/ jueves 26 de julio de 2018

¿Cómo dijo?

De la pata, patín y patineta


Mi hija está encantada con los patines que le regalamos por su cumpleaños. Unos patines muy bonitos, con ruedas que encienden sus luces de colores cuando giran… mucho más avanzados que los que usábamos nosotros cuando éramos pequeños… ¿se acuerda? Me parece curioso que la moda de patinar haya vuelto tan fuerte como lo era hace unos treinta años, y bueno, entiendo que es un pasatiempo que siempre está vigente, pero de repente se desata la euforia de los patines y toda la “chamacada” quiere estar patinando, ¡en cualquier lugar!

Es fácil deducir que el “zapato con ruedas” que llamamos patín debe su nombre a “pata”; bueno, en realidad viene del francés patin que es el diminutivo de patte que significa ¿usted que cree? Pues eso: “pata”. El patín originalmente era el zapato con suela gruesa, porque era como una pata chiquita -con algo de imaginación, claro- y después se empezaron a usar unos zapatos así gruesos de la suela para deslizarse en la nieve.

Así que el verbo “patinar” se forma a partir del patín y significa “deslizarse”. También tenemos la patineta, que en lugar de ser un zapato es una tabla con ruedas. Lo curioso del nombre “patineta” es que viene del diminutivo de “patín” pero éste ya es el diminutivo de “pata”; así que, sin ser especialmente pequeña, la patineta nace del diminutivo de otro diminutivo.

Si a la patineta le ponemos un manubrio, o sea un tubo alto con otro montado transversalmente formando una T y que sirve para apoyar las manos, entonces hemos creado un patín del diablo… bueno, así lo conocemos nosotros en México, pero en España le dicen “patinete”. “¡Chamaco travieso, bájate de esa cosa tan peligrosa! ¡Ese patín es del diablo!” puedo imaginarme perfectamente a cualquier mamá mexicana diciendo eso… y de hecho lo dijeron tanto que hasta se le quedó el nombrecito.

Tengo un compadre que está medio loco -bueno, medio no- y decimos que le “patina el coco”, como lo hacemos con las personas que a nuestro parecer no tienen buen juicio y hacen cosas alocadas. Un adolescente agarra el coche de su papá -a veces hasta se lo pide prestado- y pasa “patinando llanta” por la casa de la chava que le gusta, porque para una muchachita no existe algo más “atractivo” que eso… ¡ajá, claro! Luego el papá del muchacho se da cuenta de está tomando su coche sin permiso y deja “a patín” al chamaco, lo que significa que lo dejó “a pincel”, o sea, a pie porque ¡ni de chiste le presta su auto otra vez!

Hablando de patines, seguramente usted se acordará -a menos de que sea millenial- de aquel exitoso programa cómico de radio titulado: La Tremenda Corte en la que el fantástico humorista Leopoldo Augusto Fernández Salgado le da vida al personaje de José Candelario Tres Patines. Junto con el Sr. Juez, Tres Patines nos hacía soltar la carcajada con sus argumentos que de tan absurdos por lo general resultaban geniales. La Tremenda Corte se estrenó en 1941, pero se sigue transmitiendo actualmente por diversos medios y en internet se pueden encontrar sus episodios para nuestro deleite. ¡Qué programazo!

Volviendo ahora a los otros patines, cuando tienes que hacer una presentación muy importante en el trabajo y a medio speech -como le dicen ahora, en inglés, a una conferencia- se te empieza a olvidar lo que tenías preparado, entonces empiezas a “patinar” y a trabarte con las palabras hasta que “agarras onda” otra vez.

Yo aquí me retiro antes de que empiece a patinar, pero le recuerdo que puede escribirme cualquier comentario o si “trae patinando” en la cabeza cualquier duda acerca del lenguaje.

Consultorio Verbal

comodijo2@hotmail.com / @comodijo

PREGUNTA DEL PÚBLICO: Genaro Mata. ¿Es cierto que existe el verbo cantinflear?

RESPUESTA: Sí. Está en el Diccionario de la Real Academia Española. Quiere decir hablar disparatadamente y no decir nada.


AHORA PREGUNTO: Veamos ahora el verbo constatar. ¿Qué significa constatar?

a.- Empujar

b.- Verificar

c.- Comprobar

d.- Aprobar

RESPUESTA: c. Constatar es comprobar un hecho y dar fe de su veracidad.

Me voy con esta reflexión: el poder desgasta, sobre todo cuando no se tiene. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.

