/ miércoles 6 de noviembre de 2019

¿China pierde, México gana?

Por: Manuel Molano.

En septiembre pasado, Shannon O'Neil publicó en Bloomberg un artículo que decía que México debería beneficiarse de la guerra comercial de Estados Unidos con China. O’Neil mencionó la apertura de la economía mexicana, que es mayor como porcentaje del PIB que la de esos dos países.

Citando a O'Neil: “México amplificó [sus] ventajas al graduar a decenas de miles de técnicos e ingenieros cada año. Ha facilitado la apertura de empresas, eliminando obstáculos burocráticos. Los salarios también han permanecido relativamente bajos, borrando una de las ventajas que disfruta China, donde los salarios han ido en aumento”.

Sin embargo, pocas empresas se han trasladado a México después de que Trump empezó con sus hostilidades comerciales. Para la mayoría de los analistas, las políticas recientes parecen pesar más que las tendencias de décadas, y O'Neil no es la excepción. Ella piensa que el entorno empresarial mexicano luce menos favorable para los negocios que en el pasado, y que esa es la principal razón por la cual México no se está beneficiando de la desgracia china.

Es cierto que el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador no ha ayudado a atraer inversionistas. A partir de ahora, México ya está en una recesión manufacturera. Podríamos atribuir este hecho a la ligera desaceleración de los EE. UU., pero la fuerte disminución de la inversión bruta fija también pesa, la cual, en parte, tiene que ver con la tasa de política relativamente alta del Banco de México y con una grave falta de confianza al Gobierno y a sus políticas.

En el papel, las políticas económicas de López Obrador se ven bien: no ha atacado abiertamente a la política comercial mexicana, ha mantenido una postura ortodoxa sobre el gasto público y se ha abstenido de entrometerse en la independencia del banco central.

Entonces, ¿por qué la confianza de los inversionistas es tan baja? Hay que considerar los ataques de AMLO a la prensa, a las instituciones del Gobierno, al Poder Judicial y a los grupos críticos de las políticas de su Administración.

El deterioro de la seguridad tiene un símbolo reciente en la captura fallida de Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo Guzmán. En políticas de seguridad, México se ve cada vez más como un Estado fallido.

La mayoría de los analistas están de acuerdo con O’Neil: la pérdida de China debería ser la ganancia de México.

Sin ignorar el daño que la Administración de AMLO le hace a la economía mexicana, hay un aspecto de la ecuación que nos estamos perdiendo: la fabricación en EE. UU. se desacelera porque necesita muchos insumos y componentes de Asia para producir y exportar. Dado que Estados Unidos es la puerta de entrada a China para México, la guerra comercial entre estos dos países perjudica a nuestro país.

Trump y su Administración juegan con fuego. Una escalada o prolongación de la guerra comercial con China significa una desaceleración o una posible recesión de la economía global.

Hay muchas cosas que el Gobierno de López Obrador podría hacer para mejorar la confianza y el entorno empresarial en México, pero las soluciones al enigma se encuentran fuera de las fronteras mexicanas, del TMEC o la política monetaria regional y global.

La verdadera pregunta es cuándo se darán cuenta los estadounidenses de que el comercio es bueno para su economía y de que es importante tener vecinos prósperos en el sur. A menos de que Estados Unidos se despierte de su sueño proteccionista, el mundo está condenado a una larga y dura recesión.

*Manuel J. Molano es director general del @IMCO.

Síguenos en nuestra página y redes sociales: Twitter, Facebook e Instagram.

Por: Manuel Molano.

En septiembre pasado, Shannon O'Neil publicó en Bloomberg un artículo que decía que México debería beneficiarse de la guerra comercial de Estados Unidos con China. O’Neil mencionó la apertura de la economía mexicana, que es mayor como porcentaje del PIB que la de esos dos países.

Citando a O'Neil: “México amplificó [sus] ventajas al graduar a decenas de miles de técnicos e ingenieros cada año. Ha facilitado la apertura de empresas, eliminando obstáculos burocráticos. Los salarios también han permanecido relativamente bajos, borrando una de las ventajas que disfruta China, donde los salarios han ido en aumento”.

Sin embargo, pocas empresas se han trasladado a México después de que Trump empezó con sus hostilidades comerciales. Para la mayoría de los analistas, las políticas recientes parecen pesar más que las tendencias de décadas, y O'Neil no es la excepción. Ella piensa que el entorno empresarial mexicano luce menos favorable para los negocios que en el pasado, y que esa es la principal razón por la cual México no se está beneficiando de la desgracia china.

Es cierto que el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador no ha ayudado a atraer inversionistas. A partir de ahora, México ya está en una recesión manufacturera. Podríamos atribuir este hecho a la ligera desaceleración de los EE. UU., pero la fuerte disminución de la inversión bruta fija también pesa, la cual, en parte, tiene que ver con la tasa de política relativamente alta del Banco de México y con una grave falta de confianza al Gobierno y a sus políticas.

En el papel, las políticas económicas de López Obrador se ven bien: no ha atacado abiertamente a la política comercial mexicana, ha mantenido una postura ortodoxa sobre el gasto público y se ha abstenido de entrometerse en la independencia del banco central.

Entonces, ¿por qué la confianza de los inversionistas es tan baja? Hay que considerar los ataques de AMLO a la prensa, a las instituciones del Gobierno, al Poder Judicial y a los grupos críticos de las políticas de su Administración.

El deterioro de la seguridad tiene un símbolo reciente en la captura fallida de Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo Guzmán. En políticas de seguridad, México se ve cada vez más como un Estado fallido.

La mayoría de los analistas están de acuerdo con O’Neil: la pérdida de China debería ser la ganancia de México.

Sin ignorar el daño que la Administración de AMLO le hace a la economía mexicana, hay un aspecto de la ecuación que nos estamos perdiendo: la fabricación en EE. UU. se desacelera porque necesita muchos insumos y componentes de Asia para producir y exportar. Dado que Estados Unidos es la puerta de entrada a China para México, la guerra comercial entre estos dos países perjudica a nuestro país.

Trump y su Administración juegan con fuego. Una escalada o prolongación de la guerra comercial con China significa una desaceleración o una posible recesión de la economía global.

Hay muchas cosas que el Gobierno de López Obrador podría hacer para mejorar la confianza y el entorno empresarial en México, pero las soluciones al enigma se encuentran fuera de las fronteras mexicanas, del TMEC o la política monetaria regional y global.

La verdadera pregunta es cuándo se darán cuenta los estadounidenses de que el comercio es bueno para su economía y de que es importante tener vecinos prósperos en el sur. A menos de que Estados Unidos se despierte de su sueño proteccionista, el mundo está condenado a una larga y dura recesión.

*Manuel J. Molano es director general del @IMCO.

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