/ domingo 5 de diciembre de 2021

Cerrando círculos

A Don Mario Vázquez Raña (1932- 2015), quien dio cabida a esta columna hace trece años.

La vida se estructura de ciclos, etapas, momentos en la evolución individual paso a paso y nos nutrimos de experiencias de todo tipo. En ese andar, concluyo un ciclo: el laboral de más de veinte años en el sistema penitenciario de la Ciudad de México.

En este sentido, estimados lectores escribo experiencias y logros institucionales del trabajo en equipo desde la mirada de la “redención” focalizando en la resocialización de las personas privadas de su libertad por diferentes causas.

a) Experiencias:

En las primeras guardias administrativas nocturnas, a mis 26 años de edad, transitaba en la madrugada por los pasillos del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, percibí a un interno cargando “aguas prohibidas”, ambos continuamos caminando y cara a cara escuché: “Ni digas nada”. Lo hice del conocimiento de mi jefe inmediato el cual informó al entonces Consejo Técnico Interdisciplinario, quién determinó solicitar su traslado a la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla. Años después, siendo director en ese penal nos reencontramos, él en silla de ruedas secuela de su agresividad con internos. Platicamos, se incorporó a los grupos de tratamiento y modificó su conducta, la llevamos bien. Comprendí “Mano de hierro, en guante de seda”.

También aprendí, por ejemplo, la importancia de la visita familiar, los gratos aromas y sabores de alimentos en convivencia, la entrega de regalos a niñas y niños que viven con sus mamás y personal penitenciario que se disfraza de Santa Claus para la alegría de todos, los trámites de una madre o abuelita en apoyo del ser querido, cumplir la palabra dada, las visitas se respetan, las lágrimas se esconden debajo de la almohada, etc. Asimilé el valor “caminar en el marco de la ley”.

b) Logros del trabajo en equipo:

Veamos con base en el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria emitido por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), atribución conferida a ese organismo en el artículo 6°, fracción XII de su propia Ley, información del reporte anual de la evaluación de los sistemas y centros penitenciarios del país.

En 2012, la calificación otorgada al entonces Distrito Federal, fue de 4.75 y posición número 23 a nivel nacional.

El último de estos reportes sustenta que el Sistema Penitenciario de la Ciudad de México se ubica en el tercer lugar a nivel nacional con una calificación de 8.06.

Así mismo el reporte de la CNDH, en 2019, dos centros, Cevareso y el Centro de Ejecución de Sanciones Penales Norte, recertificados por la Asociación de Correccionales de América (ACA) estuvieran entre los 6 mejores de México.

En el proceso seis años de revisión, corrección y perfeccionamiento. La intervención de la ACA, organismo internacional que evalúa, certifica y posteriormente recertifica a los centros penitenciarios que cumplen con los 137 estándares es significativa. A la fecha, seis centros para adultos y dos de atención para adolescentes han recertificado su reconocimiento internacional.

Concluyendo, el contexto que celebramos hace unos días por la transformación que vive nuestro país y oportunidades de trabajar en equipo fue posible avanzar en las buenas prácticas conscientes del camino por recorrer.

Mi gratitud a todas y todos: internos, familias, sociedad civil, jueces, abogados, jefes, personal intersectorial, de reclusorios (24 horas - 365 días), de administración, pensionados y sin olvidar a quienes se nos adelantaron.


hazael.ruiz@hotmail.com


A Don Mario Vázquez Raña (1932- 2015), quien dio cabida a esta columna hace trece años.

La vida se estructura de ciclos, etapas, momentos en la evolución individual paso a paso y nos nutrimos de experiencias de todo tipo. En ese andar, concluyo un ciclo: el laboral de más de veinte años en el sistema penitenciario de la Ciudad de México.

En este sentido, estimados lectores escribo experiencias y logros institucionales del trabajo en equipo desde la mirada de la “redención” focalizando en la resocialización de las personas privadas de su libertad por diferentes causas.

a) Experiencias:

En las primeras guardias administrativas nocturnas, a mis 26 años de edad, transitaba en la madrugada por los pasillos del Reclusorio Preventivo Varonil Oriente, percibí a un interno cargando “aguas prohibidas”, ambos continuamos caminando y cara a cara escuché: “Ni digas nada”. Lo hice del conocimiento de mi jefe inmediato el cual informó al entonces Consejo Técnico Interdisciplinario, quién determinó solicitar su traslado a la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla. Años después, siendo director en ese penal nos reencontramos, él en silla de ruedas secuela de su agresividad con internos. Platicamos, se incorporó a los grupos de tratamiento y modificó su conducta, la llevamos bien. Comprendí “Mano de hierro, en guante de seda”.

También aprendí, por ejemplo, la importancia de la visita familiar, los gratos aromas y sabores de alimentos en convivencia, la entrega de regalos a niñas y niños que viven con sus mamás y personal penitenciario que se disfraza de Santa Claus para la alegría de todos, los trámites de una madre o abuelita en apoyo del ser querido, cumplir la palabra dada, las visitas se respetan, las lágrimas se esconden debajo de la almohada, etc. Asimilé el valor “caminar en el marco de la ley”.

b) Logros del trabajo en equipo:

Veamos con base en el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria emitido por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), atribución conferida a ese organismo en el artículo 6°, fracción XII de su propia Ley, información del reporte anual de la evaluación de los sistemas y centros penitenciarios del país.

En 2012, la calificación otorgada al entonces Distrito Federal, fue de 4.75 y posición número 23 a nivel nacional.

El último de estos reportes sustenta que el Sistema Penitenciario de la Ciudad de México se ubica en el tercer lugar a nivel nacional con una calificación de 8.06.

Así mismo el reporte de la CNDH, en 2019, dos centros, Cevareso y el Centro de Ejecución de Sanciones Penales Norte, recertificados por la Asociación de Correccionales de América (ACA) estuvieran entre los 6 mejores de México.

En el proceso seis años de revisión, corrección y perfeccionamiento. La intervención de la ACA, organismo internacional que evalúa, certifica y posteriormente recertifica a los centros penitenciarios que cumplen con los 137 estándares es significativa. A la fecha, seis centros para adultos y dos de atención para adolescentes han recertificado su reconocimiento internacional.

Concluyendo, el contexto que celebramos hace unos días por la transformación que vive nuestro país y oportunidades de trabajar en equipo fue posible avanzar en las buenas prácticas conscientes del camino por recorrer.

Mi gratitud a todas y todos: internos, familias, sociedad civil, jueces, abogados, jefes, personal intersectorial, de reclusorios (24 horas - 365 días), de administración, pensionados y sin olvidar a quienes se nos adelantaron.


hazael.ruiz@hotmail.com