/ miércoles 1 de junio de 2022

Control de fauna en los aeropuertos

La fauna externa en los aeropuertos de todo el mundo resulta inevitable y varía según el área geográfica de que se trate; pero en todos implica peligro para la aviación, por lo que se toman y deben tomar las medidas necesarias para compartir el espacio aéreo particularmente con aves, sin riesgo para pasajeros y equipos.

En el aeropuerto de la Ciudad de México (AICM) la Unidad de Control de Fauna tiene la responsabilidad de ahuyentar a los animales que podrían poner en riesgo las actividades tanto en tierra como en el espacio aéreo, con lo que evita que topen con los aviones que operan en el área.

En esa unidad trabajan biólogos y veterinarios que disponen de perros de acoso y repulsión que deambulan entre las pistas de despegue y aterrizaje, aguilillas de Harris, halcones aplomados y halcones peregrinos para resguardar las alturas, y hasta drones.

El manejo de esos animales se encuentra regulado por los diagnósticos y planes elaborados bajo las recomendaciones de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), la “Federal Aviation Administration” (FAA) y la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), relativos a la seguridad en las operaciones.

Es indispensable que se dote del presupuesto adecuado para cumplir los requerimientos de cualquier aeropuerto internacional en ese aspecto, pues se proporciona seguridad a los usuarios del aerotransporte y se protege de forma adecuada la fauna de la zona, se evita dañar especies en peligro de extinción y se asegura la debida reubicación de aves endémicas y migratorias.

Por su importancia, esa tarea debe ser y es manejada por especialistas, y dado que no es fácil gestionar poblaciones de fauna, es importante implementar metodologías que aporten datos para conocer dinámicas poblacionales básicas, selección de hábitat y movimientos de fauna, particularmente dentro del aeropuerto, con el fin de valorar su importancia en cuanto a potenciales riesgos de colisión con aeronaves.

Lo que se utiliza en el aeropuerto internacional Benito Juárez para dispersar de forma inmediata la fauna son fuegos pirotécnicos, bengalas con estruendo y petardos que producen ruido semejante a fuerte explosión en una dirección particular y para garantizar su eficacia se cambian de lugar frecuentemente, pues las aves se habitúan rápidamente a cualquier sonido frecuente, y son muy efectivos a diferentes altitudes, incluso por la luminosidad de la pirotecnia y las bengalas.

También se emplean cañones de humo, redes de niebla, destellos de luz y reproducción de sonidos de aves predadoras grabados cuando son capturadas con redes sostenidas en la mano y luego son liberadas. Este método puede atraer o dispersar aves de las mismas especies. También se reproducen los llamados de alarma, que son los que producen las aves gregarias cuando detectan algún predador. Son específicas de cada especie. Pueden atraer o ahuyentar aves de la misma especie. Además se dispersa a otras especies de aves (presas) presentes en el aeropuerto reproduciendo sonidos de predadores como halcones, gavilanes y búhos.

En casos extremos se aplica control letal mediante perros, águilas y halcones, los cuales realizan su función natural de cazar a las aves o animales terrestres que podrían poner en riesgo el adecuado funcionamiento del aeropuerto.

Los impactos de aves en aeronaves en el AICM son lamentables y costosos, pues provocan retraso de muchas de las operaciones de esa terminal e incluso de vuelos. En vista de que las aves son una de las grandes amenazas para las aeronaves en vuelo, en despegue o en aterrizaje, las turbinas están diseñadas de tal manera que soportan el impacto o ingesta de un ave de hasta 3.5 kilogramos sin dañarse.

De acuerdo con datos estadísticos, en los Estados Unidos cada año ocurren alrededor de 14 mil colisiones con aves.

La seguridad en los aeropuertos es esencial, y entre lo primordial para el caso está el control adecuado de la fauna, lo que, como se ha dicho, hace indispensable que se aporten los recursos económicos necesarios para que esa tarea se pueda realizar adecuada y eficazmente, lo que incluye ahuyentar a las aves y/o mantenerlas lejos de las zonas de operaciones aéreas.

