/ miércoles 23 de junio de 2021

Centro de Barrio | Votar distinto

En la elección de 1988, con apenas 16 años, fui representante de casilla del Partido Revolucionario de las y los Trabajadores. Como no existía la credencial del Instituto Nacional Electoral, bastaba con presentarse con un nombramiento que tenía mi nombre escrito a mano, en un formato de la Comisión Federal Electoral, y un número de elector que había sido tomado de otro distrito.

Los días previos al 6 de julio de 1988 había estado estudiando el Código Federal Electoral. Cuauhtémoc Cárdenas venía en los cuadros del PARM, el PST y el PPS, pero además había sido postulado por el PMS, tras la declinación de Heberto Castillo. Esto hizo una elección confusa, y el menor de edad de la casilla terminó dirigiendo el escrutinio.

En esa ocasión, el PRT postuló a Rosario Ibarra quien, siendo de izquierda, no participó en el Frente Democrático Nacional. Había muchas dudas en torno al Ing. Cárdenas, por su pasado priísta, entonces muy reciente, pero también había una postura muy legítima. No todo en una elección tiene que ponerse en blanco y negro, puede haber posturas precisas aún sin posibilidades de ganar.

Así lo fueron otras candidaturas los siguientes años: Cecilia Soto, en 1994; Gilberto Rincón, en 2000; Patricia Mercado, en 2006. En 2018 hubo nueve partidos y tres candidaturas, algo que impidió asumir posturas particulares: simplemente tres grandes fuerzas arrastraron a las demás, algunas de ellas obteniendo posiciones políticas que en otras circunstancias no habrían alcanzado.

En este 2021 no hubo coaliciones o alianzas absolutas, pero en términos generales PAN-PRI-PRD se enfrentaron a MORENA-PT-PVEM. Los nuevos partidos no podían coaligarse y están por perder el registro: PES, RSP y FXM.

Quien se quedó aislado fue Movimiento Ciudadano. En teoría quisieron presentarse como tercera vía. A mi juicio fracasaron en su estrategia: apenas conservaron el registro, no son bisagra para mayoría absoluta ni calificada, y muchos electores se quedaron con la impresión de que había un acuerdo con Morena. Nuevo León y Jalisco bien valen una misa, pero desde mi perspectiva, más allá de posicionar la agenda “políticamente correcta” con candidatos jóvenes y frescos, quedaron muy lejos de presentarse como una tercera vía.

Sigo pensando que no todo se tiene que reducir a “Voto útil”. Sin embargo, tampoco leo en MC una quimera completa, sólo agendas específicas que bien podrían ser incluidas en los dos grandes grupos que hoy se están configurando.

La razón de que me sienta orgulloso de haber participado en una campaña de la Alianza PRI-PAN-PRD, siendo tres partidos tan distintos, es que, como muchos, interpreto que la militarización, el ataque a las instituciones, a la prensa y las mentiras cotidianas, nos ponen en riesgo de caer en un sistema totalitario y demagógico que impida la alternancia.

Las agendas específicas, que también son de mi interés, en concreto la peatonal y la planeación de las ciudades, se deben construir en paralelo a la lucha contra la llamada “4T”. Lo mismo podríamos decir de reformas en lo laboral, derechos de las mujeres, derechos de minorías y otras: si no vivimos en un ambiente democrático no veo el sentido de impulsarlas de forma aislada.

Ojalá que en los próximos años MC ofrezca realmente una tercera vía, o se quite la máscara, del lado que sea.

En la elección de 1988, con apenas 16 años, fui representante de casilla del Partido Revolucionario de las y los Trabajadores. Como no existía la credencial del Instituto Nacional Electoral, bastaba con presentarse con un nombramiento que tenía mi nombre escrito a mano, en un formato de la Comisión Federal Electoral, y un número de elector que había sido tomado de otro distrito.

Los días previos al 6 de julio de 1988 había estado estudiando el Código Federal Electoral. Cuauhtémoc Cárdenas venía en los cuadros del PARM, el PST y el PPS, pero además había sido postulado por el PMS, tras la declinación de Heberto Castillo. Esto hizo una elección confusa, y el menor de edad de la casilla terminó dirigiendo el escrutinio.

En esa ocasión, el PRT postuló a Rosario Ibarra quien, siendo de izquierda, no participó en el Frente Democrático Nacional. Había muchas dudas en torno al Ing. Cárdenas, por su pasado priísta, entonces muy reciente, pero también había una postura muy legítima. No todo en una elección tiene que ponerse en blanco y negro, puede haber posturas precisas aún sin posibilidades de ganar.

Así lo fueron otras candidaturas los siguientes años: Cecilia Soto, en 1994; Gilberto Rincón, en 2000; Patricia Mercado, en 2006. En 2018 hubo nueve partidos y tres candidaturas, algo que impidió asumir posturas particulares: simplemente tres grandes fuerzas arrastraron a las demás, algunas de ellas obteniendo posiciones políticas que en otras circunstancias no habrían alcanzado.

En este 2021 no hubo coaliciones o alianzas absolutas, pero en términos generales PAN-PRI-PRD se enfrentaron a MORENA-PT-PVEM. Los nuevos partidos no podían coaligarse y están por perder el registro: PES, RSP y FXM.

Quien se quedó aislado fue Movimiento Ciudadano. En teoría quisieron presentarse como tercera vía. A mi juicio fracasaron en su estrategia: apenas conservaron el registro, no son bisagra para mayoría absoluta ni calificada, y muchos electores se quedaron con la impresión de que había un acuerdo con Morena. Nuevo León y Jalisco bien valen una misa, pero desde mi perspectiva, más allá de posicionar la agenda “políticamente correcta” con candidatos jóvenes y frescos, quedaron muy lejos de presentarse como una tercera vía.

Sigo pensando que no todo se tiene que reducir a “Voto útil”. Sin embargo, tampoco leo en MC una quimera completa, sólo agendas específicas que bien podrían ser incluidas en los dos grandes grupos que hoy se están configurando.

La razón de que me sienta orgulloso de haber participado en una campaña de la Alianza PRI-PAN-PRD, siendo tres partidos tan distintos, es que, como muchos, interpreto que la militarización, el ataque a las instituciones, a la prensa y las mentiras cotidianas, nos ponen en riesgo de caer en un sistema totalitario y demagógico que impida la alternancia.

Las agendas específicas, que también son de mi interés, en concreto la peatonal y la planeación de las ciudades, se deben construir en paralelo a la lucha contra la llamada “4T”. Lo mismo podríamos decir de reformas en lo laboral, derechos de las mujeres, derechos de minorías y otras: si no vivimos en un ambiente democrático no veo el sentido de impulsarlas de forma aislada.

Ojalá que en los próximos años MC ofrezca realmente una tercera vía, o se quite la máscara, del lado que sea.

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