/ viernes 24 de junio de 2022

¿Cómo se relaciona la obesidad con la diabetes mellitus tipo 2? 

Laurence Mercier (Cibnor) y Ornella Malagrino Maza (Médica Fidepaz)


La diabetes mellitus (diabetes en este artículo) es una enfermedad que se caracteriza por un exceso de glucosa en la sangre (niveles en ayuno igual o superior a 126 mg/dl), el cual puede provocar graves daños en el corazón, los vasos sanguíneos, los nervios de las manos y los pies, los ojos y riñones, entre otros órganos.

Existen dos tipos principales de diabetes: la más común, generalmente en adultos, es la diabetes tipo 2, la cual ocurre cuando el cuerpo no produce suficiente insulina, una hormona secretada por las células beta del páncreas, o cuando las células de los músculos, del tejido adiposo y del hígado no pueden usar eficazmente esta hormona

En cambio, la diabetes tipo 1, aunque puede aparecer a cualquier edad, sucede con mayor frecuencia durante la infancia, adolescencia o juventud. En las personas con diabetes tipo 1, el páncreas no produce insulina; una de las razones es por la destrucción autoinmunitaria de las células beta pancreáticas, la cual puede desencadenarse ante factores ambientales en individuos con predisposición genética. En el presente artículo solo haremos referencia a la diabetes tipo 2.

¿A qué se debe el exceso de glucosa en la sangre?

La glucosa proviene de los alimentos que contienen hidratos de carbono (granos, frutas, leche, leguminosas, etc.); es por eso que se elevan los niveles de azúcar en la sangre después de comer. Cuando esto ocurre, el páncreas produce y libera insulina; esta hormona ayuda a que la glucosa de la sangre entre en las células de los músculos y del tejido adiposo e hígado, en donde se convierte en energía o se almacena para ser posteriormente usada. Por lo tanto, la concentración de glucosa en la sangre se reduce a un nivel normal (menos de 140 mg/dl dos horas después de una comida y entre 70 y 100 mg/dl luego de un ayuno de ocho horas).

Cuando las células no responden bien a la insulina y no logran absorber adecuadamente la glucosa de la sangre, se produce lo que se denomina “una resistencia a la insulina”. En consecuencia, el páncreas produce más de esta hormona para hacer frente a la débil respuesta de las células. Los niveles de glucosa en la sangre se mantienen en un rango saludable mientras el páncreas pueda producir suficiente insulina. Cuando la secreción de insulina ya no es capaz de compensar la resistencia a esta hormona, aparece una hiperglucemia, es decir, una concentración alta de glucosa en la sangre (superior a 126 mg/dl en ayuno o mayor de 200 mg/dl en cualquier horario) y ésta puede provocar complicaciones graves de salud si no está tratada y controlada.

La aparición de la diabetes tipo 2 está relacionada con la obesidad y el aumento de peso. Los mecanismos fisiológicos y celulares responsables de esta correlación son complejos y no completamente esclarecidos. Una mejor comprensión de ellos es importante ya que puede conducir a nuevos tratamientos terapéuticos para prevenir y tratar esta enfermedad. Las personas con obesidad suelen mostrar un fallo progresivo de la producción de insulina que coincide con un gradual aumento de la resistencia a esta hormona. Estudios realizados en ratones y humanos han mostrado que alteraciones en la composición del tejido adiposo pueden ser asociadas a la disfunción de las células beta del páncreas y a la resistencia a la insulina de varios órganos.

El cuerpo humano almacena el exceso de energía en forma de grasa dentro de las células del tejido adiposo (o adipocitos). Estas células pueden volverse muy grandes cuando acumulan una gran cantidad de lípidos, por lo que su demanda en oxígeno es mayor; como los vasos sanguíneos difícilmente llegan hasta cada una de ellas, el suministro de este elemento químico se vuelve insuficiente. La falta de oxígeno (o hipoxia) provoca una inflamación del tejido adiposo, la cual es acompañada por una secreción e infiltración de células proinflamatorias y un depósito de colágeno; así, el tejido adiposo se vuelve más rígido y fibroso, lo que impide a los adipocitos aumentar de tamaño y almacenar más lípidos.

