/ martes 11 de febrero de 2020

Consecuencias económicas del coronavirus

Por: Yoanna Shubich Green

El 31 de diciembre de 2019, China anunció la aparición de un nuevo virus que ha dejado 908 muertes y más de 40 mil contagios en una treintena de países. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado una emergencia internacional. El índice de mortalidad es del 2 por ciento y la OMS afirmó que los casos de contagio en China se están “estabilizando”.

Esta pandemia está afectando gravemente a la economía del país, así como a la economía mundial. La ciudad de Wuhan fue el foco de la epidemia y las autoridades del gigante asiático para contener la enfermedad, tomaron medidas excepcionales de cuarentena al aislar a 50 millones de personas en más de 10 localidades, lo que ha provocado desabasto en las tiendas y las cadenas de suministros paralizadas.

Entre las primeras consecuencias económicas estuvo que el índice de la Bolsa de Valores de Shanghai retrocedió 8 por ciento y el Banco Popular Chino (PBOC) redujo las tasas de interés e inyectó unos 171 mil millones de dólares al sistema financiero.

La economía china se ha desacelerado y la emergencia sanitaria podría restarle entre 1 y 2 por ciento de su PIB anual, lo que impactará en el crecimiento internacional, ya que el peso de este país en el mundo ha crecido aproximadamente con 14 billones de dólares y representa 18 por ciento del PIB mundial.

Wuhan es un centro industrial y de transporte importante, es la sede de los principales productores nacionales de automóviles y de acero. Ante las medidas sanitarias, muchas fábricas permanecen cerradas y la producción frenada.

Además, el turismo interno y externo también está detenido por las cancelaciones de varias aerolíneas que suspendieron sus vuelos hacia China, siendo una actividad cada vez más entrelazada con el turismo mundial. Además, la cuarentena coincidió con el festejo del inicio del año chino.

China, segundo consumidor del petróleo mundial, redujo su demanda y el precio del petróleo ha caído a su nivel más bajo, de 60.70 dólares por barril.

Las autoridades chinas aprendieron de la experiencia del SARS en 2003, por lo que reaccionaron con más rapidez, eficiencia y restricciones; paradójicamente, las medidas para evitar el contagio son las que más costos económicos están causando, y más cuando el mundo se ha integrado mayormente y el peso de China en la economía mundial es superior.

Entre los sectores afectados están: el automotriz, fabricantes de dispositivos electrónicos y empresas de tecnología, cadenas de establecimientos comerciales y fabricantes de maquinaria y equipos para plásticos.

El impacto económico del virus afectará principalmente a la región latinoamericana, ya que China es el principal socio comercial de varios países como Brasil, Chile y Perú, sobre todo de productos básicos.

En función de la duración y de la gravedad de esta crisis, se podrán cuantificar los costes mortales y las pérdidas económicas. A medida que el mundo se integra más, el coste global aumenta. Así, hoy más que nunca, la cooperación y los organismos multilaterales son esenciales ante las nuevas amenazas globales que no son detenidas por las fronteras.

Por: Yoanna Shubich Green

El 31 de diciembre de 2019, China anunció la aparición de un nuevo virus que ha dejado 908 muertes y más de 40 mil contagios en una treintena de países. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado una emergencia internacional. El índice de mortalidad es del 2 por ciento y la OMS afirmó que los casos de contagio en China se están “estabilizando”.

Esta pandemia está afectando gravemente a la economía del país, así como a la economía mundial. La ciudad de Wuhan fue el foco de la epidemia y las autoridades del gigante asiático para contener la enfermedad, tomaron medidas excepcionales de cuarentena al aislar a 50 millones de personas en más de 10 localidades, lo que ha provocado desabasto en las tiendas y las cadenas de suministros paralizadas.

Entre las primeras consecuencias económicas estuvo que el índice de la Bolsa de Valores de Shanghai retrocedió 8 por ciento y el Banco Popular Chino (PBOC) redujo las tasas de interés e inyectó unos 171 mil millones de dólares al sistema financiero.

La economía china se ha desacelerado y la emergencia sanitaria podría restarle entre 1 y 2 por ciento de su PIB anual, lo que impactará en el crecimiento internacional, ya que el peso de este país en el mundo ha crecido aproximadamente con 14 billones de dólares y representa 18 por ciento del PIB mundial.

Wuhan es un centro industrial y de transporte importante, es la sede de los principales productores nacionales de automóviles y de acero. Ante las medidas sanitarias, muchas fábricas permanecen cerradas y la producción frenada.

Además, el turismo interno y externo también está detenido por las cancelaciones de varias aerolíneas que suspendieron sus vuelos hacia China, siendo una actividad cada vez más entrelazada con el turismo mundial. Además, la cuarentena coincidió con el festejo del inicio del año chino.

China, segundo consumidor del petróleo mundial, redujo su demanda y el precio del petróleo ha caído a su nivel más bajo, de 60.70 dólares por barril.

Las autoridades chinas aprendieron de la experiencia del SARS en 2003, por lo que reaccionaron con más rapidez, eficiencia y restricciones; paradójicamente, las medidas para evitar el contagio son las que más costos económicos están causando, y más cuando el mundo se ha integrado mayormente y el peso de China en la economía mundial es superior.

Entre los sectores afectados están: el automotriz, fabricantes de dispositivos electrónicos y empresas de tecnología, cadenas de establecimientos comerciales y fabricantes de maquinaria y equipos para plásticos.

El impacto económico del virus afectará principalmente a la región latinoamericana, ya que China es el principal socio comercial de varios países como Brasil, Chile y Perú, sobre todo de productos básicos.

En función de la duración y de la gravedad de esta crisis, se podrán cuantificar los costes mortales y las pérdidas económicas. A medida que el mundo se integra más, el coste global aumenta. Así, hoy más que nunca, la cooperación y los organismos multilaterales son esenciales ante las nuevas amenazas globales que no son detenidas por las fronteras.