De la pata, patín y patineta


Mi hija está encantada con los patines que le regalamos por su cumpleaños. Unos patines muy bonitos, con ruedas que encienden sus luces de colores cuando giran… mucho más avanzados que los que usábamos nosotros cuando éramos pequeños… ¿se acuerda? Me parece curioso que la moda de patinar haya vuelto tan fuerte como lo era hace unos treinta años, y bueno, entiendo que es un pasatiempo que siempre está vigente, pero de repente se desata la euforia de los patines y toda la “chamacada” quiere estar patinando, ¡en cualquier lugar!

Es fácil deducir que el “zapato con ruedas” que llamamos patín debe su nombre a “pata”; bueno, en realidad viene del francés patin que es el diminutivo de patte que significa ¿usted que cree? Pues eso: “pata”. El patín originalmente era el zapato con suela gruesa, porque era como una pata chiquita -con algo de imaginación, claro- y después se empezaron a usar unos zapatos así gruesos de la suela para deslizarse en la nieve.

Así que el verbo “patinar” se forma a partir del patín y significa “deslizarse”. También tenemos la patineta, que en lugar de ser un zapato es una tabla con ruedas. Lo curioso del nombre “patineta” es que viene del diminutivo de “patín” pero éste ya es el diminutivo de “pata”; así que, sin ser especialmente pequeña, la patineta nace del diminutivo de otro diminutivo.

Si a la patineta le ponemos un manubrio, o sea un tubo alto con otro montado transversalmente formando una T y que sirve para apoyar las manos, entonces hemos creado un patín del diablo… bueno, así lo conocemos nosotros en México, pero en España le dicen “patinete”. “¡Chamaco travieso, bájate de esa cosa tan peligrosa! ¡Ese patín es del diablo!” puedo imaginarme perfectamente a cualquier mamá mexicana diciendo eso… y de hecho lo dijeron tanto que hasta se le quedó el nombrecito.

Tengo un compadre que está medio loco -bueno, medio no- y decimos que le “patina el coco”, como lo hacemos con las personas que a nuestro parecer no tienen buen juicio y hacen cosas alocadas. Un adolescente agarra el coche de su papá -a veces hasta se lo pide prestado- y pasa “patinando llanta” por la casa de la chava que le gusta, porque para una muchachita no existe algo más “atractivo” que eso… ¡ajá, claro! Luego el papá del muchacho se da cuenta de está tomando su coche sin permiso y deja “a patín” al chamaco, lo que significa que lo dejó “a pincel”, o sea, a pie porque ¡ni de chiste le presta su auto otra vez!

Hablando de patines, seguramente usted se acordará -a menos de que sea millenial- de aquel exitoso programa cómico de radio titulado: La Tremenda Corte en la que el fantástico humorista Leopoldo Augusto Fernández Salgado le da vida al personaje de José Candelario Tres Patines. Junto con el Sr. Juez, Tres Patines nos hacía soltar la carcajada con sus argumentos que de tan absurdos por lo general resultaban geniales. La Tremenda Corte se estrenó en 1941, pero se sigue transmitiendo actualmente por diversos medios y en internet se pueden encontrar sus episodios para nuestro deleite. ¡Qué programazo!

Volviendo ahora a los otros patines, cuando tienes que hacer una presentación muy importante en el trabajo y a medio speech -como le dicen ahora, en inglés, a una conferencia- se te empieza a olvidar lo que tenías preparado, entonces empiezas a “patinar” y a trabarte con las palabras hasta que “agarras onda” otra vez.

Yo aquí me retiro antes de que empiece a patinar, pero le recuerdo que puede escribirme cualquier comentario o si “trae patinando” en la cabeza cualquier duda acerca del lenguaje.

Consultorio Verbal

comodijo2@hotmail.com / @comodijo

PREGUNTA DEL PÚBLICO: Genaro Mata. ¿Es cierto que existe el verbo cantinflear?

RESPUESTA: Sí. Está en el Diccionario de la Real Academia Española. Quiere decir hablar disparatadamente y no decir nada.


AHORA PREGUNTO: Veamos ahora el verbo constatar. ¿Qué significa constatar?

a.- Empujar

b.- Verificar

c.- Comprobar

d.- Aprobar

RESPUESTA: c. Constatar es comprobar un hecho y dar fe de su veracidad.

Me voy con esta reflexión: el poder desgasta, sobre todo cuando no se tiene. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.

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