La grasa sobrante es orientada hacia otros órganos, tales como el hígado, el páncreas, los músculos y el corazón, lo que ocasiona una acumulación de depósitos de grasa en lugares inadecuados. La inflamación del tejido adiposo causa también un aumento de la actividad lipolítica de los adipocitos, lo que se traduce en una liberación de ácidos grasos libres en la sangre. Estas modificaciones en el tejido adiposo afectan la función y la supervivencia de las células beta del páncreas, así como la resistencia a la insulina. El tejido adiposo es también un órgano que secreta hormonas y otras proteínas. Con la acumulación de grasa, el papel secretor de los adipocitos se modifica y se observa una disminución de la secreción de adiponectina, una hormona que desempeña un papel importante en la protección contra la resistencia a la insulina.

Por otro lado, el número de personas diagnosticadas con diabetes ha aumentado considerablemente en las últimas dos décadas y, seguramente, todos conocemos a un amigo o un pariente quien padece esta enfermedad. En el año 2021, la Federación Internacional de Diabetes (IDF) estimó que, a nivel mundial, 537 millones de adultos de entre 20 y 79 años tienen este padecimiento. Cabe destacar que en veinte años esta cifra se ha triplicado y se prevé que el número de adultos con diabetes aumente a 784 millones en 2045, lo que significa un incremento del 46%.

En México, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2020, aproximadamente el 16% de la población adulta padece diabetes. La prevalencia de esta enfermedad es también más frecuente a medida que avanza la edad y es interesante mencionar que en esta encuesta el 30% de las personas diagnosticadas con diabetes desconocían su condición.

Aunque el riesgo de padecer diabetes tipo 2 puede ser más alto en individuos que tienen sobrepeso u obesidad, antecedentes familiares de diabetes en latinos o hispanos, personas que no hacen ejercicio, entre otros factores, los cambios en el estilo de vida pueden prevenir o retrasar esta enfermedad y, en caso de ya tenerla, prevenir sus complicaciones.

Hay tres cambios comprobados con los que podemos impactar de forma positiva nuestra salud y ayudar a prevenir la diabetes:


1. Alimentación saludable

a) Realice tres comidas regulares al día y establezca horarios.

b) Tome ocho vasos de agua natural al día.

c) Aumente la cantidad de fibra ingerida, utilizando cereales integrales y una gran variedad de frutas y verduras crudas.

d) Consuma abundantes verduras en ensaladas, sopas y guisados.

e) Prefiera carnes blancas como pescado, pollo y pavo (sin piel). Las carnes rojas sin grasa visible, deberán ser consumidas máximo dos veces por semana.

f) Disminuya grasas y aceites, eliminando alimentos fritos, capeados y empanizados, en cremas o con mayonesa. Utilice con moderación grasas vegetales (aceites vegetales, aguacate, semillas).

g) Modere los alimentos que contengan sal y sodio (embutidos, enlatados, salsas, etc.). Use especies para sazonar.

h) Mastique despacio y coma con tranquilidad.

i) Respete los alimentos que contengan hidratos de carbono: leche, yogurt, frijol, lentejas, tortilla de maíz, arroz, pasta, pan integral, fruta, etc.

j) Evite alimentos con índice glucémico alto: postres, galletas, harinas refinadas, jugos, refrescos, dulces, nieves, miel, cajeta, salsa cátsup, frituras, etc.

k) Las cantidades deben de ser adecuadas a su ritmo de vida, edad y peso, por lo que es importante aprender a ajustar sus porciones.


2 Actividad física constante:

a) Inicie de forma gradual. Tome en cuenta su condición física para seleccionar el tipo y el tiempo que le va a dedicar al ejercicio.

b) Busque alguna actividad que le guste y se adapte a su presupuesto; puede ser en casa o cerca del área donde vive o trabaja.

c) Realice el deporte de forma grupal para sentirse más motivado: invite a un familiar o amigo.

d) Sea constante. Establezca días y horarios para realizar su actividad física; no deje pasar más de dos días seguidos sin realizarla.

e) Lleve un registro de sus avances y anímese con sus pequeños o grandes logros. Establezca metas a corto y largo plazo.


