/ miércoles 28 de octubre de 2020

¡Con los pelos de punta!

Así está un amplio segmento de estadounidenses, a poco menos de una semana de las elecciones. Expertos y académicos alertan del peligro de una reelección del señor Trump. Piensan que sería la sepultura de su democracia.

El Republicano y el Demócrata pelean metro a metro de terreno. Los estados clave, sobre todo, Pensilvania, se vuelven manjar de dioses para sus expectativas. De momento, Joe Biden va arriba en la entidad en la que nació, pero la diferencia no es muy sustancial –cinco puntos-.

Se juegan el todo por el todo, Trump, con la enorme ventaja de estar en la presidencia. Sólo el hartazgo y la decepción de millones de sus votantes, podría darle la vuelta y mandarlo a la lona, aunque la profunda polarización de la sociedad, aún pudiera permitirle retener la Casa Blanca.

Son muchos los factores que inciden en este proceso electoral. Una ultraconservadora Iglesia Católica, salvo los Jesuitas y los Franciscanos, animan a votar por el hotentote de los pelos de elote.

Consideran que, el ser “próvida”, según se autocalifica el inmoral personaje, es esencial para detener a las organizaciones “abortivas”. Se hacen ciegos y sordos a violaciones a los Derechos Humanos, como lo ha sido la separación de familias de indocumentados, o el que se tenga a estos niños que detienen, en jaulas.

En el último debate entre ambos candidatos se planteó el tema y Trump culpó a Obama de haber hecho las condenables jaulas, falsedad absoluta, ya que se hicieron con otros fines.

Pero, un número importante de obispos y cardenales comparten la demencial visión del populista transgresor del Estado de Derecho, así como de las normas mínimas de la civilización.

La estrechez de miras de la Iglesia local, además del dramático destape de la pederastia, alejaron a un buen número de feligreses, aunque concentraron otra importante cantidad de “ultras” fundamentalistas. El que los pastores convoquen a sufragar por el autócrata es deplorable.

De su base dura, ni qué decir. Lo siguen incondicionalmente, le cree todas sus mentiras y le aplauden el racismo que tiene dividida a la opinión pública.

Con cinismo, Trump ha patentizado su xenofobia y su rechazo al “extranjero”, en particular a los morenos. Su discurso de odio ha sembrado una violencia incontenible, que supondrá uno de los problemas más serios, para Joe Biden, en el caso de que triunfe.

Reunificar a la población y sosegar a los grupos extremistas, que se cuentan por miles, tomará tiempo, prudencia y a la vez firmeza, de parte de quien combate por la igualdad de Derechos.

En el segmento que Trump la tiene más perdida es en el de las mujeres. Su característica misoginia consiguió el repudio manifiesto del género.

Entre sus graves errores destaca el intento por convertir a Estados Unidos, en un coto provinciano, cerrado al exterior, sin el horizonte de ocupar el lugar que tuvo en el concierto de las naciones.

Dejó a la OMS (Organización Mundial de la Salud), por su capricho y desastroso y fatal manejo de la pandemia. Se peleó con la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), con los Acuerdos de París (En razón de que niega el cambio climático) y tiene pésima relación con los gobernantes europeos. Ama a los dictadores y populistas de su ralea.

El desenlace de la contienda está cerca, aunque, en su ambición por no perder el cargo, argumentará fraude y podría acabar resolviéndose en tribunales. Veremos qué pasa.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Así está un amplio segmento de estadounidenses, a poco menos de una semana de las elecciones. Expertos y académicos alertan del peligro de una reelección del señor Trump. Piensan que sería la sepultura de su democracia.

El Republicano y el Demócrata pelean metro a metro de terreno. Los estados clave, sobre todo, Pensilvania, se vuelven manjar de dioses para sus expectativas. De momento, Joe Biden va arriba en la entidad en la que nació, pero la diferencia no es muy sustancial –cinco puntos-.

Se juegan el todo por el todo, Trump, con la enorme ventaja de estar en la presidencia. Sólo el hartazgo y la decepción de millones de sus votantes, podría darle la vuelta y mandarlo a la lona, aunque la profunda polarización de la sociedad, aún pudiera permitirle retener la Casa Blanca.

Son muchos los factores que inciden en este proceso electoral. Una ultraconservadora Iglesia Católica, salvo los Jesuitas y los Franciscanos, animan a votar por el hotentote de los pelos de elote.

Consideran que, el ser “próvida”, según se autocalifica el inmoral personaje, es esencial para detener a las organizaciones “abortivas”. Se hacen ciegos y sordos a violaciones a los Derechos Humanos, como lo ha sido la separación de familias de indocumentados, o el que se tenga a estos niños que detienen, en jaulas.

En el último debate entre ambos candidatos se planteó el tema y Trump culpó a Obama de haber hecho las condenables jaulas, falsedad absoluta, ya que se hicieron con otros fines.

Pero, un número importante de obispos y cardenales comparten la demencial visión del populista transgresor del Estado de Derecho, así como de las normas mínimas de la civilización.

La estrechez de miras de la Iglesia local, además del dramático destape de la pederastia, alejaron a un buen número de feligreses, aunque concentraron otra importante cantidad de “ultras” fundamentalistas. El que los pastores convoquen a sufragar por el autócrata es deplorable.

De su base dura, ni qué decir. Lo siguen incondicionalmente, le cree todas sus mentiras y le aplauden el racismo que tiene dividida a la opinión pública.

Con cinismo, Trump ha patentizado su xenofobia y su rechazo al “extranjero”, en particular a los morenos. Su discurso de odio ha sembrado una violencia incontenible, que supondrá uno de los problemas más serios, para Joe Biden, en el caso de que triunfe.

Reunificar a la población y sosegar a los grupos extremistas, que se cuentan por miles, tomará tiempo, prudencia y a la vez firmeza, de parte de quien combate por la igualdad de Derechos.

En el segmento que Trump la tiene más perdida es en el de las mujeres. Su característica misoginia consiguió el repudio manifiesto del género.

Entre sus graves errores destaca el intento por convertir a Estados Unidos, en un coto provinciano, cerrado al exterior, sin el horizonte de ocupar el lugar que tuvo en el concierto de las naciones.

Dejó a la OMS (Organización Mundial de la Salud), por su capricho y desastroso y fatal manejo de la pandemia. Se peleó con la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), con los Acuerdos de París (En razón de que niega el cambio climático) y tiene pésima relación con los gobernantes europeos. Ama a los dictadores y populistas de su ralea.

El desenlace de la contienda está cerca, aunque, en su ambición por no perder el cargo, argumentará fraude y podría acabar resolviéndose en tribunales. Veremos qué pasa.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq