/ miércoles 6 de diciembre de 2017

Contra ocurrencia, experiencia, razón y sensatez

Pocas horas pasaron antes de la confirmación de José Antonio Meade como precandidato y virtual abanderado del Partido Revolucionario Institucional para que en el escenario político aparecieran  diferencias que el elector tendrá a valorar para emitir su voto el 1 de julio del año próximo. Andrés Manuel López Obrador ofreció esa oportunidad que permitió delinear dos visiones del concepto de gobierno que estarán en la contienda, que en la práctica ya ha comenzado.

La ocurrencia: amnistía en grado de tentativa a los jefes del narcotráfico cuyos delitos en agravio de la sociedad se extienden al asesinato, el secuestro, la tortura o la desaparición de personas. A la propuesta de López Obrador José Antonio Meade responde con una contundencia compartida por la mayoría de la opinión pública: Estamos con las víctimas, no con los victimarios. Contra los delitos de los narcotraficantes no hay olvido posible, no hay amnistía justificable.

La figura de la amnistía, que a través de la historia evoluciona y se precisa como aplicable en casos relacionados con la política o problemas sociales, ha tenido en México esas características que la diferencian del perdón o el indulto a delincuentes comunes. Seis presidentes han promovido leyes de amnistía, siempre autorizadas por el Congreso. Benito Juárez en favor de los acusados de atentar contra la Patria en 1869. Sebastián Lerdo de Tejada en 1872, para suspender los procesos que se seguían a quienes hubieran colaborado con las fuerzas invasoras del llamado imperio de Maximiliano de Habsburgo. En 1937 Lázaro Cárdenas decretó una amnistía a militares que habían cometido actos de violencia y delitos durante la lucha armada de la Revolución Mexicana. En 1976, el Congreso aprobó la iniciativa del presidente Luis Echeverría para amnistiar a dirigentes del movimiento de 1968 sentenciados o sujetos a proceso. Una ley similar fue aprobada durante el gobierno de José López Portillo para amnistiar a personas acusadas de actos de sedición o rebelión por parte de grupos urbanos o rurales. La última ley de amnistía fue decretada en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari en favor de los miembros de los grupos del levantamiento zapatista de 1994 en Chiapas.

El esbozo de propuesta del presidente de Morena no tiene fundamento legal o constitucional alguno, puesto que la amnistía sólo puede ser otorgada a personas sujetas a proceso o sentenciadas y en general en casos relacionados con problemas políticos o sociales; nunca en casos de delincuentes comunes. Se trata evidentemente de una de esas ocurrencias del morenista con el propósito de atraer votos, que en este caso le acarrearían no solo voluntades en las urnas, sino dinero contante y sonante de la delincuencia organizada para su campaña electoral. El recurso mediático y publicitario, característico de sus sucesivas campañas políticas, esta vez no garantiza a López Obrador el resultado que espera.

En los conceptos que el hasta hoy precandidato del PRI manifestó después de lo declarado por el líder de Morena, se resume no solo el rechazo al despropósito de una amnistía a la delincuencia organizada, sino la evidencia de las diferencias fundamentales entre dos propuestas de gobierno. Combate frontal a la corrupción, con las armas de la ley, sin privilegios ni favoritismos a nadie; reducción de la pobreza, la desigualdad, y la injusticia social para dar a cada hogar mexicano una vida mejor, una educación de calidad y oportunidad cierta de desarrollo, fueron puntos centrales en la intervención del exsecretario de Hacienda al ser registrado como precandidato del PRI a la Presidencia de la República. Experiencia contra la ocurrencia, es decir, la razón en contra de la promesa sin sustento.

 

Srio28@prodigy.net.mx

Pocas horas pasaron antes de la confirmación de José Antonio Meade como precandidato y virtual abanderado del Partido Revolucionario Institucional para que en el escenario político aparecieran  diferencias que el elector tendrá a valorar para emitir su voto el 1 de julio del año próximo. Andrés Manuel López Obrador ofreció esa oportunidad que permitió delinear dos visiones del concepto de gobierno que estarán en la contienda, que en la práctica ya ha comenzado.

La ocurrencia: amnistía en grado de tentativa a los jefes del narcotráfico cuyos delitos en agravio de la sociedad se extienden al asesinato, el secuestro, la tortura o la desaparición de personas. A la propuesta de López Obrador José Antonio Meade responde con una contundencia compartida por la mayoría de la opinión pública: Estamos con las víctimas, no con los victimarios. Contra los delitos de los narcotraficantes no hay olvido posible, no hay amnistía justificable.

La figura de la amnistía, que a través de la historia evoluciona y se precisa como aplicable en casos relacionados con la política o problemas sociales, ha tenido en México esas características que la diferencian del perdón o el indulto a delincuentes comunes. Seis presidentes han promovido leyes de amnistía, siempre autorizadas por el Congreso. Benito Juárez en favor de los acusados de atentar contra la Patria en 1869. Sebastián Lerdo de Tejada en 1872, para suspender los procesos que se seguían a quienes hubieran colaborado con las fuerzas invasoras del llamado imperio de Maximiliano de Habsburgo. En 1937 Lázaro Cárdenas decretó una amnistía a militares que habían cometido actos de violencia y delitos durante la lucha armada de la Revolución Mexicana. En 1976, el Congreso aprobó la iniciativa del presidente Luis Echeverría para amnistiar a dirigentes del movimiento de 1968 sentenciados o sujetos a proceso. Una ley similar fue aprobada durante el gobierno de José López Portillo para amnistiar a personas acusadas de actos de sedición o rebelión por parte de grupos urbanos o rurales. La última ley de amnistía fue decretada en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari en favor de los miembros de los grupos del levantamiento zapatista de 1994 en Chiapas.

El esbozo de propuesta del presidente de Morena no tiene fundamento legal o constitucional alguno, puesto que la amnistía sólo puede ser otorgada a personas sujetas a proceso o sentenciadas y en general en casos relacionados con problemas políticos o sociales; nunca en casos de delincuentes comunes. Se trata evidentemente de una de esas ocurrencias del morenista con el propósito de atraer votos, que en este caso le acarrearían no solo voluntades en las urnas, sino dinero contante y sonante de la delincuencia organizada para su campaña electoral. El recurso mediático y publicitario, característico de sus sucesivas campañas políticas, esta vez no garantiza a López Obrador el resultado que espera.

En los conceptos que el hasta hoy precandidato del PRI manifestó después de lo declarado por el líder de Morena, se resume no solo el rechazo al despropósito de una amnistía a la delincuencia organizada, sino la evidencia de las diferencias fundamentales entre dos propuestas de gobierno. Combate frontal a la corrupción, con las armas de la ley, sin privilegios ni favoritismos a nadie; reducción de la pobreza, la desigualdad, y la injusticia social para dar a cada hogar mexicano una vida mejor, una educación de calidad y oportunidad cierta de desarrollo, fueron puntos centrales en la intervención del exsecretario de Hacienda al ser registrado como precandidato del PRI a la Presidencia de la República. Experiencia contra la ocurrencia, es decir, la razón en contra de la promesa sin sustento.

 

Srio28@prodigy.net.mx