3. Reducir el estrés y dormir adecuadamente:

a) Realice actividades de relajación, como respirar profundo y meditar.

b) Busque actividades recreativas que le ayuden a distraerse, como pintar, cantar o bailar.

c) Tome breve descansos durante el día.

d) Escuche música alegre o relajante.

e) Duerma de siete a ocho horas diarias.


El objetivo de los cambios es que se conviertan en un nuevo y duradero estilo de vida que le permita saber cómo elegir los alimentos más saludables, aprender a respetar las cantidades, mantener una rutina de ejercicio de forma regular y saber a controlar el estrés. Recuerde que, al realizar estos pasos, se obtienen beneficios directos en nuestra calidad de vida.


Bibliografía consultada

Gutiérrez-Rodelo, C., Roura-Guiberna, A., Olivares-Reyes, J.A. (2017). Mecanismos moleculares de la resistencia a la insulina: una actualización. Gaceta Médica de México 153, 214-228.


International Diabetes Federation (IDF). (2021). IDF Diabetes Atlas, 10th edition. Disponible en: https://diabetesatlas.org/idfawp/resource-files/2021/07/IDF_Atlas_10th_Edition_2021.pdf (Consultado el 14 de junio 2022).


Klein, S., Gastaldelli, A., Yki-Järvinen, H., Scherer, P.E. (2022). Why does obesity cause diabetes? Cell Metabolism 34, 11-20.


Shamah-Levy, T., Romero-Martínez, M., Barrientos-Gutiérrez, T., Cuevas-Nasu, L., Bautista-Arredondo, S., Colchero, M.A., Gaona-Pineda, E.B., Lazcano-Ponce, E., Martínez-Barnetche, J., Alpuche-Arana, C., Rivera-Dommarco, J. (2021). Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 sobre Covid-19. Resultados nacionales. Cuernavaca, México: Instituto Nacional de Salud Pública.


Autoras

La doctora Laurence Mercier es investigadora del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y la licenciada Ornella Malagrino Maza es nutrióloga de Médica Fidepaz. Correos de contacto: lmercier04@cibnor.mx e infonutriologa@gmail.com, respectivamente.


Nota del editor

Fotografías tomadas de las páginas Hablemos de salud y del Instituto Mexicano del Seguro Social.


***

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Laurence Mercier (Cibnor) y Ornella Malagrino Maza (Médica Fidepaz)


La diabetes mellitus (diabetes en este artículo) es una enfermedad que se caracteriza por un exceso de glucosa en la sangre (niveles en ayuno igual o superior a 126 mg/dl), el cual puede provocar graves daños en el corazón, los vasos sanguíneos, los nervios de las manos y los pies, los ojos y riñones, entre otros órganos.

Existen dos tipos principales de diabetes: la más común, generalmente en adultos, es la diabetes tipo 2, la cual ocurre cuando el cuerpo no produce suficiente insulina, una hormona secretada por las células beta del páncreas, o cuando las células de los músculos, del tejido adiposo y del hígado no pueden usar eficazmente esta hormona

En cambio, la diabetes tipo 1, aunque puede aparecer a cualquier edad, sucede con mayor frecuencia durante la infancia, adolescencia o juventud. En las personas con diabetes tipo 1, el páncreas no produce insulina; una de las razones es por la destrucción autoinmunitaria de las células beta pancreáticas, la cual puede desencadenarse ante factores ambientales en individuos con predisposición genética. En el presente artículo solo haremos referencia a la diabetes tipo 2.

¿A qué se debe el exceso de glucosa en la sangre?

La glucosa proviene de los alimentos que contienen hidratos de carbono (granos, frutas, leche, leguminosas, etc.); es por eso que se elevan los niveles de azúcar en la sangre después de comer. Cuando esto ocurre, el páncreas produce y libera insulina; esta hormona ayuda a que la glucosa de la sangre entre en las células de los músculos y del tejido adiposo e hígado, en donde se convierte en energía o se almacena para ser posteriormente usada. Por lo tanto, la concentración de glucosa en la sangre se reduce a un nivel normal (menos de 140 mg/dl dos horas después de una comida y entre 70 y 100 mg/dl luego de un ayuno de ocho horas).

