/ jueves 27 de septiembre de 2018

¿Cómo dijo?

Se vale pegar las palabras

Por lo general no nos damos cuenta de que muchas palabras que usamos en el lenguaje cotidiano en realidad son uniones de otras palabras —o partes de ellas— para formar una sola, y que ésta tiene su propio significado. De hecho, podríamos decir que este proceso de unión es fundamental para crearlas, ya que desde hace siglos se han formado con las raíces de diferentes idiomas que luego se combinan y crean palabras nuevas. Así es como el lenguaje evoluciona y se adapta al presente… es un proceso natural y francamente sorprendente.

Se vale crear palabras cuando surge la necesidad de comunicar algo en específico, y como ya tenemos a nuestra disposición muchas palabras que designan a cosas específicas, pues resulta más sencillo hacer una “pegazón” de palabras para crear esa otra palabra que necesitamos en este momento, en lugar de andar inventando palabras nuevas —que también se puede, por supuesto—. A la palabra resultante le llamamos “palabra compuesta”, no porque se haya descompuesto y la tengamos que llevar al mecánico, sino porque se compone —o sea, está formada— por dos o más palabras existentes.

Los celtas formaban un grupo de pueblos indoeuropeos que estaban establecidos en buena parte de Galia, las islas Británicas, una parte de España y Portugal, y otros lugares como el norte de Italia, Alemania, etc. Como eran pueblos que navegaban mucho, en su lenguaje había numerosos términos específicos para esta actividad. Así, los celtas llamaron bris al viento, y usaban mucho esta palabrilla en sus viajes por barco. Los italianos, que eran parte del grupo, tomaron la palabra y la convirtieron en brezza, pero ya no designaba a un viento cualquiera, sino solamente a uno suavecito y agradable… ese vientecillo que te acaricia suavemente el rostro.

En las costas el término se usó mucho y se exportó a otros lugares hasta llegar a nuestro español como “brisa” —no se sabe bien cómo llegó a nosotros, pero llegó— que es el viento suave que le comenté. Pasaron los siglos y con el invento del automóvil, llegó la necesidad de crear algo que parara esa brisa que les daba en la cara a los antiguos automovilistas porque empezaba a ser molesto y como que ya no les agradaba mucho andar conduciendo con una caliente mascarilla, lentes y gorro.

Entonces a alguien se le ocurrió ponerle a los autos un vidrio en la parte frontal para parar la brisa, y así se inventó el “parabrisas”, que se llama así porque “para las brisas” —¡ah, fíjese nada más!— aunque luego los carros empezaron a ser más veloces y la brisa se convirtió en un verdadero ventarrón. Surgió luego el problema de que, al llover, este parabrisas se mojaba y era muy difícil limpiarlo sin tener que detenerse, bajarse y dedicarle algunos minutos mientras se empapaban los pobres conductores. Fue entonces que alguien —también muy listo— tuvo la idea de crear un invento para limpiarlo sin bajarse del automóvil y así se nació el “limpiaparabrisas”. O sea que a medida de que se iba necesitando crear un invento, a la par estábamos creando la palabra para referirnos a él. Dígame usted, ¿qué haríamos sin el noble lenguaje?

Con historias similares se fueron creando infinidad de palabras compuestas que hoy en día podemos identificar con facilidad porque sus componentes son muy obvios: paracaídas, tocadiscos, abrelatas, aguafiestas, malhumor, espantasuegras, nochebuena y un largo etcétera. ¿Y qué cree? “Etcétera” también es una palabra compuesta: en latín, et (y) y cetera (el resto).

Hay muchas palabras compuestas, compártame algunas para comentarlas en este espacio.

Consultorio Verbalcomodijo2@hotmail.comTwitter: @comodijo

PREGUNTA DEL PÚBLICO: Ricardo Estrada: ¿De dónde viene el nombre de los cereales?


RESPUESTA: De Ceres que era la diosa de la agricultura entre los romanos.


AHORA PREGUNTO: ¿A qué se dedica un asceta?


a.- A fabricar flechas

b.- A la enseñanza

c.- A escribir

d.- A la vida espiritual


RESPUESTA: d. El asceta se dedica a la práctica y al ejercicio de la perfección espiritual.


Me retiro con esta frase: Lo que gobierna a los hombres es el miedo a la verdad. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.



