/ miércoles 1 de junio de 2022

Con el arte urbano, no 

Me gustan mucho las ciudades con arte urbano. Es decir, lo que algunos llaman “grafitti” pero que es la expresión artística llevada a las calles, con una amplia gama de posibilidades.

Desde la Autoridad del Espacio Público, entre 2016 y 2017, impulsamos la intervención de las cortinas de calles del Centro Histórico y la colonia Guerrero. Aún pueden verse las de 20 de Noviembre, de manera destacada, pero también en Calle del 57, Eje Central y Pensador Mexicano, donde fueron plasmadas imágenes en homenaje a la Sonora Santanera.

Muchas veces es complejo lograr plasmar arte urbano en paredes, en cortinas, en los rincones urbanos. Hay que pagar a los artistas y las pinturas; los unos merecen una buena recompensa, y los sprays de calidad son caros.

Ciudades como Bogotá y Berlín destacan por su gran acervo de arte urbano. Hay murales que impactan por lo que representan, como los que retratan la violencia contra las mujeres, los niños y otras temáticas sociales.

En ocasiones, los murales abordan perspectivas comerciales. Por ejemplo, con motivo de los 80 años de los Looney Tunes, se pintaron igual cantidad de muros conmemorativos. En la Ciudad de México había por lo menos dos, uno en la calle de Oaxaca, de Ndubisi Okoye, que aún subsiste; y otro de Raúl Urías, en Circuito Interior y Agustín Melgar, que recién fue censurado, no sé por quién, pero todos los que me lean sospecharán de la Alcaldía.

En Coyoacán hay dos pueblos originarios que resaltan por sus murales. La Candelaria, que tuvo hace algunos años intervenciones de todo tipo: relativas a la conquista, homenaje a los Beatles, y otras expresiones; y Santa Úrsula Coapa, que en diversos callejones ha estampado murales en torno al pueblo mismo.

Desde mi punto de vista, espacios como los pueblos y barrios, que carecen de una traza urbana cuadriculada, son excelentes receptores del arte urbano, porque sus calles angostas y callejones lucen mucho más vivas con estas expresiones, que a su vez refuerzan la identidad local.

No obstante, hay otros espacios en los que el arte urbano tiene cabida: mercados públicos, unidades habitacionales, muros ciegos, espacios urbanos residuales.

Insisto, no siempre se cuenta con los recursos para impulsar esta actividad. También termina siendo una desgracia cuando alguna autoridad decide perseguir el arte urbano, borrarlo, eliminarlo, bajo una perspectiva malentendida de orden.

Esto nada tiene que ver con los rótulos, tema que también ha causado polémica en los últimos días, y que es una expresión de la gráfica popular. Valiosa en conjunto, quizá débil en términos de una perspectiva artística. La suma de ambos elementos, la gráfica popular y el arte urbano, da lugar a una ciudad más rica en expresiones, más viva, con más posibilidades de proyectarse a otras partes del mundo, a través de las redes sociales.

La búsqueda de embellecimiento es, sin duda, necesaria. No todo deben ser tendajones de plástico viejo, como ocurre regularmente en las ferias o en el Centro de Coyoacán, puede construirse una mejor imagen urbana, pero eso no significa que la mejor alternativa sea borrar murales callejeros y rótulos, para colocar logotipos oficiales.

Me gustan mucho las ciudades con arte urbano. Es decir, lo que algunos llaman “grafitti” pero que es la expresión artística llevada a las calles, con una amplia gama de posibilidades.

Desde la Autoridad del Espacio Público, entre 2016 y 2017, impulsamos la intervención de las cortinas de calles del Centro Histórico y la colonia Guerrero. Aún pueden verse las de 20 de Noviembre, de manera destacada, pero también en Calle del 57, Eje Central y Pensador Mexicano, donde fueron plasmadas imágenes en homenaje a la Sonora Santanera.

Muchas veces es complejo lograr plasmar arte urbano en paredes, en cortinas, en los rincones urbanos. Hay que pagar a los artistas y las pinturas; los unos merecen una buena recompensa, y los sprays de calidad son caros.

Ciudades como Bogotá y Berlín destacan por su gran acervo de arte urbano. Hay murales que impactan por lo que representan, como los que retratan la violencia contra las mujeres, los niños y otras temáticas sociales.

En ocasiones, los murales abordan perspectivas comerciales. Por ejemplo, con motivo de los 80 años de los Looney Tunes, se pintaron igual cantidad de muros conmemorativos. En la Ciudad de México había por lo menos dos, uno en la calle de Oaxaca, de Ndubisi Okoye, que aún subsiste; y otro de Raúl Urías, en Circuito Interior y Agustín Melgar, que recién fue censurado, no sé por quién, pero todos los que me lean sospecharán de la Alcaldía.

En Coyoacán hay dos pueblos originarios que resaltan por sus murales. La Candelaria, que tuvo hace algunos años intervenciones de todo tipo: relativas a la conquista, homenaje a los Beatles, y otras expresiones; y Santa Úrsula Coapa, que en diversos callejones ha estampado murales en torno al pueblo mismo.

Desde mi punto de vista, espacios como los pueblos y barrios, que carecen de una traza urbana cuadriculada, son excelentes receptores del arte urbano, porque sus calles angostas y callejones lucen mucho más vivas con estas expresiones, que a su vez refuerzan la identidad local.

No obstante, hay otros espacios en los que el arte urbano tiene cabida: mercados públicos, unidades habitacionales, muros ciegos, espacios urbanos residuales.

Insisto, no siempre se cuenta con los recursos para impulsar esta actividad. También termina siendo una desgracia cuando alguna autoridad decide perseguir el arte urbano, borrarlo, eliminarlo, bajo una perspectiva malentendida de orden.

Esto nada tiene que ver con los rótulos, tema que también ha causado polémica en los últimos días, y que es una expresión de la gráfica popular. Valiosa en conjunto, quizá débil en términos de una perspectiva artística. La suma de ambos elementos, la gráfica popular y el arte urbano, da lugar a una ciudad más rica en expresiones, más viva, con más posibilidades de proyectarse a otras partes del mundo, a través de las redes sociales.

La búsqueda de embellecimiento es, sin duda, necesaria. No todo deben ser tendajones de plástico viejo, como ocurre regularmente en las ferias o en el Centro de Coyoacán, puede construirse una mejor imagen urbana, pero eso no significa que la mejor alternativa sea borrar murales callejeros y rótulos, para colocar logotipos oficiales.

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