/ jueves 14 de diciembre de 2017

Coaliciones de derecha

1. Anaya: el chamaco que chamaqueó. Contra tirios y troyanos el Frente Ciudadano logró presentarse y registrarse como una coalición electoral. El imberbe dirigente panista, Ricardo Anaya, logró sus propósitos. Primero, desplazó a Margarita Zavala y, mandó a la banca a Moreno Valle; después, engatusó a los dirigentes perredistas al darles mendrugos del platillo electoral. Y qué decir de Movimiento Ciudadano, quien también salió beneficiado de la socialización de poder y curules.

El muchacho Anaya no será un contendiente fácil, tiene reflejos, posee vivacidad y argumentos. Por supuesto, la plataforma electoral que le da sustento a la coalición fue construida para que todos cedieran, en especial, el PRD, quien guardó en la bodega las reivindicaciones de avanzada que había proclamado en su programa, especialmente lo relativo a los derechos sexuales y de género. Quizá un elemento distintivo que hay que rescatar de su plataforma, es, el salario universal, que es una vieja demanda de la izquierda, que significa reivindicar la bandera igualitaria para dotar a todo mexicano de un ingreso por el sólo hecho de haber nacido en el país. De los demás, nada trascendente, verdades genéricas y propias de la derecha. Es decir, exorcizar las diferencias sociales y evadir el abordaje de la desigualdad y la concentración del ingreso como una política pública que hay que poner en movimiento.

2. AMLO, el propietario de su verdad y de su partido. El nacionalismo echeverrista pigmentado de ideas sueltas e inconsistentes conforman la plataforma electoral de Morena. Las proclamas verbales de AMLO y sus diez puntos dados a conocer en la ceremonia del registro de su candidatura, significan la reafirmación de un perfil que se diluye entre la demagogia y los lugares comunes. Su frase efectista, de “sí becarios no sicarios”, es la típica propuesta que provendría del programa de un Estado de Bienestar, con un pequeño matiz, del tamaño del océano Pacífico, México está en las coordenadas del capitalismo financiero, sus políticas económicas son resultado de la imposición que ejercen las agencias financieras y las potencias hegemónicas. Claro, aunque si hacemos caso a su declaración dada en Pinotepa Nacional de que, no va alterar la política macroeconómica, es evidente que no está pensando en modificar de fondo el modelo económico. En efecto, son desplantes demagógicos y señales de que la ecuación neoliberal seguirá vigente.

Lo nuevo, en Morena, es su alianza con el PES, partido de corte social cristiano, cuyo programa no sólo maquilla al sistema de dominación, sino abiertamente sostiene posturas de derecha. Así las cosas, tendremos en el nuevo acuerdo denominado “Juntos haremos historia” una mixtura notablemente conservadora: el nacionalismo tardío junto a la derecha ecuménica.

3. El tricolor en problemas serios. José Meade, el candidato del PRI, enfrentará serios problemas a la hora de buscar el voto. No obstante la sustancial suma de recursos económicos del que lo dotara el aparato gubernamental, asiste a este proceso electoral con tres problemas complejos: el primero, tiene que ver con el alto desprestigio del gobierno y su partido; el segundo, la escasa autoridad moral y política que representan el Verde y el Panal; y, las limitaciones personales que tiene el propio Mead al carecer de una personalidad que impacte y emocione a los electores, ya se comprobará en los debates con sus contendientes.

Epílogo. El panorama no es nada estimulante: tres coaliciones conservadoras y feligreses del sistema. Los banqueros y la Casa Blanca pueden dormir tranquilos.

pedropenaloza@yahoo.com

@pedro_penaloz≠

1. Anaya: el chamaco que chamaqueó. Contra tirios y troyanos el Frente Ciudadano logró presentarse y registrarse como una coalición electoral. El imberbe dirigente panista, Ricardo Anaya, logró sus propósitos. Primero, desplazó a Margarita Zavala y, mandó a la banca a Moreno Valle; después, engatusó a los dirigentes perredistas al darles mendrugos del platillo electoral. Y qué decir de Movimiento Ciudadano, quien también salió beneficiado de la socialización de poder y curules.

El muchacho Anaya no será un contendiente fácil, tiene reflejos, posee vivacidad y argumentos. Por supuesto, la plataforma electoral que le da sustento a la coalición fue construida para que todos cedieran, en especial, el PRD, quien guardó en la bodega las reivindicaciones de avanzada que había proclamado en su programa, especialmente lo relativo a los derechos sexuales y de género. Quizá un elemento distintivo que hay que rescatar de su plataforma, es, el salario universal, que es una vieja demanda de la izquierda, que significa reivindicar la bandera igualitaria para dotar a todo mexicano de un ingreso por el sólo hecho de haber nacido en el país. De los demás, nada trascendente, verdades genéricas y propias de la derecha. Es decir, exorcizar las diferencias sociales y evadir el abordaje de la desigualdad y la concentración del ingreso como una política pública que hay que poner en movimiento.

2. AMLO, el propietario de su verdad y de su partido. El nacionalismo echeverrista pigmentado de ideas sueltas e inconsistentes conforman la plataforma electoral de Morena. Las proclamas verbales de AMLO y sus diez puntos dados a conocer en la ceremonia del registro de su candidatura, significan la reafirmación de un perfil que se diluye entre la demagogia y los lugares comunes. Su frase efectista, de “sí becarios no sicarios”, es la típica propuesta que provendría del programa de un Estado de Bienestar, con un pequeño matiz, del tamaño del océano Pacífico, México está en las coordenadas del capitalismo financiero, sus políticas económicas son resultado de la imposición que ejercen las agencias financieras y las potencias hegemónicas. Claro, aunque si hacemos caso a su declaración dada en Pinotepa Nacional de que, no va alterar la política macroeconómica, es evidente que no está pensando en modificar de fondo el modelo económico. En efecto, son desplantes demagógicos y señales de que la ecuación neoliberal seguirá vigente.

Lo nuevo, en Morena, es su alianza con el PES, partido de corte social cristiano, cuyo programa no sólo maquilla al sistema de dominación, sino abiertamente sostiene posturas de derecha. Así las cosas, tendremos en el nuevo acuerdo denominado “Juntos haremos historia” una mixtura notablemente conservadora: el nacionalismo tardío junto a la derecha ecuménica.

3. El tricolor en problemas serios. José Meade, el candidato del PRI, enfrentará serios problemas a la hora de buscar el voto. No obstante la sustancial suma de recursos económicos del que lo dotara el aparato gubernamental, asiste a este proceso electoral con tres problemas complejos: el primero, tiene que ver con el alto desprestigio del gobierno y su partido; el segundo, la escasa autoridad moral y política que representan el Verde y el Panal; y, las limitaciones personales que tiene el propio Mead al carecer de una personalidad que impacte y emocione a los electores, ya se comprobará en los debates con sus contendientes.

Epílogo. El panorama no es nada estimulante: tres coaliciones conservadoras y feligreses del sistema. Los banqueros y la Casa Blanca pueden dormir tranquilos.

pedropenaloza@yahoo.com

@pedro_penaloz≠

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