/ domingo 24 de octubre de 2021

¿Cómo dijo? | Para que se motiven

Todos necesitamos algo de motivación para hacer las cosas, un propósito, metas, ideales… “¡Ay, ahora viene usted muy motivador!” dirá algún lector por ahí. Bueno, lo que pasa es que me he estado encontrando muchas palabras y frases que utilizan quienes se dedican al negocio de la motivación… porque de que es un negocio, lo es. Y como en todo, hay gente que se dedica a ello con una genuina intención de ayudar, mientras que otros se enfocan en capitalizarlo para su propio provecho.

Una frase motivadora es de gran ayuda, pero algunas veces se abusa en el uso de estas frases, tanto que se convierten en clichés. ¿Y qué es un cliché? Pues la palabra en sí: cliché, proviene del francés y se dice que es una palabra onomatopéyica, es decir, que nace de un sonido, específicamente del que se produce al fabricar las planchas litográficas.

La característica de estas planchas es que se usan para hacer impresiones o copias sobre el papel u otros materiales. Con el tiempo, el significado de la palabra cliché se trasladó a la repetición —copiada una y otra vez, como las litografías— de una misma frase, que de tanto que se dice, se va gastando y pierde su originalidad. Por eso, ahora un cliché es lo que también llamamos un “lugar común”, una expresión que se ha repetido demasiadas veces.

Estos clichés suceden frecuentemente dentro del ambiente empresarial. En numerosas juntas y pláticas he escuchado estas frases hechas que pretenden ser motivadoras, y no dudo que para algunos lo sean, pero para mí no pasan de ser una fórmula muy gastada para tratar de vender una idea y de inspiradoras no tienen nada. Por ejemplo, en la sesión de preguntas y respuestas en un curso empresarial, no falta que el “motivador” diga: “Anímense a preguntar, no hay preguntas tontas”… híjole, pues lamento ser un “contreras”, pero la verdad es que sí que las hay, aunque la frase tenga la intención noble de promover la participación de los asistentes.

Luego, el conferenciante —o conferencista, como usted prefiera— le dice al público: “¡el fracaso no es una opción!”, inmediatamente pienso que por supuesto que existe permanentemente la opción de fracasar, y que lo importante es lograr algún aprendizaje de esos fracasos para que ya no tengas tantos, aunque es muy probable que sigas fracasando por mucho tiempo, esa es la verdad.

No sé si usted se ha fijado que ya no hay “empleados” en las empresas, sino “colaboradores”, porque a alguien se le ocurrió que “emplear” a la persona se entiende como usarlo, sacarle provecho, mientras que “colaborador” es el que trabaja en conjunto, co-labora con otros para lograr resultados. Bueno, pues en las juntas, se les dice a los colaboradores que “deben dar el 110%” y pues todo mundo se queda con cara de what?, no nada más porque pedir eso es matemáticamente imposible, sino también porque no es una manera clara y específica de decirle a la gente lo que debe hacer para lograr el objetivo.

Finalizo este comentario con el clásico cliché empresarial que dice que “el cliente siempre tiene la razón”, que todos sabemos que muchísimas veces en realidad no la tiene y que muchos clientes incluso se aprovechan de ello, sabiendo que el “colaborador” tiene la responsabilidad de ofrecer un buen servicio, aún y cuando el cliente no entre en razón.

Y ahora entro yo en la razón de que este espacio se termina por hoy, así que me despido de usted.

Consultorio Verbal comodijo2@hotmail.com Twitter: @comodijo

PREGUNTA DEL PÚBLICO: Martha Alicia me pregunta: ¿Por qué veo que escriben con acento la palabra “bíceps” si es palabra grave que termina en ‘s’?

RESPUESTA: Según la Real Academia Española y su ortografía, a las palabras graves o llanas se les pone tilde si terminan con más de una consonante, como es el caso de bíceps, récord, fórceps, etc.

AHORA PREGUNTO: ¿Qué es equidna?

a. Una planta.

b. Un mamífero.

c. Una bebida.

d. Una bolsa.

RESPUESTA: b. El equidna es un animalito mamífero que tiene espinas en su cuerpo, pero no es un puercoespín.


Frase reflexiva para terminar: A veces me miro al espejo y digo: “Roberto, ya deja de comer” y sigo comiendo porque yo no me llamo Roberto. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.

