/ jueves 26 de noviembre de 2020

¿Cómo dijo? | Qué triste es decirnos adiós

Las personas y las cosas no son eternas; algún día se van, la vida tiene esa naturaleza finita. «Nada es eterno, todo es pasajero» es una frase hecha que nos va bien aquí, y si lo pensamos muy bien, tendremos que aceptar que en realidad no somos dueños de nada ni de nadie. La vida se nos presta un ratito, así que cada día es un auténtico regalo. Todo lo que viene junto con ella también es prestado: nuestros seres queridos, la familia, los amigos, los bienes materiales, nuestros logros, todo lo que hemos aprendido y conocido. Lo que es nuestro no nos pertenece. “¡Uh que la canción! ¿Y entonces de qué se trata?” Espere, no se me desespere.

Lo que hoy quiero comentarle es que es difícil decirle adiós a las cosas y a las personas porque creamos un gran apego hacia ellas y eso nos hace sentir protegidos, arropados... menos vulnerables, por lo que es menos probable que algo pueda lastimarnos, ¿verdad? Tiene sentido, por eso le tenemos tanto miedo a soltar, a dejar en libertad, a la pérdida personal.

Sin embargo, también es un hecho que al bloquear la vulnerabilidad también le cerramos la puerta a todo lo nuevo, que siendo desconocido, no sabemos si es bueno o malo. Para saber apreciar los regalos que nos llegan a cada segundo de nuestra existencia hay que estar diciendo adiós todo el tiempo. Solamente aceptando la irrenunciable caducidad de lo que nos rodea —y de nosotros mismos— podremos abrir los ojos a una vida que ofrece grandes dones hasta en las situaciones más difíciles… precisamente como la que pasamos ahora con la pandemia.

Insisto, no es fácil decir adiós. Perder a un ser querido es muy doloroso, pero es una situación que tendremos que vivir varias veces y no podemos evitarlo. Aprender a decir adiós con anticipación es aceptar la fragilidad de la vida y su temporalidad, además de que hacerlo nos permite disfrutar al máximo a la persona que aún está con nosotros. Esta aceptación de la eventual muerte como parte de la vida nos permite obtener un nivel de gratitud superior en el que vemos todo con una óptica más optimista. En este nivel de gratitud, hasta la trágica despedida es una bendición que nos acerca más a nuestro auténtico espíritu.

Me parece importante que lo tengamos presente, porque hemos tenido que dejar ir muchas cosas en los últimos meses… en los casos más fuertes, hasta a seres queridos. Por más difícil que sea, debemos liberar el espacio necesario despidiéndonos de aquello a lo que le ha llegado la hora de irse. Hagamos lugar para lo nuevo que pronto llegará… es un hecho que, mientras tanto, nos sentiremos vulnerables y un poco desprotegidos, pero así estaremos viviendo conscientes de la verdadera fragilidad de la vida.

Y ya sin tanto miedo a las despedidas, con ese pensamiento aprovecho para despedirme: ¡Adiós!


Consultorio Verbal

comodijo2@hotmail.com

Twitter: @comodijo


PREGUNTA DEL PÚBLICO: Adhara Sánchez pregunta: Sobre la palabra “huésped”, ¿cuál es su significado y cuál es el femenino?

RESPUESTA: Originalmente la palabra “huésped” significaba “persona que da alojamiento a otra”, pero luego se le dio el sentido de “persona que se aloja en la casa de otra”. Sin embargo, ya casi no se usa con el primer significado, para evitar confusiones. La forma femenina es “huéspeda”, y aunque sigue estando aceptada, prácticamente no se usa y se prefiere usar “la huésped”.

AHORA PREGUNTO: En algunos países como Argentina y Chile, si le dicen que algo está funcando, ¿qué debe pensar usted?

a.- Que está a punto de romperse.

b.- Que está funcionando bien.

c.- Que está preparando la tierra.

d.- Que está apestando.


RESPUESTA: b. En Argentina, Chile y Uruguay, existe el verbo funcar, que es una forma coloquial de decir que “funciona” o que “va bien”.

Frase actual para terminar: Ahora que nos piden no salir, me doy cuenta de que he entrenado toda mi vida para esta cuarentena. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.