Cuando las células no responden bien a la insulina y no logran absorber adecuadamente la glucosa de la sangre, se produce lo que se denomina “una resistencia a la insulina”. En consecuencia, el páncreas produce más de esta hormona para hacer frente a la débil respuesta de las células. Los niveles de glucosa en la sangre se mantienen en un rango saludable mientras el páncreas pueda producir suficiente insulina. Cuando la secreción de insulina ya no es capaz de compensar la resistencia a esta hormona, aparece una hiperglucemia, es decir, una concentración alta de glucosa en la sangre (superior a 126 mg/dl en ayuno o mayor de 200 mg/dl en cualquier horario) y ésta puede provocar complicaciones graves de salud si no está tratada y controlada.

La aparición de la diabetes tipo 2 está relacionada con la obesidad y el aumento de peso. Los mecanismos fisiológicos y celulares responsables de esta correlación son complejos y no completamente esclarecidos. Una mejor comprensión de ellos es importante ya que puede conducir a nuevos tratamientos terapéuticos para prevenir y tratar esta enfermedad. Las personas con obesidad suelen mostrar un fallo progresivo de la producción de insulina que coincide con un gradual aumento de la resistencia a esta hormona. Estudios realizados en ratones y humanos han mostrado que alteraciones en la composición del tejido adiposo pueden ser asociadas a la disfunción de las células beta del páncreas y a la resistencia a la insulina de varios órganos.

El cuerpo humano almacena el exceso de energía en forma de grasa dentro de las células del tejido adiposo (o adipocitos). Estas células pueden volverse muy grandes cuando acumulan una gran cantidad de lípidos, por lo que su demanda en oxígeno es mayor; como los vasos sanguíneos difícilmente llegan hasta cada una de ellas, el suministro de este elemento químico se vuelve insuficiente. La falta de oxígeno (o hipoxia) provoca una inflamación del tejido adiposo, la cual es acompañada por una secreción e infiltración de células proinflamatorias y un depósito de colágeno; así, el tejido adiposo se vuelve más rígido y fibroso, lo que impide a los adipocitos aumentar de tamaño y almacenar más lípidos.

La grasa sobrante es orientada hacia otros órganos, tales como el hígado, el páncreas, los músculos y el corazón, lo que ocasiona una acumulación de depósitos de grasa en lugares inadecuados. La inflamación del tejido adiposo causa también un aumento de la actividad lipolítica de los adipocitos, lo que se traduce en una liberación de ácidos grasos libres en la sangre. Estas modificaciones en el tejido adiposo afectan la función y la supervivencia de las células beta del páncreas, así como la resistencia a la insulina. El tejido adiposo es también un órgano que secreta hormonas y otras proteínas. Con la acumulación de grasa, el papel secretor de los adipocitos se modifica y se observa una disminución de la secreción de adiponectina, una hormona que desempeña un papel importante en la protección contra la resistencia a la insulina.

Por otro lado, el número de personas diagnosticadas con diabetes ha aumentado considerablemente en las últimas dos décadas y, seguramente, todos conocemos a un amigo o un pariente quien padece esta enfermedad. En el año 2021, la Federación Internacional de Diabetes (IDF) estimó que, a nivel mundial, 537 millones de adultos de entre 20 y 79 años tienen este padecimiento. Cabe destacar que en veinte años esta cifra se ha triplicado y se prevé que el número de adultos con diabetes aumente a 784 millones en 2045, lo que significa un incremento del 46%.

En México, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2020, aproximadamente el 16% de la población adulta padece diabetes. La prevalencia de esta enfermedad es también más frecuente a medida que avanza la edad y es interesante mencionar que en esta encuesta el 30% de las personas diagnosticadas con diabetes desconocían su condición.

Aunque el riesgo de padecer diabetes tipo 2 puede ser más alto en individuos que tienen sobrepeso u obesidad, antecedentes familiares de diabetes en latinos o hispanos, personas que no hacen ejercicio, entre otros factores, los cambios en el estilo de vida pueden prevenir o retrasar esta enfermedad y, en caso de ya tenerla, prevenir sus complicaciones.

