En diversas ocasiones he escuchado –lo cual me ha llevado a pensar-, si realmente los mexicanos necesitamos una nueva Constitución reformada, vanguardista, actualizada pues, y creo que no… me parece que la que tenemos –si bien con reformas-, basta si realmente se cumple y se aplica la ley correctamente
Lo anterior viene a colación derivado de uno de los muchos temas de la actualidad política que durante la semana captaron la atención de la sociedad mexicana: al rendir protesta como candidato oficial de Encuentro Social, el dirigente del PES le dijo: "Vamos por la tierra que Dios nos prometió, Caleb". Pero además, llamó a detener "la mancha negra del individualismo, la codicia y el odio que nos ha llevado a la degradación".
Antes, en su proclama como candidato de Morena, Andrés López dijo que "con terquedad, con necedad, con perseverancia, rayando en la locura, de manera obcecada, voy a acabar con la corrupción" –ahora, una vez vistas sus listas de candidatos plurinominales, esa terquedad de la que tanto hace alarde parece estar enfocada más bien en hacer todo lo posible por quedar nuevamente en el segundo lugar en la elección presidencial, tal y como le ha ocurrido en las dos ocasiones anteriores en 2006 y 2012.
López Obrador no entiende ni acepta que su propio enemigo es él mismo, no solo por aceptar la postulación de personajes impresentables, sino también ante la presentación de propuestas fuera de toda lógica, tales como la redacción de una "Constitución moral"…
En caso de alzarse con la victoria dijo, convocaría a una asamblea constituyente, en la que habrían de participar filósofos, antropólogos, sicólogos, especialistas, "ancianos venerables de las comunidades indígenas" y líderes de diferentes religiones. "Será un diálogo entre religiosos y no creyentes, para moralizar México… Hacemos el compromiso de convocar a hombres y mujeres de buena voluntad, para la elaboración de una Constitución moral, de un Código moral: así como existe una Constitución política vamos entre todos a elaborar una Constitución moral".
A decir verdad, resulta curioso –por decir lo menos-, que un líder político a la altura de López Obrador pretenda normar la moral pública del pueblo de México… El concepto del amor, lo concebimos todos en nuestra muy particular forma de pensar pero, ¿qué podemos entender del concepto de moral en un líder que plantea a un Napoleón Gómez Urrutia a centímetros del “fuero” como candidato al Senado por la coalición de Morena? ¿Es Andrés Manuel quién tanto critica a “la mafia del poder”?
López ha reconocido su admiración por Benito Juárez, quien pese a declararse católico, separó la Iglesia católica del Estado, es decir, la política de la moral. Lo cual debe continuar.
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