Todos necesitamos algo de motivación para hacer las cosas, un propósito, metas, ideales… “¡Ay, ahora viene usted muy motivador!” dirá algún lector por ahí. Bueno, lo que pasa es que me he estado encontrando muchas palabras y frases que utilizan quienes se dedican al negocio de la motivación… porque de que es un negocio, lo es. Y como en todo, hay gente que se dedica a ello con una genuina intención de ayudar, mientras que otros se enfocan en capitalizarlo para su propio provecho.

Una frase motivadora es de gran ayuda, pero algunas veces se abusa en el uso de estas frases, tanto que se convierten en clichés. ¿Y qué es un cliché? Pues la palabra en sí: cliché, proviene del francés y se dice que es una palabra onomatopéyica, es decir, que nace de un sonido, específicamente del que se produce al fabricar las planchas litográficas.

La característica de estas planchas es que se usan para hacer impresiones o copias sobre el papel u otros materiales. Con el tiempo, el significado de la palabra cliché se trasladó a la repetición —copiada una y otra vez, como las litografías— de una misma frase, que de tanto que se dice, se va gastando y pierde su originalidad. Por eso, ahora un cliché es lo que también llamamos un “lugar común”, una expresión que se ha repetido demasiadas veces.

Estos clichés suceden frecuentemente dentro del ambiente empresarial. En numerosas juntas y pláticas he escuchado estas frases hechas que pretenden ser motivadoras, y no dudo que para algunos lo sean, pero para mí no pasan de ser una fórmula muy gastada para tratar de vender una idea y de inspiradoras no tienen nada. Por ejemplo, en la sesión de preguntas y respuestas en un curso empresarial, no falta que el “motivador” diga: “Anímense a preguntar, no hay preguntas tontas”… híjole, pues lamento ser un “contreras”, pero la verdad es que sí que las hay, aunque la frase tenga la intención noble de promover la participación de los asistentes.

Luego, el conferenciante —o conferencista, como usted prefiera— le dice al público: “¡el fracaso no es una opción!”, inmediatamente pienso que por supuesto que existe permanentemente la opción de fracasar, y que lo importante es lograr algún aprendizaje de esos fracasos para que ya no tengas tantos, aunque es muy probable que sigas fracasando por mucho tiempo, esa es la verdad.

No sé si usted se ha fijado que ya no hay “empleados” en las empresas, sino “colaboradores”, porque a alguien se le ocurrió que “emplear” a la persona se entiende como usarlo, sacarle provecho, mientras que “colaborador” es el que trabaja en conjunto, co-labora con otros para lograr resultados. Bueno, pues en las juntas, se les dice a los colaboradores que “deben dar el 110%” y pues todo mundo se queda con cara de what?, no nada más porque pedir eso es matemáticamente imposible, sino también porque no es una manera clara y específica de decirle a la gente lo que debe hacer para lograr el objetivo.

Finalizo este comentario con el clásico cliché empresarial que dice que “el cliente siempre tiene la razón”, que todos sabemos que muchísimas veces en realidad no la tiene y que muchos clientes incluso se aprovechan de ello, sabiendo que el “colaborador” tiene la responsabilidad de ofrecer un buen servicio, aún y cuando el cliente no entre en razón.

Y ahora entro yo en la razón de que este espacio se termina por hoy, así que me despido de usted.

Consultorio Verbal comodijo2@hotmail.com Twitter: @comodijo

PREGUNTA DEL PÚBLICO: Martha Alicia me pregunta: ¿Por qué veo que escriben con acento la palabra “bíceps” si es palabra grave que termina en ‘s’?

RESPUESTA: Según la Real Academia Española y su ortografía, a las palabras graves o llanas se les pone tilde si terminan con más de una consonante, como es el caso de bíceps, récord, fórceps, etc.

AHORA PREGUNTO: ¿Qué es equidna?

a. Una planta.

b. Un mamífero.

c. Una bebida.

d. Una bolsa.

RESPUESTA: b. El equidna es un animalito mamífero que tiene espinas en su cuerpo, pero no es un puercoespín.


Frase reflexiva para terminar: A veces me miro al espejo y digo: “Roberto, ya deja de comer” y sigo comiendo porque yo no me llamo Roberto. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.

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