/ miércoles 23 de junio de 2021

Claudia en campaña

Siguen sin entender. Continúan a la búsqueda de culpables del descalabro electoral capitalino, con una venda en los ojos. El batacazo a la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, a la cabeza en los favores del tlatoani, para el 2024, se convierte en algo irremontable. AMLO trata de rescatarla, a como dé lugar, y le modifica su estrategia para ponerla en campaña.

La interfecta se lanza de bruces a obedecer. Inconsciente al daño que le ha hecho el servilismo al gurú, dobla la testuz y lo sigue como autómata. ¿Así cree que va a sacar algo en limpio?

Si de algo puede presumir –que, por cierto, es poco- es de haber medio sacado adelante la crisis del coronavirus. Sin negarle sus méritos de mujer preparada e inteligente, se movió con rapidez, logró que se acondicionaran hospitales y mantuvo informada a la ciudadanía. El tamaño de esta ciudad y el impresionante número de habitantes la colocó, en un santiamén, a la cabeza de los contagios y fallecimientos, además de problemas serios como el de la escasez de oxígeno y las posibilidades reales de admisión de enfermos en los centros de salud.

Contravino las órdenes del supremo y publicitó el uso del cubrebocas, la sana distancia y el encierro, mientras el mañanero de Palacio seguía comiendo moras.

Faltó el apoyo económico a los pequeños y medianos comercios y empresas, pero hasta allí no llegó su capacidad de desobediencia. Confrontó al catastrófico López Gatell, responsable de cientos de miles de muertes, que no tendrían que haber ocurrido, de tomarse las medidas pertinentes en ese tipo de rubros comerciales. Queden estos temas a favor de la icónica damisela.

Su Waterloo no estuvo en la tragedia de la Línea 12 del Metro. En su primer año de gobierno suspendió toda la construcción, lo que devino en un desastre económico. Si quería acabar con la corrupción de algunos o muchos del gremio, habría bastado con enderezar sus baterías contra los infractores. Cortó de tajo provocando un fuerte desastre.

En cuanto al Metro, previa la caída de los vagones había una cadena de accidentes, que ni vio ni ordenó resolver a su protegida, Florencia Serranía. Los usuarios viven quejándose del pésimo servicio, sin que se les escuche.

Los errores han sido graves, además del descontento generalizado por las políticas del tlatoani, que se cobraron los capitalinos.

Su peor fallo electoral fue irse de la mano de René Bejarano y creer que, mediante este y otros personajes manipuladores de grupos rijosos, de ambulantes, conseguiría ganar sufragios que provenían de una sociedad enojada.

Culpar a los capitalinos, como lo hace AMLO, de clasemedieros influenciables por los Medios de comunicación es absurdo. Por supuesto que, en este corazón de la República la gente está mejor y más informada, politizada y dispuesta a impedir el acelerado deterioro de las instituciones, la vuelta a un pasado prinosáurico indeseable; el que se coarten las libertades y el que se quiera adoctrinar como si fuéramos niños. La Sheinbaum sigue, al pie de la letra, la línea del tabasqueño y repite como guacamaya, sus palabras. Inicia una campaña para intentar recuperar lo perdido y empieza por la Alcaldía Álvaro Obregón. Busca hacerles la vida de cuadritos a los alcaldes de oposición, que tomarán protesta en septiembre y para ello se rodea de los reconocidos golpeadores, otrora perredistas, ahora morenacos. Difícil que pueda levantarse: en la CDMX, hace rato dejamos de chuparnos el dedo.

Siguen sin entender. Continúan a la búsqueda de culpables del descalabro electoral capitalino, con una venda en los ojos. El batacazo a la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, a la cabeza en los favores del tlatoani, para el 2024, se convierte en algo irremontable. AMLO trata de rescatarla, a como dé lugar, y le modifica su estrategia para ponerla en campaña.

La interfecta se lanza de bruces a obedecer. Inconsciente al daño que le ha hecho el servilismo al gurú, dobla la testuz y lo sigue como autómata. ¿Así cree que va a sacar algo en limpio?

Si de algo puede presumir –que, por cierto, es poco- es de haber medio sacado adelante la crisis del coronavirus. Sin negarle sus méritos de mujer preparada e inteligente, se movió con rapidez, logró que se acondicionaran hospitales y mantuvo informada a la ciudadanía. El tamaño de esta ciudad y el impresionante número de habitantes la colocó, en un santiamén, a la cabeza de los contagios y fallecimientos, además de problemas serios como el de la escasez de oxígeno y las posibilidades reales de admisión de enfermos en los centros de salud.

Contravino las órdenes del supremo y publicitó el uso del cubrebocas, la sana distancia y el encierro, mientras el mañanero de Palacio seguía comiendo moras.

Faltó el apoyo económico a los pequeños y medianos comercios y empresas, pero hasta allí no llegó su capacidad de desobediencia. Confrontó al catastrófico López Gatell, responsable de cientos de miles de muertes, que no tendrían que haber ocurrido, de tomarse las medidas pertinentes en ese tipo de rubros comerciales. Queden estos temas a favor de la icónica damisela.

Su Waterloo no estuvo en la tragedia de la Línea 12 del Metro. En su primer año de gobierno suspendió toda la construcción, lo que devino en un desastre económico. Si quería acabar con la corrupción de algunos o muchos del gremio, habría bastado con enderezar sus baterías contra los infractores. Cortó de tajo provocando un fuerte desastre.

En cuanto al Metro, previa la caída de los vagones había una cadena de accidentes, que ni vio ni ordenó resolver a su protegida, Florencia Serranía. Los usuarios viven quejándose del pésimo servicio, sin que se les escuche.

Los errores han sido graves, además del descontento generalizado por las políticas del tlatoani, que se cobraron los capitalinos.

Su peor fallo electoral fue irse de la mano de René Bejarano y creer que, mediante este y otros personajes manipuladores de grupos rijosos, de ambulantes, conseguiría ganar sufragios que provenían de una sociedad enojada.

Culpar a los capitalinos, como lo hace AMLO, de clasemedieros influenciables por los Medios de comunicación es absurdo. Por supuesto que, en este corazón de la República la gente está mejor y más informada, politizada y dispuesta a impedir el acelerado deterioro de las instituciones, la vuelta a un pasado prinosáurico indeseable; el que se coarten las libertades y el que se quiera adoctrinar como si fuéramos niños. La Sheinbaum sigue, al pie de la letra, la línea del tabasqueño y repite como guacamaya, sus palabras. Inicia una campaña para intentar recuperar lo perdido y empieza por la Alcaldía Álvaro Obregón. Busca hacerles la vida de cuadritos a los alcaldes de oposición, que tomarán protesta en septiembre y para ello se rodea de los reconocidos golpeadores, otrora perredistas, ahora morenacos. Difícil que pueda levantarse: en la CDMX, hace rato dejamos de chuparnos el dedo.