/ miércoles 27 de marzo de 2019

Centro de Barrio | Transferencia Modal

Cuando uno suele trasladarse al trabajo, no siempre tiene la suerte de que sólo utilice un modo de transporte. En la práctica, los viajeros más intensivos suelen utilizar dos o más modos, es decir, aquellos que tienen traslados superiores a los 45 minutos llegan a transbordar varias veces hasta su destino final.

Hoy día, la mayoría de las opciones de transbordo son incómodas e inseguras, pero hay algunas peores. Las solemos llamar Cetram, o Centros de Transferencia Modal. Son paraderos de transporte público, en muchas ocasiones vinculados a un sistema de transporte masivo.

Los más intensivos en su uso son el de Cuatro Caminos, en el Estado de México; así como Pantitlán e Indios Verdes en la Ciudad de México, donde cientos de miles de usuarios transbordan todos los días. La esencia de estos espacios no sólo tiene que ver con los pasajeros y el transporte público. Son terrenos del gobierno en el que no se ha desarrollado todo su potencial.

En los últimos diez años ha habido proyectos para modernizar los Cetram. El primero de estos se concretó en Ecatepec. Mediante una inversión Público Privada, los pasajeros hacen su transbordo desde los servicios alimentadores (vagoneta, autobús y Mexibús), hacia la línea B del metro, en Ciudad Azteca, pero son sometidos a pasillos y cambios de nivel para que eventualmente compren en un centro comercial.

Con la misma lógica, en la terminal de las líneas 6 y 7 del metro, El Rosario, hay otro Cetram que en la inversión público privada forzó a los pasajeros a recorrer un centro comercial. Durante la pasada administración de la Ciudad de México se estuvieron proyectando inversiones en lugares como Chapultepec, San Lázaro, Martín Carrera, Zaragoza y Constitución de 1917. A diferencia de El Rosario y Ciudad Azteca, se buscaba acortar la distancia de transbordo, pero el modelo tuvo un defecto distinto: todos los proyectos tenían una alta dependencia de centros comerciales y, en el caso de Constitución, de un parque de diversiones privado. Cuatro Caminos, ya en operación, fue desarrollado con la misma lógica: acortar distancias de transbordo pero con seguridad.

Los proyectos de inversión en los Cetram están siendo cancelados, no sé si vaya a ocurrir con todos, pero los más impactantes, y no menos polémicos, Chapultepec y Constitución, ya fueron suspendidos. Al hacerlo se perdió una importante inversión para la ciudad, esto tiene impactos en la economía y el empleo, además del frágil modelo de operación de los Cetram actuales.

El actual gobierno de la Ciudad de México ha optado por aprovechar terrenos como el de Constitución de 1917 para áreas recreativas y una preparatoria, de carácter público. Creo que la inversión privada no está peleada con los usos públicos: podríamos hacer convivir una preparatoria con un centro comercial, un hotel y una torre de oficinas. Todo es cuestión de sustentarlo en el modelo financiero y el operativo.

No simpatizo con la idea de que los Cetram sean vistos sólo como centro comercial y transbordo, pues en realidad las posibilidades son más amplias. La clave sí está en la inversión privada, pero con un diseño que ponga el interés público por delante. Cuando un gobierno se pelea con la inversión privada en terrenos públicos, en el fondo desaprovecha grandes oportunidades para el desarrollo de la ciudad. Tenemos que encontrar el modelo que haga convivir el interés público y el privado en los Cetram.

Cuando uno suele trasladarse al trabajo, no siempre tiene la suerte de que sólo utilice un modo de transporte. En la práctica, los viajeros más intensivos suelen utilizar dos o más modos, es decir, aquellos que tienen traslados superiores a los 45 minutos llegan a transbordar varias veces hasta su destino final.

Hoy día, la mayoría de las opciones de transbordo son incómodas e inseguras, pero hay algunas peores. Las solemos llamar Cetram, o Centros de Transferencia Modal. Son paraderos de transporte público, en muchas ocasiones vinculados a un sistema de transporte masivo.

Los más intensivos en su uso son el de Cuatro Caminos, en el Estado de México; así como Pantitlán e Indios Verdes en la Ciudad de México, donde cientos de miles de usuarios transbordan todos los días. La esencia de estos espacios no sólo tiene que ver con los pasajeros y el transporte público. Son terrenos del gobierno en el que no se ha desarrollado todo su potencial.

En los últimos diez años ha habido proyectos para modernizar los Cetram. El primero de estos se concretó en Ecatepec. Mediante una inversión Público Privada, los pasajeros hacen su transbordo desde los servicios alimentadores (vagoneta, autobús y Mexibús), hacia la línea B del metro, en Ciudad Azteca, pero son sometidos a pasillos y cambios de nivel para que eventualmente compren en un centro comercial.

Con la misma lógica, en la terminal de las líneas 6 y 7 del metro, El Rosario, hay otro Cetram que en la inversión público privada forzó a los pasajeros a recorrer un centro comercial. Durante la pasada administración de la Ciudad de México se estuvieron proyectando inversiones en lugares como Chapultepec, San Lázaro, Martín Carrera, Zaragoza y Constitución de 1917. A diferencia de El Rosario y Ciudad Azteca, se buscaba acortar la distancia de transbordo, pero el modelo tuvo un defecto distinto: todos los proyectos tenían una alta dependencia de centros comerciales y, en el caso de Constitución, de un parque de diversiones privado. Cuatro Caminos, ya en operación, fue desarrollado con la misma lógica: acortar distancias de transbordo pero con seguridad.

Los proyectos de inversión en los Cetram están siendo cancelados, no sé si vaya a ocurrir con todos, pero los más impactantes, y no menos polémicos, Chapultepec y Constitución, ya fueron suspendidos. Al hacerlo se perdió una importante inversión para la ciudad, esto tiene impactos en la economía y el empleo, además del frágil modelo de operación de los Cetram actuales.

El actual gobierno de la Ciudad de México ha optado por aprovechar terrenos como el de Constitución de 1917 para áreas recreativas y una preparatoria, de carácter público. Creo que la inversión privada no está peleada con los usos públicos: podríamos hacer convivir una preparatoria con un centro comercial, un hotel y una torre de oficinas. Todo es cuestión de sustentarlo en el modelo financiero y el operativo.

No simpatizo con la idea de que los Cetram sean vistos sólo como centro comercial y transbordo, pues en realidad las posibilidades son más amplias. La clave sí está en la inversión privada, pero con un diseño que ponga el interés público por delante. Cuando un gobierno se pelea con la inversión privada en terrenos públicos, en el fondo desaprovecha grandes oportunidades para el desarrollo de la ciudad. Tenemos que encontrar el modelo que haga convivir el interés público y el privado en los Cetram.

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