Hay tres cambios comprobados con los que podemos impactar de forma positiva nuestra salud y ayudar a prevenir la diabetes:


1. Alimentación saludable

a) Realice tres comidas regulares al día y establezca horarios.

b) Tome ocho vasos de agua natural al día.

c) Aumente la cantidad de fibra ingerida, utilizando cereales integrales y una gran variedad de frutas y verduras crudas.

d) Consuma abundantes verduras en ensaladas, sopas y guisados.

e) Prefiera carnes blancas como pescado, pollo y pavo (sin piel). Las carnes rojas sin grasa visible, deberán ser consumidas máximo dos veces por semana.

f) Disminuya grasas y aceites, eliminando alimentos fritos, capeados y empanizados, en cremas o con mayonesa. Utilice con moderación grasas vegetales (aceites vegetales, aguacate, semillas).

g) Modere los alimentos que contengan sal y sodio (embutidos, enlatados, salsas, etc.). Use especies para sazonar.

h) Mastique despacio y coma con tranquilidad.

i) Respete los alimentos que contengan hidratos de carbono: leche, yogurt, frijol, lentejas, tortilla de maíz, arroz, pasta, pan integral, fruta, etc.

j) Evite alimentos con índice glucémico alto: postres, galletas, harinas refinadas, jugos, refrescos, dulces, nieves, miel, cajeta, salsa cátsup, frituras, etc.

k) Las cantidades deben de ser adecuadas a su ritmo de vida, edad y peso, por lo que es importante aprender a ajustar sus porciones.


2 Actividad física constante:

a) Inicie de forma gradual. Tome en cuenta su condición física para seleccionar el tipo y el tiempo que le va a dedicar al ejercicio.

b) Busque alguna actividad que le guste y se adapte a su presupuesto; puede ser en casa o cerca del área donde vive o trabaja.

c) Realice el deporte de forma grupal para sentirse más motivado: invite a un familiar o amigo.

d) Sea constante. Establezca días y horarios para realizar su actividad física; no deje pasar más de dos días seguidos sin realizarla.

e) Lleve un registro de sus avances y anímese con sus pequeños o grandes logros. Establezca metas a corto y largo plazo.


3. Reducir el estrés y dormir adecuadamente:

a) Realice actividades de relajación, como respirar profundo y meditar.

b) Busque actividades recreativas que le ayuden a distraerse, como pintar, cantar o bailar.

c) Tome breve descansos durante el día.

d) Escuche música alegre o relajante.

e) Duerma de siete a ocho horas diarias.


El objetivo de los cambios es que se conviertan en un nuevo y duradero estilo de vida que le permita saber cómo elegir los alimentos más saludables, aprender a respetar las cantidades, mantener una rutina de ejercicio de forma regular y saber a controlar el estrés. Recuerde que, al realizar estos pasos, se obtienen beneficios directos en nuestra calidad de vida.


Bibliografía consultada

Gutiérrez-Rodelo, C., Roura-Guiberna, A., Olivares-Reyes, J.A. (2017). Mecanismos moleculares de la resistencia a la insulina: una actualización. Gaceta Médica de México 153, 214-228.


International Diabetes Federation (IDF). (2021). IDF Diabetes Atlas, 10th edition. Disponible en: https://diabetesatlas.org/idfawp/resource-files/2021/07/IDF_Atlas_10th_Edition_2021.pdf (Consultado el 14 de junio 2022).


Klein, S., Gastaldelli, A., Yki-Järvinen, H., Scherer, P.E. (2022). Why does obesity cause diabetes? Cell Metabolism 34, 11-20.


Shamah-Levy, T., Romero-Martínez, M., Barrientos-Gutiérrez, T., Cuevas-Nasu, L., Bautista-Arredondo, S., Colchero, M.A., Gaona-Pineda, E.B., Lazcano-Ponce, E., Martínez-Barnetche, J., Alpuche-Arana, C., Rivera-Dommarco, J. (2021). Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 sobre Covid-19. Resultados nacionales. Cuernavaca, México: Instituto Nacional de Salud Pública.


Autoras

La doctora Laurence Mercier es investigadora del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y la licenciada Ornella Malagrino Maza es nutrióloga de Médica Fidepaz. Correos de contacto: lmercier04@cibnor.mx e infonutriologa@gmail.com, respectivamente.


Nota del editor

Fotografías tomadas de las páginas Hablemos de salud y del Instituto Mexicano del Seguro Social.


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