El jueves, Claudia Sheinbaum Pardo recibió del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la constancia que la acredita como la primera presidenta de México, puesto que ocupará a partir del primero de octubre.
Este hecho marca una nueva etapa para el país y, en materia económica, representa la oportunidad de desafiar los retos que tenemos para aprovechar los beneficios del nearshoring.
A pesar de que desde el 2015, México comenzó a ser uno de los destinos más atractivos para las empresas que buscan reubicar sus centros de producción, este fenómeno tomó fuerza a raíz de las tensiones económicas entre Estados Unidos y China, las interrupciones en las cadenas de suministro por la pandemia de COVID-19, y las guerras entre Rusia y Ucrania, así como entre Israel y Palestina.
Y es que, el nearshoring es una estrategia que busca que los envíos entre proveedores y clientes sea más rápida y eficiente, por la cercanía geográfica, lo que implica un impacto positivo en la productividad, y en las economías de los países.
Con estos datos, ahora la pregunta clave es: ¿cuáles son los retos para el nuevo gobierno?
El primer paso es el diseño de una política industrial que permita integrar las cadenas de valor de los estados del centro y del sur con los del norte del país.
Cabe mencionar que la cadena de valor es una herramienta de análisis estratégico que ayuda a determinar la ventaja competitiva de las empresas y les permite identificar dónde pueden reducir costos y cómo pueden diferenciarse de la competencia para mejorar su rentabilidad.
Si bien Nuevo León, Chihuahua, Baja California, Coahuila, Tamaulipas, Jalisco, Querétaro, Guanajuato, el Estado de México y la Ciudad de México, son de manera natural las entidades que más se han beneficiado con este fenómeno; el reto será integrar a las empresas de los estados del sur-sureste y a las Pymes, para que puedan participar con las grandes empresas en las cadenas de valor.
Otro desafío es dar abasto eléctrico industrial a todas las compañías que busquen establecerse en el país y, al mismo tiempo, redefinir la estrategia energética y propiciar la generación de fuentes limpias.
También, la nueva administración y todos los órganos de gobierno, tanto locales como federales, deberán asumir un compromiso serio para combatir la inseguridad, ya que, un cambio de rumbo en la estrategia contra este flagelo representa la manera de potenciar la atracción de inversión extranjera directa del nearshoring.
Además, Claudia y su equipo tendrán que pensar en invertir en infraestructura, para garantizar la movilidad, por lo menos en los estados donde los potenciales inversionistas estén más interesados en reubicar sus empresas.
Otro punto importante para tomar en cuenta es el diseño de políticas públicas que permitan el desarrollo del talento mexicano, esto a través del impulso de una educación de calidad que se enfoque en el uso de las nuevas tecnologías.
Lo anterior, debido a que cuando las actividades de comercio internacional, esencialmente con Estados Unidos empiecen a incrementarse, se necesitará de una mayor inversión de tecnología digital para ser más eficientes las operaciones en zonas fronterizas.
También la capacitación de las pequeñas y medianas empresas en las herramientas tecnológicas y su financiamiento es muy importante, pues de esta manera se propiciará que los flujos de inversión se den de manera balanceada.
Estos y otros puntos son algunos de los retos que se deberán considerar para que México pueda convertirse en una potencia económica, porque lo cierto es que no debemos desaprovechar las ventajas de ser vecinos de Estados Unidos, que es uno de los mayores consumidores del mundo…
Antes de cerrar esta columna no podemos dejar de llamar la atención en un “foco rojo” que se está registrando en el país. Me refiero a la presencia acelerada que tienen los productos chinos en México.
Si bien el comercio con Pekín ha mostrado aspectos positivos para la actividad económica de nuestra nación, al incrementar la disponibilidad de insumos y bienes de consumo, también genera una mayor vulnerabilidad, tanto a nivel interno como externo.
Recordemos que en 2026 se revisará el T-MEC, e independientemente de que, si Donald Trump o Kamala Harris gobiernen esa nación, lo cierto es que cualquiera de ellos podrá alegar que se está incumpliendo con las reglas de origen, contempladas en este acuerdo.
En lo que se refiere a los efectos negativos al interior de nuestras fronteras, basta decir que la entrada de productos de procedencia China compite de forma desleal con mercancías vendidas en México, ya sea elaboradas aquí o en otra nación.
Y es que, además de que los precios no son competitivos, estos productos hacen daño a los artículos 100 por ciento mexicanos como la industria del calzado, la del tapete y las manufacturas artesanales.
Lo anterior, se suma a la tensión comercial entre Estados Unidos y China, que inició el expresidente, Donald Trump en 2018, cuando impuso aranceles de 50 mil millones de dólares a productos chinos, amparado en el artículo 301 de la Ley de Comercio de esa nación.
Así que, México necesita ponerse a la vanguardia en cuanto a regulaciones arancelarias, salvaguardas, cuotas compensatorias y revisiones más minuciosas con China; para no provocar la ira de nuestro vecino del norte.
Y, al mismo tiempo, el nuevo gobierno tendrá que poner mayor atención en cuanto a programas que apoyen a productores mexicanos y al sector industrial, para poder ser más competitivos a nivel mundial. Ya veremos.