Las personas y las cosas no son eternas; algún día se van, la vida tiene esa naturaleza finita. «Nada es eterno, todo es pasajero» es una frase hecha que nos va bien aquí, y si lo pensamos muy bien, tendremos que aceptar que en realidad no somos dueños de nada ni de nadie. La vida se nos presta un ratito, así que cada día es un auténtico regalo. Todo lo que viene junto con ella también es prestado: nuestros seres queridos, la familia, los amigos, los bienes materiales, nuestros logros, todo lo que hemos aprendido y conocido. Lo que es nuestro no nos pertenece. “¡Uh que la canción! ¿Y entonces de qué se trata?” Espere, no se me desespere.

Lo que hoy quiero comentarle es que es difícil decirle adiós a las cosas y a las personas porque creamos un gran apego hacia ellas y eso nos hace sentir protegidos, arropados... menos vulnerables, por lo que es menos probable que algo pueda lastimarnos, ¿verdad? Tiene sentido, por eso le tenemos tanto miedo a soltar, a dejar en libertad, a la pérdida personal.

Sin embargo, también es un hecho que al bloquear la vulnerabilidad también le cerramos la puerta a todo lo nuevo, que siendo desconocido, no sabemos si es bueno o malo. Para saber apreciar los regalos que nos llegan a cada segundo de nuestra existencia hay que estar diciendo adiós todo el tiempo. Solamente aceptando la irrenunciable caducidad de lo que nos rodea —y de nosotros mismos— podremos abrir los ojos a una vida que ofrece grandes dones hasta en las situaciones más difíciles… precisamente como la que pasamos ahora con la pandemia.

Insisto, no es fácil decir adiós. Perder a un ser querido es muy doloroso, pero es una situación que tendremos que vivir varias veces y no podemos evitarlo. Aprender a decir adiós con anticipación es aceptar la fragilidad de la vida y su temporalidad, además de que hacerlo nos permite disfrutar al máximo a la persona que aún está con nosotros. Esta aceptación de la eventual muerte como parte de la vida nos permite obtener un nivel de gratitud superior en el que vemos todo con una óptica más optimista. En este nivel de gratitud, hasta la trágica despedida es una bendición que nos acerca más a nuestro auténtico espíritu.

Me parece importante que lo tengamos presente, porque hemos tenido que dejar ir muchas cosas en los últimos meses… en los casos más fuertes, hasta a seres queridos. Por más difícil que sea, debemos liberar el espacio necesario despidiéndonos de aquello a lo que le ha llegado la hora de irse. Hagamos lugar para lo nuevo que pronto llegará… es un hecho que, mientras tanto, nos sentiremos vulnerables y un poco desprotegidos, pero así estaremos viviendo conscientes de la verdadera fragilidad de la vida.

Y ya sin tanto miedo a las despedidas, con ese pensamiento aprovecho para despedirme: ¡Adiós!


Consultorio Verbal

comodijo2@hotmail.com

Twitter: @comodijo


PREGUNTA DEL PÚBLICO: Adhara Sánchez pregunta: Sobre la palabra “huésped”, ¿cuál es su significado y cuál es el femenino?

RESPUESTA: Originalmente la palabra “huésped” significaba “persona que da alojamiento a otra”, pero luego se le dio el sentido de “persona que se aloja en la casa de otra”. Sin embargo, ya casi no se usa con el primer significado, para evitar confusiones. La forma femenina es “huéspeda”, y aunque sigue estando aceptada, prácticamente no se usa y se prefiere usar “la huésped”.

AHORA PREGUNTO: En algunos países como Argentina y Chile, si le dicen que algo está funcando, ¿qué debe pensar usted?

a.- Que está a punto de romperse.

b.- Que está funcionando bien.

c.- Que está preparando la tierra.

d.- Que está apestando.


RESPUESTA: b. En Argentina, Chile y Uruguay, existe el verbo funcar, que es una forma coloquial de decir que “funciona” o que “va bien”.

Frase actual para terminar: Ahora que nos piden no salir, me doy cuenta de que he entrenado toda mi vida para esta cuarentena. ¿Cómo dijo? Hasta la próxima.


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