/ sábado 8 de junio de 2019

Ciencia sin conciencia

“La aventura vale la pena.” Aristóteles

Número de autorización, nombre del comisionado, nivel, periodo de la comisión, destino, pernoctas autorizadas, objetivo de la comisión, justificación, beneficios, visto bueno del director general del Cinvestav, aprobación del titular de la Unidad Administrativa y Finanzas de la SEP y autorización firmada por el Presidente de la República.

Estos eran los elementos de un formato que todos los investigadores y becarios del Cinvestav que querían viajar al extranjero como parte de sus actividades académicas, tenían que requisitar para dar cumplimiento a un memorándum emitido por el Presidente, que a la letra dice: “Toda comisión al extranjero deberá ser solicitada por escrito, justificada y autorizada por el Titular del Ejecutivo Federal”.

Este nueva medida, centralizaba la decisión de autorizar proyectos especializados de estudio e investigación, en una sola persona que difícilmente puede contar con el conocimiento necesario en todas las áreas, en una clara contraposición al método que, desde hace por lo menos 20 años, se ha venido construyendo a través de cuerpos colegiados integrados por “pares” de los proyectos a valorar (un químico no se autodenominaría idóneo para evaluar el trabajo de un físico).

La comunidad científica de nuestro país, recibió esta nueva medida como un grave atentado contra la libertad de investigación.

A tal grado, que una petición iniciada en una conocida plataforma en internet, por la Dra. Edna María Suárez Díaz, profesora de Historia y Filosofía de la Ciencia en la UNAM, solicitando cancelar los efectos del mencionado memorándum en el caso de los estudiantes e investigadores, alcanzó más de 20 mil firmas en tan sólo tres días.

Muy probablemente, esta fuerte presión social tuvo algo que ver con el hecho de que el pasado 4 de junio, la Secretaría de la Función Pública anunciara que los investigadores ya no necesitarán permiso del Presidente para salir al extranjero.

Esta manera de actuar del Gobierno, reaccionando siempre ante las circunstancias, sin una ruta o estrategia clara, deja en evidencia la improvisación y falta de planeación con la que se toman las decisiones. Como si con un comunicado publicado a las 7 de la noche, el error quedara enmendado. En una plática que sostuve personalmente con la Dra. Suárez Díaz, quedó manifiesta la enorme preocupación que tienen los miembros de la comunidad científica y académica respecto a algunas determinaciones de la 4T: Recortes presupuestales a todas las instituciones educativas y de investigación, cinco renglones dedicados a la Ciencia en el Plan Nacional de Desarrollo y un lenguaje que polariza y enfrenta a los científicos con la población, tildándolos con el ganso argot de “Machuchones”.

Este tipo de acciones y discursos, se prestan como un recuerdo sombrío de épocas tan perversas como la oscuramente célebre Gran Revolución Cultural Proletaria de Mao Tse-Tung, “El Emperador Rojo”, donde una prótesis tan sencilla y necesaria para corregir la vista como lo es un par de anteojos, era un símbolo claro y confeso de aquella figura que encarnaba todos los males y merecía poco más que el paredón: El intelectual.

Diputado local del PRD en la CDMX

@JorgeGavino

“La aventura vale la pena.” Aristóteles

Número de autorización, nombre del comisionado, nivel, periodo de la comisión, destino, pernoctas autorizadas, objetivo de la comisión, justificación, beneficios, visto bueno del director general del Cinvestav, aprobación del titular de la Unidad Administrativa y Finanzas de la SEP y autorización firmada por el Presidente de la República.

Estos eran los elementos de un formato que todos los investigadores y becarios del Cinvestav que querían viajar al extranjero como parte de sus actividades académicas, tenían que requisitar para dar cumplimiento a un memorándum emitido por el Presidente, que a la letra dice: “Toda comisión al extranjero deberá ser solicitada por escrito, justificada y autorizada por el Titular del Ejecutivo Federal”.

Este nueva medida, centralizaba la decisión de autorizar proyectos especializados de estudio e investigación, en una sola persona que difícilmente puede contar con el conocimiento necesario en todas las áreas, en una clara contraposición al método que, desde hace por lo menos 20 años, se ha venido construyendo a través de cuerpos colegiados integrados por “pares” de los proyectos a valorar (un químico no se autodenominaría idóneo para evaluar el trabajo de un físico).

La comunidad científica de nuestro país, recibió esta nueva medida como un grave atentado contra la libertad de investigación.

A tal grado, que una petición iniciada en una conocida plataforma en internet, por la Dra. Edna María Suárez Díaz, profesora de Historia y Filosofía de la Ciencia en la UNAM, solicitando cancelar los efectos del mencionado memorándum en el caso de los estudiantes e investigadores, alcanzó más de 20 mil firmas en tan sólo tres días.

Muy probablemente, esta fuerte presión social tuvo algo que ver con el hecho de que el pasado 4 de junio, la Secretaría de la Función Pública anunciara que los investigadores ya no necesitarán permiso del Presidente para salir al extranjero.

Esta manera de actuar del Gobierno, reaccionando siempre ante las circunstancias, sin una ruta o estrategia clara, deja en evidencia la improvisación y falta de planeación con la que se toman las decisiones. Como si con un comunicado publicado a las 7 de la noche, el error quedara enmendado. En una plática que sostuve personalmente con la Dra. Suárez Díaz, quedó manifiesta la enorme preocupación que tienen los miembros de la comunidad científica y académica respecto a algunas determinaciones de la 4T: Recortes presupuestales a todas las instituciones educativas y de investigación, cinco renglones dedicados a la Ciencia en el Plan Nacional de Desarrollo y un lenguaje que polariza y enfrenta a los científicos con la población, tildándolos con el ganso argot de “Machuchones”.

Este tipo de acciones y discursos, se prestan como un recuerdo sombrío de épocas tan perversas como la oscuramente célebre Gran Revolución Cultural Proletaria de Mao Tse-Tung, “El Emperador Rojo”, donde una prótesis tan sencilla y necesaria para corregir la vista como lo es un par de anteojos, era un símbolo claro y confeso de aquella figura que encarnaba todos los males y merecía poco más que el paredón: El intelectual.

Diputado local del PRD en la CDMX

@JorgeGavino

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