/ miércoles 23 de octubre de 2019

Como arena entre los dedos

La jornada empezó con la faramalla –al más rancio estilo priísta-, de la puesta en marcha de la obra del aeropuerto de Santa Lucía. Un AMLO resplandeciente, aventó tremenda perorata, sobre el “ahorro que va a suponer” (Cuentos chinos que no se cree ni él). A las pocas horas, Culiacán ardía en llamas, pero, como diría La Secretaria de Gobernación, “estas cosas pasan todos los días”.

Y tan pasan que los muertos se cuentan por docena. Al terror norteño lo había precedido la tragedia de Aguilillas, Michoacán, en la que asesinaron a 13 policías y otros 14 malandros (Guerreros Unidos) sucumbieron en Iguala ante las fuerzas del ejército. La sangre llega al río y la 4T inmutable, ni se entera, ni le debe importar un bledo.

El trágico 17, del momento en el que los narcos se hicieron del control de Culiacán, a las 7 de la tarde, un silencio ignominioso de las autoridades. Luego, habría sido mejor que ni hablaran. Apareció, robando cámara, Alfonso Durazo –Dice ser Secretario de Seguridad-, a dar el parte. Deshilvanado, lleno de incongruencias y encima, demagógico. Sin la menor idea de la materia es imposible estar a la cabeza de lo que debería ser la máxima prioridad oficial. En esa tesitura están la mayoría de los integrantes del gabinete y el resto de “influyentes” que llegaron a ocupar plazas.

El viernes, otro tanto a cargo del mismo personaje que, si tuviera un mínimo de dignidad ya tendría que haber renunciado. Un oportunista, secretario de Colosio y de Vicente Fox, ignorante de lo que es la seguridad, pero fiel esclavo del señor de las mañaneras.

La indignación crece frente a la incompetencia manifiesta. Se desmantelan instituciones, organismos descentralizados, lo que se les ocurre, sin la más remota idea de cómo sustituirlos. La única salida que tienen en la boca es la de seguir culpando al pasado, de todos los males nacionales.

López Obrador considera que, con su sonrisa sarcástica y su cantaleta de que hasta las plagas de Egipto son culpa de sus “adversarios conservadores”, convence a sus millones de simpatizantes. Harta: La realidad lo contradice. Se empieza a despertar del engaño y, con el derecho que los asiste, balbucean exigencias de que se enderece el rumbo.

Nada funciona en una administración que se empeñó en destruir, en tomar el poder para revanchismos y venganzas, sin pericia ni habilidad para estar al frente de esta República.

Si se ahonda en el tema de salud, hacía años que no se tenía una epidemia de dengue, como la actual, en vista de que no se entregaron los insecticidas. Hospitales en pleno desabasto, sin materiales para curación, sin botas y batas quirúrgicas.

Faltan vacunas para los niños. Desaparecieron el Seguro Popular y dejaron sin respuesta a millones de personas.

La Secretaría de Educación –en la que no tarda en despachar algún insigne cabecilla de la CNTE-, aún no envía los libros de texto gratuitos a Veracruz y estamos a fines de octubre.

La economía, un desastre. El comercio grande, a base de baratas. Los pequeños, vacíos; restaurantes con unas cuantas mesas, la falta de dinero se huele.

¿Y el gabinete? Peleando como canes el hueso, viendo cómo “hacen negocios” y ajenos a la oficina que presiden. En Morena, sacándose los ojos por presidirlo, mientras sus juntas locales –para nombrar delegados-, acaban como el rosario de Amozoc.

El tabasqueño perdió el control: El país se le va de las manos como la arena. Está rebasado.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

La jornada empezó con la faramalla –al más rancio estilo priísta-, de la puesta en marcha de la obra del aeropuerto de Santa Lucía. Un AMLO resplandeciente, aventó tremenda perorata, sobre el “ahorro que va a suponer” (Cuentos chinos que no se cree ni él). A las pocas horas, Culiacán ardía en llamas, pero, como diría La Secretaria de Gobernación, “estas cosas pasan todos los días”.

Y tan pasan que los muertos se cuentan por docena. Al terror norteño lo había precedido la tragedia de Aguilillas, Michoacán, en la que asesinaron a 13 policías y otros 14 malandros (Guerreros Unidos) sucumbieron en Iguala ante las fuerzas del ejército. La sangre llega al río y la 4T inmutable, ni se entera, ni le debe importar un bledo.

El trágico 17, del momento en el que los narcos se hicieron del control de Culiacán, a las 7 de la tarde, un silencio ignominioso de las autoridades. Luego, habría sido mejor que ni hablaran. Apareció, robando cámara, Alfonso Durazo –Dice ser Secretario de Seguridad-, a dar el parte. Deshilvanado, lleno de incongruencias y encima, demagógico. Sin la menor idea de la materia es imposible estar a la cabeza de lo que debería ser la máxima prioridad oficial. En esa tesitura están la mayoría de los integrantes del gabinete y el resto de “influyentes” que llegaron a ocupar plazas.

El viernes, otro tanto a cargo del mismo personaje que, si tuviera un mínimo de dignidad ya tendría que haber renunciado. Un oportunista, secretario de Colosio y de Vicente Fox, ignorante de lo que es la seguridad, pero fiel esclavo del señor de las mañaneras.

La indignación crece frente a la incompetencia manifiesta. Se desmantelan instituciones, organismos descentralizados, lo que se les ocurre, sin la más remota idea de cómo sustituirlos. La única salida que tienen en la boca es la de seguir culpando al pasado, de todos los males nacionales.

López Obrador considera que, con su sonrisa sarcástica y su cantaleta de que hasta las plagas de Egipto son culpa de sus “adversarios conservadores”, convence a sus millones de simpatizantes. Harta: La realidad lo contradice. Se empieza a despertar del engaño y, con el derecho que los asiste, balbucean exigencias de que se enderece el rumbo.

Nada funciona en una administración que se empeñó en destruir, en tomar el poder para revanchismos y venganzas, sin pericia ni habilidad para estar al frente de esta República.

Si se ahonda en el tema de salud, hacía años que no se tenía una epidemia de dengue, como la actual, en vista de que no se entregaron los insecticidas. Hospitales en pleno desabasto, sin materiales para curación, sin botas y batas quirúrgicas.

Faltan vacunas para los niños. Desaparecieron el Seguro Popular y dejaron sin respuesta a millones de personas.

La Secretaría de Educación –en la que no tarda en despachar algún insigne cabecilla de la CNTE-, aún no envía los libros de texto gratuitos a Veracruz y estamos a fines de octubre.

La economía, un desastre. El comercio grande, a base de baratas. Los pequeños, vacíos; restaurantes con unas cuantas mesas, la falta de dinero se huele.

¿Y el gabinete? Peleando como canes el hueso, viendo cómo “hacen negocios” y ajenos a la oficina que presiden. En Morena, sacándose los ojos por presidirlo, mientras sus juntas locales –para nombrar delegados-, acaban como el rosario de Amozoc.

El tabasqueño perdió el control: El país se le va de las manos como la arena. Está rebasado.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

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