/ lunes 29 de octubre de 2018

Confianza, incertidumbre y cambio

Uno de los aspectos fundamentales de la democracia es la transición pacífica del poder, la alternancia y la pluralidad de ideas en un contexto nacional inmerso en la globalización y la incertidumbre política, comercial y financiera. México navega en aguas turbulentas por el escenario internacional adverso y una relación compleja con Estados Unidos, cuyas políticas han cambiado radicalmente.

La confianza del sistema electoral, el de dar certeza sobre los resultados y una institucionalidad plena, sigue en construcción y no fueron pocos los conflictos poselectorales en distintos órdenes de la vida pública. La transición a la democracia con alternancia, se da en un contexto de desprestigio de la política y sus instituciones. También en un contexto de alta desaprobación presidencial y en general de los líderes en el mundo.

La confianza de la sociedad en sus instituciones y sus gobernantes tiene varias décadas a la baja y no es para menos. El Estado de derecho se vulnera con toda impunidad y esto sucede desde la delincuencia organizada, hasta los delitos de cuello blanco; la corrupción.

Por tanto, la confianza es escasa en las sociedades contemporáneas y se evidencia de muchas maneras. Por un lado, en la desobediencia civil y la rebelión, como en distintos países que se encuentran en guerra civil. Por otro lado, se verifica en los mercados de capitales y de inversión privada. También la falta de confianza se expresa como incertidumbre, como la falta de certeza en los resultados del cambio o de la evolución de procesos económicos y sociales.

Por un lado, la democracia electoral nos construye la certeza de la transición del poder, pero a su vez nos deja con la incertidumbre de las políticas públicas del nuevo gobierno, la continuidad económica y la implantación de nuevos equilibrios y sistemas de atención ciudadana, que redunden en una mejor gobernanza y servicios para la población. Es así, que para reducir la incertidumbre de los cambios que la misma democracia procura, ésta se desdobla en el tipo de democracia participativa que abre el debate, fomenta la deliberación pública de los asuntos y que se sustenta, a su vez, en mayorías.

La incertidumbre que provoca el cambio es normal, tanto en la vida cotidiana, como la vida social, pero también en la democracia de las mayorías. Esto se debe a que el poder de las mayorías se puede movilizar mecánicamente, sin reflexión, sin debate, sin análisis de costo beneficio. También porque las mayorías tienen la capacidad de reorganizar la ideología.

En esta trasmisión de gobierno destacan tres oposiciones respecto a lo realizado por la administración saliente y que su consecuente ajuste, corrección o viraje, generarán más incertidumbre: la contra reforma educativa en un plano; la continuidad de la reforma energética y la vigencia de los contratos y; el NAIM, el proyecto de infraestructura más relevante de México en los últimos años.

Aunque anunciada con anticipación, tanto la oposición al proyecto, como la realización de la consulta, el tema del NAIM desató polémica en todos los ámbitos. Por un lado, los partidos de oposición la desacreditan, acusan al presidente electo de manipulación política e incluso de ilegalidad. Por otro lado, los empresarios defienden el NAIM desde la campaña, en un esfuerzo de convencimiento de que es la mejor opción y señalan escenarios adversos con inversionistas, calificadoras de riesgo y otros efectos económicos de cancelar el proyecto de Texcoco.

Otros actores, organizaciones y colegios aportaron información. Las televisoras armaron sendos debates técnicos y discusiones con todo tipo de argumentación a favor y contra. Las organizaciones sociales se sumaron a los argumentos en contra de Texcoco, unos por razones sociales y otros por razones ambientales. Los argumentos a favor del proyecto de Santa Lucía poco pudieron argumentar con bases y estudios de fondo, incluso con cifras estimadas reales sobre sus costos. En las mesas de diálogo, debates, foros y sitios de internet sólo se puede visualizar un proyecto global muy avanzado que está en marcha y otro proyecto que representa un sistema de aeropuertos complementados entre sí.

La paradoja radica, en que las encuestas con mayor rigor científico que la consulta, ponían a Texcoco a la cabeza de las preferencias. En cambio, los pronósticos de la consulta daban mayoría al sistema de aeroportuario propuesto como alternativa por el presidente electo. Independientemente del resultado de la consulta y sus múltiples deficiencias, lo cierto es que la democracia participativa combinada con mayorías mecánicas pueden legitimar un viraje disruptivo de este proyecto con grandes costos para el país y como ya se ha visto en el intenso debate.

