/ domingo 16 de enero de 2022

Con la pandemia, que sigue

Desde luego, que el agobio y la incertidumbre de estos dos años, han modificado para siempre, tanto las relaciones personales, como las dinámicas productivas. Y eso sin referir a la diplomacia, el turismo, pero sobre todo, a la docencia aprendizaje. En síntesis, observamos, en estas generaciones, un proceso de adaptación que por mucho tiempo, no se había visto. Veamos lo que sigue, pues las condiciones han cambiado de manera sustancial.

No es un simple y sencilla manera de ver “qué sigue”. Las consecuencias, de no estar preparadas y preparados, nos dejaran en condiciones de absoluta desventaja por lo que se refiere las perspectivas de una sociedad transformada por eventos inéditos. Las inercias a las que podemos vernos absorbidos, darán paso a patologías sociales ante las que no tenemos previsión o prevención; por ejemplo, el dramático incremento de la violencia machista, visible en los medios convencionales y digitales. Se han tenido que crear o diseñar, claves, señas y léxico para evidenciar el riesgo que pasa alguna mujer en su hogar.

También, por lo que se refiere a las condiciones didácticas para la docencia aprendizaje, las exigencias de dos prolongados años, han implicado una inevitable adaptación en donde los recursos para la enseñanza, han cambiado para siempre. Además desde luego, de las posibilidades de dar conferencias, recibir lecciones o participar en exámenes de grado, desde la comodidad de la sala o el comedor de la casa. Y aún lo que falta.

Los sistemas de salud, por su parte, observan una insólita presión, no se diga por la pandemia, sino por la creciente y diversificada demanda de atenciones. El personal médico y paramédico, que han merecido homenajes indispensables en casi todo el mundo, son la evidencia de que las condiciones de un nuevo estilo de vida, ya llegó. Los efectos duraderos de la epidemia, que por supuesto no van a concluir al final de invierno a la gripa estacional, van exigir la rápida preparación de profesionales de la salud, para atender las variantes de este y otros virus.

Para México, país, sociedad, economía y sistema político, la pandemia está resultado un auténtica prueba a propósito de las capacidades de adaptación y resilencia. Pues aunada a la situación descrita, los índices y actividades de la violencia criminal nos plantea un crudo complejo; de enorme exigencia a las autoridades, así como a la sociedad en su conjunto. Resulta determinante reconocer las adversidades observadas, para estar en condiciones de afrontarlas. Las autoridades sanitarias en nuestro país y en varias partes del mundo, cuentan con los recursos tecnológicos necesarios para superar la situación, siempre y cuando se tenga en consideración, que la dinámica social ha cambiado. No se trata de un asunto académico o de moda intelectual, es una realidad.

La demanda de una actitud prudente, es una exigencia. Las voces estridentes no contribuyen a la certeza.

javierolivaposada@gmail.com


Desde luego, que el agobio y la incertidumbre de estos dos años, han modificado para siempre, tanto las relaciones personales, como las dinámicas productivas. Y eso sin referir a la diplomacia, el turismo, pero sobre todo, a la docencia aprendizaje. En síntesis, observamos, en estas generaciones, un proceso de adaptación que por mucho tiempo, no se había visto. Veamos lo que sigue, pues las condiciones han cambiado de manera sustancial.

No es un simple y sencilla manera de ver “qué sigue”. Las consecuencias, de no estar preparadas y preparados, nos dejaran en condiciones de absoluta desventaja por lo que se refiere las perspectivas de una sociedad transformada por eventos inéditos. Las inercias a las que podemos vernos absorbidos, darán paso a patologías sociales ante las que no tenemos previsión o prevención; por ejemplo, el dramático incremento de la violencia machista, visible en los medios convencionales y digitales. Se han tenido que crear o diseñar, claves, señas y léxico para evidenciar el riesgo que pasa alguna mujer en su hogar.

También, por lo que se refiere a las condiciones didácticas para la docencia aprendizaje, las exigencias de dos prolongados años, han implicado una inevitable adaptación en donde los recursos para la enseñanza, han cambiado para siempre. Además desde luego, de las posibilidades de dar conferencias, recibir lecciones o participar en exámenes de grado, desde la comodidad de la sala o el comedor de la casa. Y aún lo que falta.

Los sistemas de salud, por su parte, observan una insólita presión, no se diga por la pandemia, sino por la creciente y diversificada demanda de atenciones. El personal médico y paramédico, que han merecido homenajes indispensables en casi todo el mundo, son la evidencia de que las condiciones de un nuevo estilo de vida, ya llegó. Los efectos duraderos de la epidemia, que por supuesto no van a concluir al final de invierno a la gripa estacional, van exigir la rápida preparación de profesionales de la salud, para atender las variantes de este y otros virus.

Para México, país, sociedad, economía y sistema político, la pandemia está resultado un auténtica prueba a propósito de las capacidades de adaptación y resilencia. Pues aunada a la situación descrita, los índices y actividades de la violencia criminal nos plantea un crudo complejo; de enorme exigencia a las autoridades, así como a la sociedad en su conjunto. Resulta determinante reconocer las adversidades observadas, para estar en condiciones de afrontarlas. Las autoridades sanitarias en nuestro país y en varias partes del mundo, cuentan con los recursos tecnológicos necesarios para superar la situación, siempre y cuando se tenga en consideración, que la dinámica social ha cambiado. No se trata de un asunto académico o de moda intelectual, es una realidad.

La demanda de una actitud prudente, es una exigencia. Las voces estridentes no contribuyen a la certeza.

javierolivaposada@gmail.com