/ jueves 4 de enero de 2018

Cómo desaparecer el Cisen

Por Jorge A. Lumbreras Castro

Un precandidato a la presidencia propuso desaparecer el Cisen –creado en 1989- bajo el argumento de espiar a los opositores, y de que sus recursos pueden tener mejor destino; no está aquí a discusión si uno o varios gobiernos utilizaron o utilizan las intervenciones telefónicas para dañar políticamente a sus adversarios, acción que dicho sea de paso constituye un delito; lo que aquí está a discusión es si una eventual distorsión de un recurso de la seguridad nacional amerita desmantelar las leyes, políticas e instituciones que le permiten al país conocer qué sucede en su interior.

Es preciso subrayar lo anterior, porque conocer y analizar qué sucede en un país de casi dos millones de kilómetros cuadrados, con más de 120 millones de personas es por demás complejo, más aún si se considera que los grupos, organizaciones y factores adversos que amenazan la estabilidad del país no van caminando por ahí con un letrero que diga “amenaza a la seguridad nacional” y que en cambio poseen adiestramiento en inteligencia y contrainteligencia, recursos, armas y fachadas.

En México como en la mayor parte de los países del mundo existen grupos que utilizan la violencia contra civiles o autoridades de gobierno como vía de expresión política; grupos que consideran que la democracia no es una forma de vida transitable y apuestan al autoritarismo; grupos que desde una particular visión de la historia apuestan a destruir las libertades públicas en áreas de la nueva historia, la nueva nación y el nuevo hombre; grupos que buscan condiciones propiciatorias para dividir a la República; grupos que desde el poder del narcotráfico alimentan las más diversas causas antisistémicas, lo sepan a o no los beneficiarios de estos recursos; grupos de la delincuencia organizada que actúan contra la población civil como instrumento disuasivo de la acción del Estado de derecho; y grupos cuya aspiración política es que uno o algunos Estados del norte del país sean parte de otra nación.

Lo anterior además de riesgos en materia de tráfico armas, terrorismo internacional, terrorismo cibernético, armas químicas y biológicas, cambio climático, grupos disruptivos, pandemias y aún grupos contrarios a las más elementales libertades, En ese marco de amenazas tradicionales y de amenazas difusas a la seguridad nacional pensar en desaparecer el Cisen es algo más que un despropósito.

La propuesta de desaparecer el Cisen implica desconocer lo que pasa en México y en el mundo, así como las lecciones más elementales que se aprenden en la vida política de Estado o en cualquier universidad a la que se asista a clases.  Desde la segunda década del siglo XX el Estado mexicano ha destinado mayores recursos en seguridad nacional y ha sido un propósito de varias generaciones disponer de un espacio de análisis institucional estratégico que advierta a la nación de los peligros que la acechan, esta idea existe desde Grecia y Roma en su acepción moderna, es extraño que haya quienes piensen que se trata de algo nuevo.

En México existe un sistema de seguridad nacional que tiene uno de sus vértices en el Cisen, ahí se genera información sensible para decisiones estratégicas, para anticiparse a los riesgos; incluso pocas veces la ciudadanía llega enterarse del tipo de factores o riesgos que se desactivan, contienen o controlan, dada su capacidad para generar otra serie de daños, así las cosas convendría pensar en qué objetivos se buscan cuando se quiere dejar al Estado ciego ante las amenazas internas y externas que potencialmente podrían dañar a la nación en su conjunto.

El Sol de León

Por Jorge A. Lumbreras Castro

Un precandidato a la presidencia propuso desaparecer el Cisen –creado en 1989- bajo el argumento de espiar a los opositores, y de que sus recursos pueden tener mejor destino; no está aquí a discusión si uno o varios gobiernos utilizaron o utilizan las intervenciones telefónicas para dañar políticamente a sus adversarios, acción que dicho sea de paso constituye un delito; lo que aquí está a discusión es si una eventual distorsión de un recurso de la seguridad nacional amerita desmantelar las leyes, políticas e instituciones que le permiten al país conocer qué sucede en su interior.

Es preciso subrayar lo anterior, porque conocer y analizar qué sucede en un país de casi dos millones de kilómetros cuadrados, con más de 120 millones de personas es por demás complejo, más aún si se considera que los grupos, organizaciones y factores adversos que amenazan la estabilidad del país no van caminando por ahí con un letrero que diga “amenaza a la seguridad nacional” y que en cambio poseen adiestramiento en inteligencia y contrainteligencia, recursos, armas y fachadas.

En México como en la mayor parte de los países del mundo existen grupos que utilizan la violencia contra civiles o autoridades de gobierno como vía de expresión política; grupos que consideran que la democracia no es una forma de vida transitable y apuestan al autoritarismo; grupos que desde una particular visión de la historia apuestan a destruir las libertades públicas en áreas de la nueva historia, la nueva nación y el nuevo hombre; grupos que buscan condiciones propiciatorias para dividir a la República; grupos que desde el poder del narcotráfico alimentan las más diversas causas antisistémicas, lo sepan a o no los beneficiarios de estos recursos; grupos de la delincuencia organizada que actúan contra la población civil como instrumento disuasivo de la acción del Estado de derecho; y grupos cuya aspiración política es que uno o algunos Estados del norte del país sean parte de otra nación.

Lo anterior además de riesgos en materia de tráfico armas, terrorismo internacional, terrorismo cibernético, armas químicas y biológicas, cambio climático, grupos disruptivos, pandemias y aún grupos contrarios a las más elementales libertades, En ese marco de amenazas tradicionales y de amenazas difusas a la seguridad nacional pensar en desaparecer el Cisen es algo más que un despropósito.

La propuesta de desaparecer el Cisen implica desconocer lo que pasa en México y en el mundo, así como las lecciones más elementales que se aprenden en la vida política de Estado o en cualquier universidad a la que se asista a clases.  Desde la segunda década del siglo XX el Estado mexicano ha destinado mayores recursos en seguridad nacional y ha sido un propósito de varias generaciones disponer de un espacio de análisis institucional estratégico que advierta a la nación de los peligros que la acechan, esta idea existe desde Grecia y Roma en su acepción moderna, es extraño que haya quienes piensen que se trata de algo nuevo.

En México existe un sistema de seguridad nacional que tiene uno de sus vértices en el Cisen, ahí se genera información sensible para decisiones estratégicas, para anticiparse a los riesgos; incluso pocas veces la ciudadanía llega enterarse del tipo de factores o riesgos que se desactivan, contienen o controlan, dada su capacidad para generar otra serie de daños, así las cosas convendría pensar en qué objetivos se buscan cuando se quiere dejar al Estado ciego ante las amenazas internas y externas que potencialmente podrían dañar a la nación en su conjunto.

El Sol de León