Se vale pegar las palabras

Por lo general no nos damos cuenta de que muchas palabras que usamos en el lenguaje cotidiano en realidad son uniones de otras palabras —o partes de ellas— para formar una sola, y que ésta tiene su propio significado. De hecho, podríamos decir que este proceso de unión es fundamental para crearlas, ya que desde hace siglos se han formado con las raíces de diferentes idiomas que luego se combinan y crean palabras nuevas. Así es como el lenguaje evoluciona y se adapta al presente… es un proceso natural y francamente sorprendente.

Se vale crear palabras cuando surge la necesidad de comunicar algo en específico, y como ya tenemos a nuestra disposición muchas palabras que designan a cosas específicas, pues resulta más sencillo hacer una “pegazón” de palabras para crear esa otra palabra que necesitamos en este momento, en lugar de andar inventando palabras nuevas —que también se puede, por supuesto—. A la palabra resultante le llamamos “palabra compuesta”, no porque se haya descompuesto y la tengamos que llevar al mecánico, sino porque se compone —o sea, está formada— por dos o más palabras existentes.

Los celtas formaban un grupo de pueblos indoeuropeos que estaban establecidos en buena parte de Galia, las islas Británicas, una parte de España y Portugal, y otros lugares como el norte de Italia, Alemania, etc. Como eran pueblos que navegaban mucho, en su lenguaje había numerosos términos específicos para esta actividad. Así, los celtas llamaron bris al viento, y usaban mucho esta palabrilla en sus viajes por barco. Los italianos, que eran parte del grupo, tomaron la palabra y la convirtieron en brezza, pero ya no designaba a un viento cualquiera, sino solamente a uno suavecito y agradable… ese vientecillo que te acaricia suavemente el rostro.

En las costas el término se usó mucho y se exportó a otros lugares hasta llegar a nuestro español como “brisa” —no se sabe bien cómo llegó a nosotros, pero llegó— que es el viento suave que le comenté. Pasaron los siglos y con el invento del automóvil, llegó la necesidad de crear algo que parara esa brisa que les daba en la cara a los antiguos automovilistas porque empezaba a ser molesto y como que ya no les agradaba mucho andar conduciendo con una caliente mascarilla, lentes y gorro.

Entonces a alguien se le ocurrió ponerle a los autos un vidrio en la parte frontal para parar la brisa, y así se inventó el “parabrisas”, que se llama así porque “para las brisas” —¡ah, fíjese nada más!— aunque luego los carros empezaron a ser más veloces y la brisa se convirtió en un verdadero ventarrón. Surgió luego el problema de que, al llover, este parabrisas se mojaba y era muy difícil limpiarlo sin tener que detenerse, bajarse y dedicarle algunos minutos mientras se empapaban los pobres conductores. Fue entonces que alguien —también muy listo— tuvo la idea de crear un invento para limpiarlo sin bajarse del automóvil y así se nació el “limpiaparabrisas”. O sea que a medida de que se iba necesitando crear un invento, a la par estábamos creando la palabra para referirnos a él. Dígame usted, ¿qué haríamos sin el noble lenguaje?

Con historias similares se fueron creando infinidad de palabras compuestas que hoy en día podemos identificar con facilidad porque sus componentes son muy obvios: paracaídas, tocadiscos, abrelatas, aguafiestas, malhumor, espantasuegras, nochebuena y un largo etcétera. ¿Y qué cree? “Etcétera” también es una palabra compuesta: en latín, et (y) y cetera (el resto).

Hay muchas palabras compuestas, compártame algunas para comentarlas en este espacio.

Consultorio Verbalcomodijo2@hotmail.comTwitter: @comodijo

PREGUNTA DEL PÚBLICO: Ricardo Estrada: ¿De dónde viene el nombre de los cereales?


RESPUESTA: De Ceres que era la diosa de la agricultura entre los romanos.


AHORA PREGUNTO: ¿A qué se dedica un asceta?


a.- A fabricar flechas

b.- A la enseñanza

c.- A escribir

d.- A la vida espiritual


RESPUESTA: d. El asceta se dedica a la práctica y al ejercicio de la perfección espiritual.


Me retiro con esta frase: Lo que gobierna a los hombres es el miedo a la verdad. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.



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