/ lunes 25 de marzo de 2019

CIPMEX | Repensando el terrorismo

Por: Andrea Muhech, Coordinadora de CIPMEX, A.C.

La tragedia de Nueva Zelanda llegó a millones de personas. Hasta el momento, existen piezas del rompecabezas que no se han encontrado, sin embargo, se tienen tres claves: que la persona detrás del gatillo era un supremacista blanco, que el ataque se pensó para hacerse viral, y que las víctimas fueron musulmanes. Aquí estamos hablando de terrorismo puro y de una tendencia que va en alza y que no dismunuirá hasta que no se comprenda.

Según el Índice Global de Terrorismo (2018), del 2013 al 2017 hubo 113 atentados terroristas perpetrados por grupos de extrema derecha, de esos 113, sólo 47 fueron en el 2017. Por otra parte, casi la mitad de los ataques en occidente se llevaron a cabo por nacionalistas blancos, o personas que dicen actuar contra musulmanes. Aunque los grupos terroristas más letales sigan teniendo una visión radical del islam, está comprobado que el terrorismo no es sólo empleado por musulmanes, sino por individuos de distintas ideologías y que las agresiones pueden ocurrir en cualquier rincón del planeta. Así que, el terrorismo no es un tema de creencias o religión, sino de odio.

Ahora bien, la investigación muestra que la prevalencia del conflicto y otros factores como la exclusión o la falta de oportunidades juegan un gran papel como motores del terrorismo. Fuentes como la Liga Antidifamación (2018) señalan que el movimiento anti inmigrante ha crecido dramáticamente en los últimos 10 años y que el tener conversaciones razonables sobre reformas reales en temas de migración se hace cada vez menos posible. Al día de hoy, nos encontramos con encuestas que reflejan que un cuarto de los estadounidenses cree que la inmigración es el problema más grave de su país, o que en el 2016 hubo un aumento del 19% en los crímenes hacia musulmanes, la segunda cifra más alta desde que se empezó a recabar información sobre el tema.

La población inmigrante se ha demonizado a tal grado que las divisiones sociales han incrementado. Las mentes se han ido llenando de un odio que hace que se vivan cientos de desgracias y que haya cada vez políticas más duras. Por otro lado, hace falta reflexionar que eso es la causa de algunas tendencias actuales en cuanto a terrorismo, no los migrantes de cierto país o religión. Entonces, se podría argumentar que se necesitan más estrategias que involucren medidas suaves de seguridad como lo son las iniciativas de construcción de paz de raíz. Se trata de procesos más holísticos que contribuyen a disminuir las barreras invisibles. Los gobiernos, medios de comunicación, y el público en general debemos de entender que si queremos dejar de ver episodios como el del viernes, debe de cambiar la manera en la que se aborda el fenómeno.

Por: Andrea Muhech, Coordinadora de CIPMEX, A.C.

La tragedia de Nueva Zelanda llegó a millones de personas. Hasta el momento, existen piezas del rompecabezas que no se han encontrado, sin embargo, se tienen tres claves: que la persona detrás del gatillo era un supremacista blanco, que el ataque se pensó para hacerse viral, y que las víctimas fueron musulmanes. Aquí estamos hablando de terrorismo puro y de una tendencia que va en alza y que no dismunuirá hasta que no se comprenda.

Según el Índice Global de Terrorismo (2018), del 2013 al 2017 hubo 113 atentados terroristas perpetrados por grupos de extrema derecha, de esos 113, sólo 47 fueron en el 2017. Por otra parte, casi la mitad de los ataques en occidente se llevaron a cabo por nacionalistas blancos, o personas que dicen actuar contra musulmanes. Aunque los grupos terroristas más letales sigan teniendo una visión radical del islam, está comprobado que el terrorismo no es sólo empleado por musulmanes, sino por individuos de distintas ideologías y que las agresiones pueden ocurrir en cualquier rincón del planeta. Así que, el terrorismo no es un tema de creencias o religión, sino de odio.

Ahora bien, la investigación muestra que la prevalencia del conflicto y otros factores como la exclusión o la falta de oportunidades juegan un gran papel como motores del terrorismo. Fuentes como la Liga Antidifamación (2018) señalan que el movimiento anti inmigrante ha crecido dramáticamente en los últimos 10 años y que el tener conversaciones razonables sobre reformas reales en temas de migración se hace cada vez menos posible. Al día de hoy, nos encontramos con encuestas que reflejan que un cuarto de los estadounidenses cree que la inmigración es el problema más grave de su país, o que en el 2016 hubo un aumento del 19% en los crímenes hacia musulmanes, la segunda cifra más alta desde que se empezó a recabar información sobre el tema.

La población inmigrante se ha demonizado a tal grado que las divisiones sociales han incrementado. Las mentes se han ido llenando de un odio que hace que se vivan cientos de desgracias y que haya cada vez políticas más duras. Por otro lado, hace falta reflexionar que eso es la causa de algunas tendencias actuales en cuanto a terrorismo, no los migrantes de cierto país o religión. Entonces, se podría argumentar que se necesitan más estrategias que involucren medidas suaves de seguridad como lo son las iniciativas de construcción de paz de raíz. Se trata de procesos más holísticos que contribuyen a disminuir las barreras invisibles. Los gobiernos, medios de comunicación, y el público en general debemos de entender que si queremos dejar de ver episodios como el del viernes, debe de cambiar la manera en la que se aborda el fenómeno.