/ miércoles 29 de septiembre de 2021

Científicos: ¡Les llegó el turno!

Nadie se salva. A funcionarios de los órganos autónomos, periodistas, medios, académicos, clase media les ha tocado recibir epítetos deplorables, por parte del tlatoani.

Le llegó el turno a la comunidad científica, a la que echa a los leones con una mano más pesada que la del metate. La Fiscalía General de la República acusa a 31 de sus miembros de lavado de dinero, utilización de recursos ilícitos y delincuencia organizada, intento de convertirlos en carne de presidio por largos años. Los amenaza con cárceles de máxima seguridad, como si se tratara de delincuentes peligrosos como los que la 4T apapacha y libera (Caso Ovidio y el Culiacanazo).

Eran integrantes del Foro Científico y Tecnológico, que se creó en el 2002, con carácter de autónomo y el objetivo de asesorar y dar consulta al Conacyt y al Poder Ejecutivo. Entre otras tareas proponen proyectos, tarea esencial para el desarrollo.

Con personalidad y patrimonio propio, recibían los fondos del Conacyt, de lo que ahora se les acusa, cuando así lo establece la Ley de Ciencias y Tecnología.

La denuncia la hizo la inaudita María Elena Álvarez Buylla, al frente del Conacyt y piedra de escándalo desde su nominación. Macabro el que fue con el consentimiento de AMLO, quien, desde su demoniaca tribuna, hace lo imposible por denostar a la agraviada comunidad.

Universidades, científicos y la mayoría de los gremios nacionales han puesto el grito en el cielo, sin que se conmuevan quienes promueven semejante locura, imposible de llevar a cabo sin una Fiscalía General de la República, sin más ocupación que crear expedientes politiqueros inducidos por el emperador de Palacio. Había además que pagarle el favor a la señora Álvarez Buylla, que al fin facilitó el ingreso de Gertz Manero al olimpo del Sistema Nacional de investigadores, mismo que se le había negado por años, en vista de la falta de merecimientos.

Una de las “nominadas” a Almoloya, Julia Tabüeña, según el articulista Ricardo Raphael, arrastraba un pleito con ella, incalificable visceralidad, reitero, como tantas otras de esta funcionaria.

Les quitó las becas a jóvenes mexicanos, estudiantes en el extranjero, muchos de los cuales vieron truncos su sueño de obtener una maestría, un doctorado, en alguna universidad destacada del Orbe. Sus relatos, conmueven.

Es la misma mujer que ha dicho que la ciencia “no puede ser neoliberal” y otras estulticias. Es la que se comprometió, al inicio de la pandemia, a que tendríamos una vacuna hecha en el país y a producir ventiladores. Hasta ahora, nada.

Llegó al puesto y corrió a auténticas lumbreras, para sustituirlas por sus amiguetes, o, como es el caso de la otra fémina que elaboró la demanda contra los 31, una persona que trabajaba vendiendo lencería. De su escritorio salió la absurda investigación.

AMLO cacarea que los acusados se hicieron de una oficina de lujo y que despilfarraron en viajes. ¿Hay algún científico en el mundo que no lo haga, a fin de intercambiar y profundizar conocimientos?

AMLO se queja de que uno mandó un twit ofensivo contra él y su esposa. Criticable desde cualquier ángulo, pero, ni es uno de los 31 acusados y a saber si en verdad es un científico o un simple majadero procaz, como sus muchos seguidores, que así insultan.

Atacar a la ciencia es propio de dictaduras y del totalitarismo. Prefieren un pueblo sumiso de ignorantes, incapaz de abrir los ojos y cuestionarlos.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq


Nadie se salva. A funcionarios de los órganos autónomos, periodistas, medios, académicos, clase media les ha tocado recibir epítetos deplorables, por parte del tlatoani.

Le llegó el turno a la comunidad científica, a la que echa a los leones con una mano más pesada que la del metate. La Fiscalía General de la República acusa a 31 de sus miembros de lavado de dinero, utilización de recursos ilícitos y delincuencia organizada, intento de convertirlos en carne de presidio por largos años. Los amenaza con cárceles de máxima seguridad, como si se tratara de delincuentes peligrosos como los que la 4T apapacha y libera (Caso Ovidio y el Culiacanazo).

Eran integrantes del Foro Científico y Tecnológico, que se creó en el 2002, con carácter de autónomo y el objetivo de asesorar y dar consulta al Conacyt y al Poder Ejecutivo. Entre otras tareas proponen proyectos, tarea esencial para el desarrollo.

Con personalidad y patrimonio propio, recibían los fondos del Conacyt, de lo que ahora se les acusa, cuando así lo establece la Ley de Ciencias y Tecnología.

La denuncia la hizo la inaudita María Elena Álvarez Buylla, al frente del Conacyt y piedra de escándalo desde su nominación. Macabro el que fue con el consentimiento de AMLO, quien, desde su demoniaca tribuna, hace lo imposible por denostar a la agraviada comunidad.

Universidades, científicos y la mayoría de los gremios nacionales han puesto el grito en el cielo, sin que se conmuevan quienes promueven semejante locura, imposible de llevar a cabo sin una Fiscalía General de la República, sin más ocupación que crear expedientes politiqueros inducidos por el emperador de Palacio. Había además que pagarle el favor a la señora Álvarez Buylla, que al fin facilitó el ingreso de Gertz Manero al olimpo del Sistema Nacional de investigadores, mismo que se le había negado por años, en vista de la falta de merecimientos.

Una de las “nominadas” a Almoloya, Julia Tabüeña, según el articulista Ricardo Raphael, arrastraba un pleito con ella, incalificable visceralidad, reitero, como tantas otras de esta funcionaria.

Les quitó las becas a jóvenes mexicanos, estudiantes en el extranjero, muchos de los cuales vieron truncos su sueño de obtener una maestría, un doctorado, en alguna universidad destacada del Orbe. Sus relatos, conmueven.

Es la misma mujer que ha dicho que la ciencia “no puede ser neoliberal” y otras estulticias. Es la que se comprometió, al inicio de la pandemia, a que tendríamos una vacuna hecha en el país y a producir ventiladores. Hasta ahora, nada.

Llegó al puesto y corrió a auténticas lumbreras, para sustituirlas por sus amiguetes, o, como es el caso de la otra fémina que elaboró la demanda contra los 31, una persona que trabajaba vendiendo lencería. De su escritorio salió la absurda investigación.

AMLO cacarea que los acusados se hicieron de una oficina de lujo y que despilfarraron en viajes. ¿Hay algún científico en el mundo que no lo haga, a fin de intercambiar y profundizar conocimientos?

AMLO se queja de que uno mandó un twit ofensivo contra él y su esposa. Criticable desde cualquier ángulo, pero, ni es uno de los 31 acusados y a saber si en verdad es un científico o un simple majadero procaz, como sus muchos seguidores, que así insultan.

Atacar a la ciencia es propio de dictaduras y del totalitarismo. Prefieren un pueblo sumiso de ignorantes, incapaz de abrir los ojos y cuestionarlos.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq