/ domingo 15 de julio de 2018

“¡Cómo han pasado los años…

Como es costumbre desde 1960, este 12 de julio, en la Cultura a la Mexicana, celebramos “El día del abogado”, pero en esta ocasión, no hay duda que personalmente lo hago en medio de un ambiente distinto a los que viví como estudiante y después como profesional del Derecho, en sus diferentes fases (litigante, servidor público, maestro y juzgador).

Es así como en el México de hoy, después del 1 de julio coexisten: los aterrados que ya se sienten de la mano de la Venezuela de Maduro, en los umbrales de la Divina Comedia (es decir, del infierno de Dante) y aquellos que, desde su nube, piensan que finalmente la Revolución Mexicana ya les hizo justicia (por supuesto, la “Cuarta Revolución”). Extremos que, con mucho, magnifican los efectos del triunfo lopezobradorista, tanto para bien como para mal, pues las circunstancias que actualmente vivimos los mexicanos son muy particulares y, por tanto, las soluciones a nuestros múltiples problemas que también deben ser muy particulares.

Probablemente la institución del Poder Ejecutivo Federal que más identificamos con el ejercicio de la abogacía es la PGR, entre otras cosas, encargada -desde que tengo uso de razón- de la persecución de los delitos y por tanto, de gran cercanía a la importantísima función de hacer justicia, pero, probablemente aún más próxima a la injusticia que se imparte en nuestro país, según la explicable y profunda convicción expresada por gran parte de la ciudadanía -también, desde que recuerdo-.

Tal idea fue creciendo hasta llegar a la voluntad, casi generalizada, de substituir a la impopular PGR por una figura desprovista de los vicios e ineficiencias que la caracterizan, lo cual derivó en la reforma al Artículo 102 Constitucional, para crear a la Fiscalía General de la República, que se pretende, opere en forma independiente del presidente de la República. Sin embargo, su implementación se ha venido aplazando a pesar de que la reforma tuvo verificativo hace dos años y medio, es más, ya está en duda su aparición en escena, pues parece que Andrés Manuel tiene una idea diferente al respecto, que no ha expresado con la claridad necesaria para generar la certeza de sí la PGR seguirá existiendo como tal, sí por enésima vez va será reestructurada o bien, si efectivamente va a dar paso a la Fiscalía General.

En mi opinión, el tema es crucial para el futuro del país y llegar a la decisión de sustituir a la vieja, ineficiente y contaminada institución, por lo que el futuro gobernante debe ser más claro y al hacer cambios, repetirse:

“Sereno… Moreno”

Como es costumbre desde 1960, este 12 de julio, en la Cultura a la Mexicana, celebramos “El día del abogado”, pero en esta ocasión, no hay duda que personalmente lo hago en medio de un ambiente distinto a los que viví como estudiante y después como profesional del Derecho, en sus diferentes fases (litigante, servidor público, maestro y juzgador).

Es así como en el México de hoy, después del 1 de julio coexisten: los aterrados que ya se sienten de la mano de la Venezuela de Maduro, en los umbrales de la Divina Comedia (es decir, del infierno de Dante) y aquellos que, desde su nube, piensan que finalmente la Revolución Mexicana ya les hizo justicia (por supuesto, la “Cuarta Revolución”). Extremos que, con mucho, magnifican los efectos del triunfo lopezobradorista, tanto para bien como para mal, pues las circunstancias que actualmente vivimos los mexicanos son muy particulares y, por tanto, las soluciones a nuestros múltiples problemas que también deben ser muy particulares.

Probablemente la institución del Poder Ejecutivo Federal que más identificamos con el ejercicio de la abogacía es la PGR, entre otras cosas, encargada -desde que tengo uso de razón- de la persecución de los delitos y por tanto, de gran cercanía a la importantísima función de hacer justicia, pero, probablemente aún más próxima a la injusticia que se imparte en nuestro país, según la explicable y profunda convicción expresada por gran parte de la ciudadanía -también, desde que recuerdo-.

Tal idea fue creciendo hasta llegar a la voluntad, casi generalizada, de substituir a la impopular PGR por una figura desprovista de los vicios e ineficiencias que la caracterizan, lo cual derivó en la reforma al Artículo 102 Constitucional, para crear a la Fiscalía General de la República, que se pretende, opere en forma independiente del presidente de la República. Sin embargo, su implementación se ha venido aplazando a pesar de que la reforma tuvo verificativo hace dos años y medio, es más, ya está en duda su aparición en escena, pues parece que Andrés Manuel tiene una idea diferente al respecto, que no ha expresado con la claridad necesaria para generar la certeza de sí la PGR seguirá existiendo como tal, sí por enésima vez va será reestructurada o bien, si efectivamente va a dar paso a la Fiscalía General.

En mi opinión, el tema es crucial para el futuro del país y llegar a la decisión de sustituir a la vieja, ineficiente y contaminada institución, por lo que el futuro gobernante debe ser más claro y al hacer cambios, repetirse:

“Sereno… Moreno”

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