/ lunes 13 de diciembre de 2021

Como en tiempos de Santa Anna

Al revisar el Paquete Económico que envía la Jefa de Gobierno al Congreso, nos llevamos algunas sorpresas, a pesar del repetido anuncio de no generar contribuciones nuevas para “ayudar a la reactivación económica” proponen por citar sólo un ejemplo el llamado impuesto del 2% a las personas físicas o morales que operen, utilicen y o administren aplicaciones para entrega de paquetería, alimentos, entre otros.

Lo alarmante, es el nombre: “aprovechamiento por el uso y explotación de la infraestructura de la Ciudad de México” este concepto es tan amplio que incluso, no nos sorprenda después que cobren a quienes pasean a los perros en las calles o en los parques, o bien, quienes usamos las calles por el simple hecho de caminar, y es que bien dicen que: “quien no conoce su historia, esta obligado a repetirla”, pues parece que estamos en el México de 1855 con los impuestos de Santa Anna.

Ante estas cargas fiscales hay varias preguntas, ¿A qué infraestructura se refiere? ¿En verdad la ciudad está en las condiciones que prometió esta administración? o como las inundaciones por lluvias “atípicas”, que se desmorone literalmente el segundo piso de periférico o las laterales de circuito son casualidad y no falta de mantenimiento.

No cabe duda que hoy, en estas condiciones y sin una clara política de movilidad, muchos ciclistas a diario sufren accidentes o lamentablemente pierden la vida; y a esto sumemos las circunstancias en las que miles de personas dedican sus actividades al reparto de productos, que por cierto, sacaron a flote la reactivación económica durante los picos más fuertes de la pandemia y las jornadas de sana distancia y aislamiento.

Justo a estas personas es a quienes se les debe invitar al diálogo, pues hoy, no hay un mecanismo para garantizar que ese impuesto no se traslade a las y los repartidores o a los consumidores o usuarios finales, dejando a miles de personas en estado de indefensión.

Y por si no fuera suficiente, en el marco de este nuevo impuesto se afectará nuevamente y de manera particular a las mujeres, pues ya desde 2018 un estudio realizado por la Universidad de Stanford y la empresa Uber revelaba que las mujeres conductoras ganaban en promedio 2600 pesos menos a la semana, comparado con sus pares varones.

Situación que parece no haberse revertido a la fecha, pues según Lucía García, Gerente de Operaciones de Conductores de la empresa DiDi México, se estima que las mujeres que manejan un auto en alguna plataforma llegan a ganar hasta 20% menos que los hombres que desempeñan esta misma actividad.

Y es que como hemos expresado en diversos espacios, la situación particular que enfrentan las mujeres en cada uno de los ámbitos en donde se desenvuelven les impide acceder a las mismas oportunidades que los hombres, y hoy con estas determinaciones fiscales, lo que se desencadenará es que se afecte el ingreso de estas personas, que en muchos casos son estudiantes o jefas de familia que día a día lucha por salir adelante.

Aún falta mucho por hacer para lograr equilibrar la balanza en favor de las mujeres que se dedican a esta actividad, que en su mayoría están en un rango de edad entre 30 y 35 años, y de las cuales, el 81% del total su fuente principal de ingresos es precisamente esta actividad.

En conclusión, este nuevo impuesto no solo afecta de manera negativa a muchísimas personas que ven en esta modalidad de servicio una oportunidad para generar ingresos, sino que esta en juego la confianza de miles de mujeres y hombres quienes esperarían que sus diputadas y diputados del Congreso Local sean su voz, y no comparsa del Gobierno… esperemos no les defrauden.

Al revisar el Paquete Económico que envía la Jefa de Gobierno al Congreso, nos llevamos algunas sorpresas, a pesar del repetido anuncio de no generar contribuciones nuevas para “ayudar a la reactivación económica” proponen por citar sólo un ejemplo el llamado impuesto del 2% a las personas físicas o morales que operen, utilicen y o administren aplicaciones para entrega de paquetería, alimentos, entre otros.

Lo alarmante, es el nombre: “aprovechamiento por el uso y explotación de la infraestructura de la Ciudad de México” este concepto es tan amplio que incluso, no nos sorprenda después que cobren a quienes pasean a los perros en las calles o en los parques, o bien, quienes usamos las calles por el simple hecho de caminar, y es que bien dicen que: “quien no conoce su historia, esta obligado a repetirla”, pues parece que estamos en el México de 1855 con los impuestos de Santa Anna.

Ante estas cargas fiscales hay varias preguntas, ¿A qué infraestructura se refiere? ¿En verdad la ciudad está en las condiciones que prometió esta administración? o como las inundaciones por lluvias “atípicas”, que se desmorone literalmente el segundo piso de periférico o las laterales de circuito son casualidad y no falta de mantenimiento.

No cabe duda que hoy, en estas condiciones y sin una clara política de movilidad, muchos ciclistas a diario sufren accidentes o lamentablemente pierden la vida; y a esto sumemos las circunstancias en las que miles de personas dedican sus actividades al reparto de productos, que por cierto, sacaron a flote la reactivación económica durante los picos más fuertes de la pandemia y las jornadas de sana distancia y aislamiento.

Justo a estas personas es a quienes se les debe invitar al diálogo, pues hoy, no hay un mecanismo para garantizar que ese impuesto no se traslade a las y los repartidores o a los consumidores o usuarios finales, dejando a miles de personas en estado de indefensión.

Y por si no fuera suficiente, en el marco de este nuevo impuesto se afectará nuevamente y de manera particular a las mujeres, pues ya desde 2018 un estudio realizado por la Universidad de Stanford y la empresa Uber revelaba que las mujeres conductoras ganaban en promedio 2600 pesos menos a la semana, comparado con sus pares varones.

Situación que parece no haberse revertido a la fecha, pues según Lucía García, Gerente de Operaciones de Conductores de la empresa DiDi México, se estima que las mujeres que manejan un auto en alguna plataforma llegan a ganar hasta 20% menos que los hombres que desempeñan esta misma actividad.

Y es que como hemos expresado en diversos espacios, la situación particular que enfrentan las mujeres en cada uno de los ámbitos en donde se desenvuelven les impide acceder a las mismas oportunidades que los hombres, y hoy con estas determinaciones fiscales, lo que se desencadenará es que se afecte el ingreso de estas personas, que en muchos casos son estudiantes o jefas de familia que día a día lucha por salir adelante.

Aún falta mucho por hacer para lograr equilibrar la balanza en favor de las mujeres que se dedican a esta actividad, que en su mayoría están en un rango de edad entre 30 y 35 años, y de las cuales, el 81% del total su fuente principal de ingresos es precisamente esta actividad.

En conclusión, este nuevo impuesto no solo afecta de manera negativa a muchísimas personas que ven en esta modalidad de servicio una oportunidad para generar ingresos, sino que esta en juego la confianza de miles de mujeres y hombres quienes esperarían que sus diputadas y diputados del Congreso Local sean su voz, y no comparsa del Gobierno… esperemos no les defrauden.