/ martes 24 de noviembre de 2020

Consejo de resiliencia de la Ciudad de México

Por Eduardo Vázquez

El Gobierno de la Ciudad de México, a través de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, llevó a cabo en días pasados la sesión de instalación del Consejo de Resiliencia de la CDMX. El evento, presidido por la Secretaria del ramo, la Dra. Myriam Urzúa Venegas, contó con la participación de diversos actores de los sectores, público, privado, social y académico, así como organismos internacionales.

Este Consejo tiene como objetivo coordinar a las dependencias de la Administración Pública de la Ciudad de México, así como a las alcaldías, la sociedad y otros actores relevantes para llevar a cabo la política de Resiliencia de la Ciudad. Para esto se establecerán órganos de trabajo denominados Comisiones Técnicas en materia de Resiliencia Hídrica; Resiliencia Urbana y Territorial; Resiliencia Sísmica, y Resiliencia en el Sistema de Movilidad.

Es muy importante señalar que este mecanismo de coordinación, colaboración y participación entre las autoridades y los actores de distintos sectores es el primero en su tipo en el país.

Este hecho cobra aún más relevancia considerando que se estima que para el año 2050 el 90% de las personas vivirán en las ciudades, mismas que son propensas a escenarios de desastres como terremotos y tsunamis, pero sobre todo a eventos hidrometeorológicos cuya intensidad y duración se han alterado debido al cambio climático que exacerba riesgos como el incremento de olas de calor, lluvias extremas y sequías prolongadas.

En el caso del agua, estos efectos se reflejan de diversas maneras. Según el reporte de riesgos 2020 del Foro Económico Mundial, las crisis de agua y los fenómenos climáticos extremos como inundaciones y sequías se ubican en los primeros 5 lugares de los riesgos globales en términos de impacto. Asimismo, de acuerdo con datos de la ONU, para 2050 se estima que el clima en México será entre 2 y 4 grados más cálido, y entre 2060 y 2090 se predice una reducción en la precipitación de entre 10 y 28%.

Por su ubicación geográfica, nuestro país presenta una alta vulnerabilidad a sufrir los impactos de fenómenos hidrometeorológicos y, entre ellos, el 33% se refieren a inundaciones, a las que aproximadamente el 40% del país y más de la cuarta parte de la población están expuestos de acuerdo con cifras del Banco Mundial.

El CENAPRED calcula que el costo de los desastres provocados por el impacto de fenómenos climáticos extremos fue de 776 millones de dólares y estima que el 86.8% de los daños y pérdidas de 2000 a 2018 son de origen hidrometeorológico, cuya mayor recurrencia genera más afectaciones a los bienes nacionales, como la infraestructura carretera y lamentablemente con la pérdida de vidas humanas.

La Ciudad de México, por supuesto, no es ajena a estos fenómenos, siendo que año con año vemos mayores efectos. Existen ya 44 puntos críticos de inundación, con afectaciones a la infraestructura pública y patrimonio de las personas.

Los efectos del cambio climático se resienten cada vez más al afectar los patrones de las lluvias, provocando sequías e incidiendo en la cantidad y calidad de agua disponible. La sobreexplotación y el consecuente hundimiento del subsuelo provocan más socavones y grietas, así como mayor vulnerabilidad ante los sismos.

Por ello, es indispensable impulsar una perspectiva de resiliencia, generar capacidades de adaptación, así como promover las políticas y financiamientos necesarios orientados a la prevención y gestión de riesgos.

El hecho de que la Ciudad cuente con un espacio institucional de concertación, consulta y colaboración orientado a la resiliencia y la prevención y protección de riesgos con los distintos sectores de la sociedad es una oportunidad. Sin lugar a dudas, este Consejo tendrá una función clave en el presente y a futuro para la reducción de riesgos antes desastres y sobre todo para la planeación de una nueva agenda de desarrollo sostenible en una de las urbes más grandes del mundo.

Por Eduardo Vázquez

El Gobierno de la Ciudad de México, a través de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, llevó a cabo en días pasados la sesión de instalación del Consejo de Resiliencia de la CDMX. El evento, presidido por la Secretaria del ramo, la Dra. Myriam Urzúa Venegas, contó con la participación de diversos actores de los sectores, público, privado, social y académico, así como organismos internacionales.

Este Consejo tiene como objetivo coordinar a las dependencias de la Administración Pública de la Ciudad de México, así como a las alcaldías, la sociedad y otros actores relevantes para llevar a cabo la política de Resiliencia de la Ciudad. Para esto se establecerán órganos de trabajo denominados Comisiones Técnicas en materia de Resiliencia Hídrica; Resiliencia Urbana y Territorial; Resiliencia Sísmica, y Resiliencia en el Sistema de Movilidad.

Es muy importante señalar que este mecanismo de coordinación, colaboración y participación entre las autoridades y los actores de distintos sectores es el primero en su tipo en el país.

Este hecho cobra aún más relevancia considerando que se estima que para el año 2050 el 90% de las personas vivirán en las ciudades, mismas que son propensas a escenarios de desastres como terremotos y tsunamis, pero sobre todo a eventos hidrometeorológicos cuya intensidad y duración se han alterado debido al cambio climático que exacerba riesgos como el incremento de olas de calor, lluvias extremas y sequías prolongadas.

En el caso del agua, estos efectos se reflejan de diversas maneras. Según el reporte de riesgos 2020 del Foro Económico Mundial, las crisis de agua y los fenómenos climáticos extremos como inundaciones y sequías se ubican en los primeros 5 lugares de los riesgos globales en términos de impacto. Asimismo, de acuerdo con datos de la ONU, para 2050 se estima que el clima en México será entre 2 y 4 grados más cálido, y entre 2060 y 2090 se predice una reducción en la precipitación de entre 10 y 28%.

Por su ubicación geográfica, nuestro país presenta una alta vulnerabilidad a sufrir los impactos de fenómenos hidrometeorológicos y, entre ellos, el 33% se refieren a inundaciones, a las que aproximadamente el 40% del país y más de la cuarta parte de la población están expuestos de acuerdo con cifras del Banco Mundial.

El CENAPRED calcula que el costo de los desastres provocados por el impacto de fenómenos climáticos extremos fue de 776 millones de dólares y estima que el 86.8% de los daños y pérdidas de 2000 a 2018 son de origen hidrometeorológico, cuya mayor recurrencia genera más afectaciones a los bienes nacionales, como la infraestructura carretera y lamentablemente con la pérdida de vidas humanas.

La Ciudad de México, por supuesto, no es ajena a estos fenómenos, siendo que año con año vemos mayores efectos. Existen ya 44 puntos críticos de inundación, con afectaciones a la infraestructura pública y patrimonio de las personas.

Los efectos del cambio climático se resienten cada vez más al afectar los patrones de las lluvias, provocando sequías e incidiendo en la cantidad y calidad de agua disponible. La sobreexplotación y el consecuente hundimiento del subsuelo provocan más socavones y grietas, así como mayor vulnerabilidad ante los sismos.

Por ello, es indispensable impulsar una perspectiva de resiliencia, generar capacidades de adaptación, así como promover las políticas y financiamientos necesarios orientados a la prevención y gestión de riesgos.

El hecho de que la Ciudad cuente con un espacio institucional de concertación, consulta y colaboración orientado a la resiliencia y la prevención y protección de riesgos con los distintos sectores de la sociedad es una oportunidad. Sin lugar a dudas, este Consejo tendrá una función clave en el presente y a futuro para la reducción de riesgos antes desastres y sobre todo para la planeación de una nueva agenda de desarrollo sostenible en una de las urbes más grandes del mundo.

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