/ miércoles 17 de junio de 2020

Centro de Barrio | Reasignación democrática del espacio público

Por mis hijos he visto en innumerables ocasiones la película de Disney - Pixar, Wall-e, la historia de un robot que aprendió a valorar lo poco que quedaba de vida orgánica en la tierra, guardando celosamente una planta que descubrió entre la basura. Wall-e, enamorado de otra robot que se lleva su planta, termina en la nave Axioma, donde los seres humanos sobreviven en absoluta pereza y Wall-e termina perseguido.

Tras estos meses de encierro, pareciera que una parte del mundo camina hacia el aislamiento permanente. Las máximas precauciones en la convivencia cotidiana y el encierro. Pero alguien debe producir y siempre habrá personas expuestas. El Covid-19, al menos en México, ha dividido al país en dos: quienes pudimos confinarnos y quienes no. Los confinados quedamos representados por los humanos en Axioma, cada vez nos desplazamos menos, quizá nos cansamos más rápido, nuestra cosmovisión se transforma lentamente. Para los no confinados sobrevive un mundo aparte, orgánico, pero entonces los no confinados se convierten en el robot que atesora una planta y termina perseguido y repudiado.

Mientras la vacuna no llegue a nuestras vidas, la segregación prevalecerá.

Reactivar la economía se vuelve clave para que muchos puedan sobrevivir. Esta pandemia está destrozando buena parte de la clase media y por otro lado deja en un altísimo riesgo a la población en situación de pobreza. Urge reactivar, pero los datos dicen que como país hemos hecho mal las cosas: en cosa de un mes, México será el tercer país con mayor número de muertes por Covid. Ciudad de México presume mejores números; sin embargo, el peso relativo de contagiados y muertos es mayor que el promedio nacional: uno de cada 2 mil chilangos ha muerto ya de Covid. Reactivar evitará otros problemas, pero sin duda habrá contagios derivados de las nuevas actividades productivas.

En los siguientes años terminaremos reflexionando sobre nuestro encierro por Covid-19, y el escenario de que éste hubiera sido más estricto, y quizá concluyamos que de poco sirvió, porque las medidas preventivas fueron incompletas; el Vive Latino, los mercados abarrotados en Semana Santa, y la saturación del transporte lo dicen todo. Un confinamiento mayor, con apoyos económicos a la población, habría impactado menos a la economía. Pero desde la “Telenovela de las 7” nos impusieron otra realidad: esperar al famoso contagio comunitario, cuando Nueva Zelanda, quizá el país con mejor desempeño frente al Covid-19, tomó precauciones antes del contagio comunitario.

Al final, el Coronavirus habrá lastimado a nuestra sociedad mucho más de lo debido con precauciones más estrictas. Me preocupa, insisto, la construcción de un tejido social estamental en el que los nuevos nómadas sean los apestados y el sedentarismo emerja como el triunfador de esta pandemia. Por ello más allá de la reactivación económica, nos harán falta acciones que favorezcan el reencuentro, entre iguales. Este es el momento de una reasignación democrática del espacio público en la Ciudad de México, para no dejar que la pereza de los tripulantes de Axioma nos rija en el futuro y que los trabajadores externos, representados por Wall-e, terminen siendo discriminados.


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Por mis hijos he visto en innumerables ocasiones la película de Disney - Pixar, Wall-e, la historia de un robot que aprendió a valorar lo poco que quedaba de vida orgánica en la tierra, guardando celosamente una planta que descubrió entre la basura. Wall-e, enamorado de otra robot que se lleva su planta, termina en la nave Axioma, donde los seres humanos sobreviven en absoluta pereza y Wall-e termina perseguido.

Tras estos meses de encierro, pareciera que una parte del mundo camina hacia el aislamiento permanente. Las máximas precauciones en la convivencia cotidiana y el encierro. Pero alguien debe producir y siempre habrá personas expuestas. El Covid-19, al menos en México, ha dividido al país en dos: quienes pudimos confinarnos y quienes no. Los confinados quedamos representados por los humanos en Axioma, cada vez nos desplazamos menos, quizá nos cansamos más rápido, nuestra cosmovisión se transforma lentamente. Para los no confinados sobrevive un mundo aparte, orgánico, pero entonces los no confinados se convierten en el robot que atesora una planta y termina perseguido y repudiado.

Mientras la vacuna no llegue a nuestras vidas, la segregación prevalecerá.

Reactivar la economía se vuelve clave para que muchos puedan sobrevivir. Esta pandemia está destrozando buena parte de la clase media y por otro lado deja en un altísimo riesgo a la población en situación de pobreza. Urge reactivar, pero los datos dicen que como país hemos hecho mal las cosas: en cosa de un mes, México será el tercer país con mayor número de muertes por Covid. Ciudad de México presume mejores números; sin embargo, el peso relativo de contagiados y muertos es mayor que el promedio nacional: uno de cada 2 mil chilangos ha muerto ya de Covid. Reactivar evitará otros problemas, pero sin duda habrá contagios derivados de las nuevas actividades productivas.

En los siguientes años terminaremos reflexionando sobre nuestro encierro por Covid-19, y el escenario de que éste hubiera sido más estricto, y quizá concluyamos que de poco sirvió, porque las medidas preventivas fueron incompletas; el Vive Latino, los mercados abarrotados en Semana Santa, y la saturación del transporte lo dicen todo. Un confinamiento mayor, con apoyos económicos a la población, habría impactado menos a la economía. Pero desde la “Telenovela de las 7” nos impusieron otra realidad: esperar al famoso contagio comunitario, cuando Nueva Zelanda, quizá el país con mejor desempeño frente al Covid-19, tomó precauciones antes del contagio comunitario.

Al final, el Coronavirus habrá lastimado a nuestra sociedad mucho más de lo debido con precauciones más estrictas. Me preocupa, insisto, la construcción de un tejido social estamental en el que los nuevos nómadas sean los apestados y el sedentarismo emerja como el triunfador de esta pandemia. Por ello más allá de la reactivación económica, nos harán falta acciones que favorezcan el reencuentro, entre iguales. Este es el momento de una reasignación democrática del espacio público en la Ciudad de México, para no dejar que la pereza de los tripulantes de Axioma nos rija en el futuro y que los trabajadores externos, representados por Wall-e, terminen siendo discriminados.


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