Uno de los aspectos fundamentales de la democracia es la transición pacífica del poder, la alternancia y la pluralidad de ideas en un contexto nacional inmerso en la globalización y la incertidumbre política, comercial y financiera. México navega en aguas turbulentas por el escenario internacional adverso y una relación compleja con Estados Unidos, cuyas políticas han cambiado radicalmente.

La confianza del sistema electoral, el de dar certeza sobre los resultados y una institucionalidad plena, sigue en construcción y no fueron pocos los conflictos poselectorales en distintos órdenes de la vida pública. La transición a la democracia con alternancia, se da en un contexto de desprestigio de la política y sus instituciones. También en un contexto de alta desaprobación presidencial y en general de los líderes en el mundo.

La confianza de la sociedad en sus instituciones y sus gobernantes tiene varias décadas a la baja y no es para menos. El Estado de derecho se vulnera con toda impunidad y esto sucede desde la delincuencia organizada, hasta los delitos de cuello blanco; la corrupción.

Por tanto, la confianza es escasa en las sociedades contemporáneas y se evidencia de muchas maneras. Por un lado, en la desobediencia civil y la rebelión, como en distintos países que se encuentran en guerra civil. Por otro lado, se verifica en los mercados de capitales y de inversión privada. También la falta de confianza se expresa como incertidumbre, como la falta de certeza en los resultados del cambio o de la evolución de procesos económicos y sociales.

Por un lado, la democracia electoral nos construye la certeza de la transición del poder, pero a su vez nos deja con la incertidumbre de las políticas públicas del nuevo gobierno, la continuidad económica y la implantación de nuevos equilibrios y sistemas de atención ciudadana, que redunden en una mejor gobernanza y servicios para la población. Es así, que para reducir la incertidumbre de los cambios que la misma democracia procura, ésta se desdobla en el tipo de democracia participativa que abre el debate, fomenta la deliberación pública de los asuntos y que se sustenta, a su vez, en mayorías.

La incertidumbre que provoca el cambio es normal, tanto en la vida cotidiana, como la vida social, pero también en la democracia de las mayorías. Esto se debe a que el poder de las mayorías se puede movilizar mecánicamente, sin reflexión, sin debate, sin análisis de costo beneficio. También porque las mayorías tienen la capacidad de reorganizar la ideología.

En esta trasmisión de gobierno destacan tres oposiciones respecto a lo realizado por la administración saliente y que su consecuente ajuste, corrección o viraje, generarán más incertidumbre: la contra reforma educativa en un plano; la continuidad de la reforma energética y la vigencia de los contratos y; el NAIM, el proyecto de infraestructura más relevante de México en los últimos años.

Aunque anunciada con anticipación, tanto la oposición al proyecto, como la realización de la consulta, el tema del NAIM desató polémica en todos los ámbitos. Por un lado, los partidos de oposición la desacreditan, acusan al presidente electo de manipulación política e incluso de ilegalidad. Por otro lado, los empresarios defienden el NAIM desde la campaña, en un esfuerzo de convencimiento de que es la mejor opción y señalan escenarios adversos con inversionistas, calificadoras de riesgo y otros efectos económicos de cancelar el proyecto de Texcoco.

Otros actores, organizaciones y colegios aportaron información. Las televisoras armaron sendos debates técnicos y discusiones con todo tipo de argumentación a favor y contra. Las organizaciones sociales se sumaron a los argumentos en contra de Texcoco, unos por razones sociales y otros por razones ambientales. Los argumentos a favor del proyecto de Santa Lucía poco pudieron argumentar con bases y estudios de fondo, incluso con cifras estimadas reales sobre sus costos. En las mesas de diálogo, debates, foros y sitios de internet sólo se puede visualizar un proyecto global muy avanzado que está en marcha y otro proyecto que representa un sistema de aeropuertos complementados entre sí.

La paradoja radica, en que las encuestas con mayor rigor científico que la consulta, ponían a Texcoco a la cabeza de las preferencias. En cambio, los pronósticos de la consulta daban mayoría al sistema de aeroportuario propuesto como alternativa por el presidente electo. Independientemente del resultado de la consulta y sus múltiples deficiencias, lo cierto es que la democracia participativa combinada con mayorías mecánicas pueden legitimar un viraje disruptivo de este proyecto con grandes costos para el país y como ya se ha visto en el intenso debate.