/ miércoles 17 de junio de 2020

Contra la pandemia, ¡otro decálogo!

Moisés empieza a quedarse corto: a él nada más le dieron las Tablas de la Ley; AMLO vuelve a lanzar un “Decálogo”, para el “regreso a la normalidad”.

Quienes esperaban que se enfocara sobre lo que implica gobernar, se quedaron con un canto en las narices. Diez enunciados, sin profundidad ni proyección para enderezar el rumbo de la nave a la deriva.

Como si se dirigiera a un auditorio a la búsqueda de “caldo de pollo para el alma”, las consejas dejan en claro que ignora incluso, al “pueblo bueno” al que tanto dice amar. Adopta el papel de cualquiera de los muchos “toma pelos” que hay en el mundo, dispuestos a arreglar la vida del prójimo, con una sarta de perogrulladas, que nada resuelven.

“Hay que tomar agua pura (¿Sabrá de los millones de aztecas que no tienen agua potable en sus domicilios y quienes sí gozan de esa fortuna, no se atreven a tomarla directamente de la llave?), que consumir alimentos frescos” (¿Tendrá conciencia del precio al que están los productos de primera necesidad, de los brutales aumentos y de las carteras cada vez más vacías?).

Recomienda bajar de peso y hacer ejercicio, como si las mayorías tuvieran tiempo de sobra para ocuparlo en ello y no en “buscar la chuleta”, a como dé lugar. ¿Bajar de peso?, cuando se come lo que se puede.

Salir a ejercitarse en parques y jardines, en los que seguro eres víctima de un asalto y como si hubiera tantos en las principales ciudades del país. Zonas enteras carecen de un espacio adecuado y, como está la inseguridad, en donde los hay, las personas se alejan en vista del peligro.

Vuelve a su “histerieta” del “vivir sencillo”, evitar los lujos e insiste en que, el acumular bienes no da la felicidad. Que se los diga a sus vástagos.

Arremete contra el empresariado y se le ve como pavorreal, en la foto en la que aparece con sus hijos en la inauguración de dos fábricas, de cerveza y chocolates. Si la Iniciativa Privada es tan despreciable, porqué se relame los bigotes de que, sus polluelos formen parte del sector.

Para él con tener un par de zapatos y un traje es de sobra: Igual se los diga a sus herederos que lucen ajuares de miles de pesos, propios de pirrurris y de fifís. Y él, humilde, y vive en un Palacio. En todo, incoherencia e incongruencia.

Una vez más, el sermón. Interfiere en la conciencia de la población, en un ámbito en el que, ningún gobernante tiene derecho a intervenir. Cada uno sabe cómo maneja sus creencias, su espiritualidad y su religión, en el caso de tenerla. En la vida personal, cero intromisión oficialista.

Insiste en la vida natural mientras destruye la ecología con sus obras del tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Tan defensor del pueblo y las comunidades indígenas afirman que nadie les pidió su opinión para construcciones que poco o nada los beneficiarán. Por el contrario, en lugar de usar electricidad para el mentado ferrocarril se decidieron por diésel, un crimen contra el medio ambiente, que habrá de provocar incontables e irreversibles daños.

De buscar soluciones estratégicas para paliar la crisis económica, ni una palabra. Que se coma menos. La sociedad está a la espera de un plan de recuperación, que jamás llegará y que provocará el peor de los desempleos, mayor hambruna y caída de ingresos generalizada.

La respuesta es su pobre moralina que confirma que, ni tiene idea de gobernar, ni cuenta con el gabinete adecuado para salir adelante.


catalinanq@hotmail.com

@catalinanq


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Moisés empieza a quedarse corto: a él nada más le dieron las Tablas de la Ley; AMLO vuelve a lanzar un “Decálogo”, para el “regreso a la normalidad”.

Quienes esperaban que se enfocara sobre lo que implica gobernar, se quedaron con un canto en las narices. Diez enunciados, sin profundidad ni proyección para enderezar el rumbo de la nave a la deriva.

Como si se dirigiera a un auditorio a la búsqueda de “caldo de pollo para el alma”, las consejas dejan en claro que ignora incluso, al “pueblo bueno” al que tanto dice amar. Adopta el papel de cualquiera de los muchos “toma pelos” que hay en el mundo, dispuestos a arreglar la vida del prójimo, con una sarta de perogrulladas, que nada resuelven.

“Hay que tomar agua pura (¿Sabrá de los millones de aztecas que no tienen agua potable en sus domicilios y quienes sí gozan de esa fortuna, no se atreven a tomarla directamente de la llave?), que consumir alimentos frescos” (¿Tendrá conciencia del precio al que están los productos de primera necesidad, de los brutales aumentos y de las carteras cada vez más vacías?).

Recomienda bajar de peso y hacer ejercicio, como si las mayorías tuvieran tiempo de sobra para ocuparlo en ello y no en “buscar la chuleta”, a como dé lugar. ¿Bajar de peso?, cuando se come lo que se puede.

Salir a ejercitarse en parques y jardines, en los que seguro eres víctima de un asalto y como si hubiera tantos en las principales ciudades del país. Zonas enteras carecen de un espacio adecuado y, como está la inseguridad, en donde los hay, las personas se alejan en vista del peligro.

Vuelve a su “histerieta” del “vivir sencillo”, evitar los lujos e insiste en que, el acumular bienes no da la felicidad. Que se los diga a sus vástagos.

Arremete contra el empresariado y se le ve como pavorreal, en la foto en la que aparece con sus hijos en la inauguración de dos fábricas, de cerveza y chocolates. Si la Iniciativa Privada es tan despreciable, porqué se relame los bigotes de que, sus polluelos formen parte del sector.

Para él con tener un par de zapatos y un traje es de sobra: Igual se los diga a sus herederos que lucen ajuares de miles de pesos, propios de pirrurris y de fifís. Y él, humilde, y vive en un Palacio. En todo, incoherencia e incongruencia.

Una vez más, el sermón. Interfiere en la conciencia de la población, en un ámbito en el que, ningún gobernante tiene derecho a intervenir. Cada uno sabe cómo maneja sus creencias, su espiritualidad y su religión, en el caso de tenerla. En la vida personal, cero intromisión oficialista.

Insiste en la vida natural mientras destruye la ecología con sus obras del tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Tan defensor del pueblo y las comunidades indígenas afirman que nadie les pidió su opinión para construcciones que poco o nada los beneficiarán. Por el contrario, en lugar de usar electricidad para el mentado ferrocarril se decidieron por diésel, un crimen contra el medio ambiente, que habrá de provocar incontables e irreversibles daños.

De buscar soluciones estratégicas para paliar la crisis económica, ni una palabra. Que se coma menos. La sociedad está a la espera de un plan de recuperación, que jamás llegará y que provocará el peor de los desempleos, mayor hambruna y caída de ingresos generalizada.

La respuesta es su pobre moralina que confirma que, ni tiene idea de gobernar, ni cuenta con el gabinete adecuado para salir adelante.


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