/ martes 5 de junio de 2018

Contra los servicios médicos

El pasado miércoles, la Legislatura del estado de Virginia votó para expandir el programa Medicaid, aprobando un elemento clave de la Ley de Atención Médica Asequible (ACA, por su sigla en inglés). Alrededor de 400 mil personas tendrán cobertura.

Las políticas de esta decisión no son difíciles de entender. Los residentes de Virginia apoyan de manera abrumadora la expansión de Medicaid; el otoño pasado, el demócrata Ralph Northam ganó la gubernatura por una mayoría aplastante después de una campaña centrada principalmente en los servicios médicos.

A simple vista, estas historias pueden parecer contradictorias. Expandir la cobertura de salud es un tema que hace ganar a los demócratas, mientras que tratar de revocarla hace perder a los republicanos. ¿Por qué el Partido Republicano querría seguir echándole leña al fuego?

La historia nos dice lo siguiente: las expansiones en la red de seguridad social son relativamente fáciles de satanizar antes de que ocurran, antes de que la gente pueda ver lo que realmente pueden hacer. Los opositores declaran que acabarán con las libertades, que serán extremadamente costosas, que serán un desastre nacional.

La política estadounidense, siendo lo que es, con opositores a una red de seguridad más fuerte, también puede recurrir al resentimiento racial, convenciendo a los electores blancos de que los nuevos programas solo beneficiarán a “esa gente”.

Medicare pasó por el mismo ciclo. Antes de que se promulgara, Ronald Reagan advirtió que traería consigo el socialismo e “invadiría todas las áreas de la libertad que hemos conocido en este país”. Hoy, Medicare tiene un abrumador apoyo público, tanto que los republicanos atacaron la ACA con el (falso) argumento de que robaría dinero de Medicare.

Aquí es donde llegamos al meollo de la oposición conservadora a los programas de la red de seguridad social: no se trata de la creencia de que fracasarán, sino del miedo a que tengan éxito y de que con ello se vuelvan irreversibles, lo cual significa que deben detenerlos antes de que puedan comenzar a mostrar resultados.

Cuando los republicanos hicieron presión en los ayuntamientos para que se revocara la ACA el año pasado, se quedaron pasmados ante la intensidad de la oposición pública. Y las elecciones, tanto las estatales como las de Virginia y las especiales para el Congreso, siguen demostrando que tratar de hacer retroceder la cobertura equivale a una enorme pérdida política.

Los conservadores siguen aferrados al sueño de negar servicios médicos a otros 20 o 30 millones de estadounidenses. Los conservadores, incapaces de revocar la ACA de manera categórica, han tratado de sabotearla, usando el recorte fiscal del año pasado para deshacerse del requisito de que la gente adquiera un seguro incluso si está sana en este momento.

Así que parece que los republicanos no lograrán acabar furtivamente con la atención médica. Eso significa que podemos esperar un último esfuerzo para la revocación definitiva, un esfuerzo que tendrá éxito si los republicanos controlan la Cámara de Representantes.


El pasado miércoles, la Legislatura del estado de Virginia votó para expandir el programa Medicaid, aprobando un elemento clave de la Ley de Atención Médica Asequible (ACA, por su sigla en inglés). Alrededor de 400 mil personas tendrán cobertura.

Las políticas de esta decisión no son difíciles de entender. Los residentes de Virginia apoyan de manera abrumadora la expansión de Medicaid; el otoño pasado, el demócrata Ralph Northam ganó la gubernatura por una mayoría aplastante después de una campaña centrada principalmente en los servicios médicos.

A simple vista, estas historias pueden parecer contradictorias. Expandir la cobertura de salud es un tema que hace ganar a los demócratas, mientras que tratar de revocarla hace perder a los republicanos. ¿Por qué el Partido Republicano querría seguir echándole leña al fuego?

La historia nos dice lo siguiente: las expansiones en la red de seguridad social son relativamente fáciles de satanizar antes de que ocurran, antes de que la gente pueda ver lo que realmente pueden hacer. Los opositores declaran que acabarán con las libertades, que serán extremadamente costosas, que serán un desastre nacional.

La política estadounidense, siendo lo que es, con opositores a una red de seguridad más fuerte, también puede recurrir al resentimiento racial, convenciendo a los electores blancos de que los nuevos programas solo beneficiarán a “esa gente”.

Medicare pasó por el mismo ciclo. Antes de que se promulgara, Ronald Reagan advirtió que traería consigo el socialismo e “invadiría todas las áreas de la libertad que hemos conocido en este país”. Hoy, Medicare tiene un abrumador apoyo público, tanto que los republicanos atacaron la ACA con el (falso) argumento de que robaría dinero de Medicare.

Aquí es donde llegamos al meollo de la oposición conservadora a los programas de la red de seguridad social: no se trata de la creencia de que fracasarán, sino del miedo a que tengan éxito y de que con ello se vuelvan irreversibles, lo cual significa que deben detenerlos antes de que puedan comenzar a mostrar resultados.

Cuando los republicanos hicieron presión en los ayuntamientos para que se revocara la ACA el año pasado, se quedaron pasmados ante la intensidad de la oposición pública. Y las elecciones, tanto las estatales como las de Virginia y las especiales para el Congreso, siguen demostrando que tratar de hacer retroceder la cobertura equivale a una enorme pérdida política.

Los conservadores siguen aferrados al sueño de negar servicios médicos a otros 20 o 30 millones de estadounidenses. Los conservadores, incapaces de revocar la ACA de manera categórica, han tratado de sabotearla, usando el recorte fiscal del año pasado para deshacerse del requisito de que la gente adquiera un seguro incluso si está sana en este momento.

Así que parece que los republicanos no lograrán acabar furtivamente con la atención médica. Eso significa que podemos esperar un último esfuerzo para la revocación definitiva, un esfuerzo que tendrá éxito si los republicanos controlan la Cámara de Representantes.