Así es el Derecho.

La fauna externa en los aeropuertos de todo el mundo resulta inevitable y varía según el área geográfica de que se trate; pero en todos implica peligro para la aviación, por lo que se toman y deben tomar las medidas necesarias para compartir el espacio aéreo particularmente con aves, sin riesgo para pasajeros y equipos.

En el aeropuerto de la Ciudad de México (AICM) la Unidad de Control de Fauna tiene la responsabilidad de ahuyentar a los animales que podrían poner en riesgo las actividades tanto en tierra como en el espacio aéreo, con lo que evita que topen con los aviones que operan en el área.

En esa unidad trabajan biólogos y veterinarios que disponen de perros de acoso y repulsión que deambulan entre las pistas de despegue y aterrizaje, aguilillas de Harris, halcones aplomados y halcones peregrinos para resguardar las alturas, y hasta drones.

El manejo de esos animales se encuentra regulado por los diagnósticos y planes elaborados bajo las recomendaciones de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), la “Federal Aviation Administration” (FAA) y la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), relativos a la seguridad en las operaciones.

Es indispensable que se dote del presupuesto adecuado para cumplir los requerimientos de cualquier aeropuerto internacional en ese aspecto, pues se proporciona seguridad a los usuarios del aerotransporte y se protege de forma adecuada la fauna de la zona, se evita dañar especies en peligro de extinción y se asegura la debida reubicación de aves endémicas y migratorias.

Por su importancia, esa tarea debe ser y es manejada por especialistas, y dado que no es fácil gestionar poblaciones de fauna, es importante implementar metodologías que aporten datos para conocer dinámicas poblacionales básicas, selección de hábitat y movimientos de fauna, particularmente dentro del aeropuerto, con el fin de valorar su importancia en cuanto a potenciales riesgos de colisión con aeronaves.

Lo que se utiliza en el aeropuerto internacional Benito Juárez para dispersar de forma inmediata la fauna son fuegos pirotécnicos, bengalas con estruendo y petardos que producen ruido semejante a fuerte explosión en una dirección particular y para garantizar su eficacia se cambian de lugar frecuentemente, pues las aves se habitúan rápidamente a cualquier sonido frecuente, y son muy efectivos a diferentes altitudes, incluso por la luminosidad de la pirotecnia y las bengalas.

También se emplean cañones de humo, redes de niebla, destellos de luz y reproducción de sonidos de aves predadoras grabados cuando son capturadas con redes sostenidas en la mano y luego son liberadas. Este método puede atraer o dispersar aves de las mismas especies. También se reproducen los llamados de alarma, que son los que producen las aves gregarias cuando detectan algún predador. Son específicas de cada especie. Pueden atraer o ahuyentar aves de la misma especie. Además se dispersa a otras especies de aves (presas) presentes en el aeropuerto reproduciendo sonidos de predadores como halcones, gavilanes y búhos.

En casos extremos se aplica control letal mediante perros, águilas y halcones, los cuales realizan su función natural de cazar a las aves o animales terrestres que podrían poner en riesgo el adecuado funcionamiento del aeropuerto.

Los impactos de aves en aeronaves en el AICM son lamentables y costosos, pues provocan retraso de muchas de las operaciones de esa terminal e incluso de vuelos. En vista de que las aves son una de las grandes amenazas para las aeronaves en vuelo, en despegue o en aterrizaje, las turbinas están diseñadas de tal manera que soportan el impacto o ingesta de un ave de hasta 3.5 kilogramos sin dañarse.

De acuerdo con datos estadísticos, en los Estados Unidos cada año ocurren alrededor de 14 mil colisiones con aves.

La seguridad en los aeropuertos es esencial, y entre lo primordial para el caso está el control adecuado de la fauna, lo que, como se ha dicho, hace indispensable que se aporten los recursos económicos necesarios para que esa tarea se pueda realizar adecuada y eficazmente, lo que incluye ahuyentar a las aves y/o mantenerlas lejos de las zonas de operaciones aéreas.

Así es el Derecho.