/ miércoles 18 de diciembre de 2019

Con todo y todo, el T-MEC es una fortuna

Más allá de las críticas que se puedan hacer al nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, que sustituirá al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), es importante que sepamos apreciar que es una herramienta perfectible, que aún con todo lo que se le puede mejorar, siempre será mejor contar con éste, que no tenerlo.

Insisto, en esta nota en particular, la idea no es hacer críticas a este nuevo acuerdo para los tres países de América del Norte, pues quien le haga señalamientos en la prensa nacional e internacional, no falta. Aquí lo importante es apreciar la trascendencia de tener un instrumento de esta naturaleza en momentos en que las fronteras tienden a cerrarse, no a abrirse.

Veamos tan sólo lo que está ocurriendo en la Gran Bretaña, donde los ciudadanos fueron una vez más a las urnas y sin darle muchas vueltas al asunto, votaron masivamente a favor del Partido Conservador, del actual primer ministro, Boris Johnson, en conciencia de que hacerlo es como dar un sufragio simultáneo en favor del Brexit, que implica la salida de los británicos de la Unión Europea.

Ya sintiéndose respaldado popularmente, el premier, Boris Johnson, ha dicho que ya por ningún motivo pasará del 31 de enero próximo que la Gran Bretaña termine de abandonar a la Unión Europea, algo que será casi como darse un tiro en el pie, dado que el mayor intercambio comercial de los británicos es precisamente con la Europa unificada, a la que, de dejar de pertenecer, gradualmente le irá comprando con gravámenes adicionales, al tiempo que le venderá en condiciones similares.

Por otra parte, está el caso de Escocia, nación hasta ahora perteneciente a la Gran Bretaña y que repetidamente ha dicho que, si en Londres insisten en continuar con el Brexit, optarán por impulsar su independencia, para que una vez consiguiéndola, se integren a la Unión Europea por su cuenta, quizá en buena medida defendiendo sus exportaciones de Whisky.

Por otra parte, vemos al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, seguir en una guerra comercial con China, la que, si bien empieza a dar signos de que pudiera empezar a resolverse, por ahora lo que ha pasado con ésta es que ha habido un intercambio de aranceles bilateral, lo que ha encarecido el comercio entre ambos países, algo que quienes lo han pagado más caro, han sido los consumidores estadounidenses.

Por otra parte, en América del Sur, ante las divisiones que se están gestando entre los países que se han sumado al llamado Eje Bolivariano, impulsado por Cuba y Venezuela, con el Socialismo del Siglo XXI y los que han optado por gobiernos de derecha, algunos de los que se han ido al extremo, como Brasil, con Jair Bolsonaro, lo que ha terminado por pasar es que mecanismos de integración como el Mercosur, cada vez se vuelven menos mencionados y funcionales.

En medio de todo este escenario a nivel global, en México hemos conseguido firmar una renovación y progreso de nuestro acuerdo de libre comercio con el mercado más grande del mundo, integrado por nosotros junto con Estados Unidos, que es la economía más grande a nivel global y Canadá, que es el segundo país más grande del orbe.

Es importante que apreciemos lo que tenemos y veamos el ejemplo que se da de un mecanismo en el que se empezó a trabajar en otra administración (sin importar su origen) y en el que se ha podido trabajar, dando una continuidad que va más allá de los gobiernos en turno por el bienestar de México, que hoy más que nunca, debe aprovechar el ser el principal socio comercial de Estados Unidos.

Insisto, el T-MEC es perfectible y una vez que entre en vigor al ser ratificado por los legislativos de los tres países (Senado de México, Congreso de Estados Unidos y Parlamento de Canadá), habrá que trabajar conjuntamente en hacer de este un mejor instrumento para nuestras naciones. Nos lo debemos.


FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre

Más allá de las críticas que se puedan hacer al nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, que sustituirá al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), es importante que sepamos apreciar que es una herramienta perfectible, que aún con todo lo que se le puede mejorar, siempre será mejor contar con éste, que no tenerlo.

Insisto, en esta nota en particular, la idea no es hacer críticas a este nuevo acuerdo para los tres países de América del Norte, pues quien le haga señalamientos en la prensa nacional e internacional, no falta. Aquí lo importante es apreciar la trascendencia de tener un instrumento de esta naturaleza en momentos en que las fronteras tienden a cerrarse, no a abrirse.

Veamos tan sólo lo que está ocurriendo en la Gran Bretaña, donde los ciudadanos fueron una vez más a las urnas y sin darle muchas vueltas al asunto, votaron masivamente a favor del Partido Conservador, del actual primer ministro, Boris Johnson, en conciencia de que hacerlo es como dar un sufragio simultáneo en favor del Brexit, que implica la salida de los británicos de la Unión Europea.

Ya sintiéndose respaldado popularmente, el premier, Boris Johnson, ha dicho que ya por ningún motivo pasará del 31 de enero próximo que la Gran Bretaña termine de abandonar a la Unión Europea, algo que será casi como darse un tiro en el pie, dado que el mayor intercambio comercial de los británicos es precisamente con la Europa unificada, a la que, de dejar de pertenecer, gradualmente le irá comprando con gravámenes adicionales, al tiempo que le venderá en condiciones similares.

Por otra parte, está el caso de Escocia, nación hasta ahora perteneciente a la Gran Bretaña y que repetidamente ha dicho que, si en Londres insisten en continuar con el Brexit, optarán por impulsar su independencia, para que una vez consiguiéndola, se integren a la Unión Europea por su cuenta, quizá en buena medida defendiendo sus exportaciones de Whisky.

Por otra parte, vemos al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, seguir en una guerra comercial con China, la que, si bien empieza a dar signos de que pudiera empezar a resolverse, por ahora lo que ha pasado con ésta es que ha habido un intercambio de aranceles bilateral, lo que ha encarecido el comercio entre ambos países, algo que quienes lo han pagado más caro, han sido los consumidores estadounidenses.

Por otra parte, en América del Sur, ante las divisiones que se están gestando entre los países que se han sumado al llamado Eje Bolivariano, impulsado por Cuba y Venezuela, con el Socialismo del Siglo XXI y los que han optado por gobiernos de derecha, algunos de los que se han ido al extremo, como Brasil, con Jair Bolsonaro, lo que ha terminado por pasar es que mecanismos de integración como el Mercosur, cada vez se vuelven menos mencionados y funcionales.

En medio de todo este escenario a nivel global, en México hemos conseguido firmar una renovación y progreso de nuestro acuerdo de libre comercio con el mercado más grande del mundo, integrado por nosotros junto con Estados Unidos, que es la economía más grande a nivel global y Canadá, que es el segundo país más grande del orbe.

Es importante que apreciemos lo que tenemos y veamos el ejemplo que se da de un mecanismo en el que se empezó a trabajar en otra administración (sin importar su origen) y en el que se ha podido trabajar, dando una continuidad que va más allá de los gobiernos en turno por el bienestar de México, que hoy más que nunca, debe aprovechar el ser el principal socio comercial de Estados Unidos.

Insisto, el T-MEC es perfectible y una vez que entre en vigor al ser ratificado por los legislativos de los tres países (Senado de México, Congreso de Estados Unidos y Parlamento de Canadá), habrá que trabajar conjuntamente en hacer de este un mejor instrumento para nuestras naciones. Nos lo debemos.


FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @Yoladelatorre