsa importante que está sin asignarse para gasto en las colonias. Porcentaje y mecanismo son cuestionables.

Por otro lado, usuarios que diario ponen dinero en el parquímetro, en un santiamén pueden verse atrapados por “la araña”; y algunos se quejan que en cuanto se estacionan, antes de que pasen los cinco minutos de tolerancia, ya los están sancionando. También hay quejas sobre la transparencia de los recursos o que algunas máquinas no funcionan. Siempre las instrumentaciones han sido difíciles, han generado resistencias y se ha politizado la instalación, aunque al final, me parece, dominan las opiniones positivas. Si en una colonia no hay lugar para estacionarse durante el día, es candidata a los parquímetros, aunque hay que reconocer que si también en las noches se carece de lugares disponibles, la instrumentación puede ser muy difícil.

Los parquímetros deberían contar con un manejo más simple para el ciudadano, pero más vinculado con la gestión de la demanda del automóvil y no con la recaudación.

Hay que cuidar al parquímetro. Desde el arranque del sistema Ecoparq, éste se operó en la Autoridad del Espacio Público; sin embargo, hace unos meses se transfirió, por mandato legal, a la Secretaría de Movilidad.

¿Dónde deben estar los parquímetros? Hay que entender por qué, al inicio, se asignaron a la Secretaría de Desarrollo Urbano a través de la Autoridad del Espacio Público y no a la entonces Secretaría de Transportes y Vialidad: Setravi fue siempre una caja negra al servicio de la operación política, antes que de las políticas públicas.

¿Esta situación ha cambiado con la Secretaría de Movilidad? En la respuesta se encuentra la solución. Para que los parquímetros funcionen correctamente, y me refiero no a las máquinas sino al sistema en su conjunto, el Gobierno de la Ciudad de México requerirá, en los próximos años, de un organismo que se dedique exclusivamente a parquímetros, ya sea una empresa o un fideicomiso públicos.

Este organismo será el concesionario y podrá optar por contratar servicios operativos a privados, no basados en un porcentaje de la recaudación, con la finalidad de maximizar el beneficio público.

Este esquema permitirá la profesionalización: cada falla que encuentren los usuarios, los vecinos o la ciudadanía en general, debe ser analizada y transformada, mediante mejoras continuas en los procedimientos. Entendamos los parquímetros como una herramienta urban que permite ordenar el estacionamiento, generar disponibilidad de cajones por la vía de la tarificación y mejorar la infraestructura para movilidad peatonal.

Necesitamos ciudadanos contentos por los parquímetros, no una ciudadanía enojada frente a un gobierno que no reacciona.

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