/ jueves 24 de junio de 2021

Coordinador de bancada

¿De qué bancada? De Morena, que es el partido del Presidente de la República. Elegirlo no es un asunto de menor importancia ya que Morena cuenta con mayoría calificada, pero no absoluta, para por ejemplo reformar o modificar la Constitución; lo que implica que busque alianzas o aliados, pero siempre con el debido cuidado de no afectar la ideología, de ser congruente. Lo que ya de suyo es un enorme reto político en nuestro entorno democrático. Lo que pasa es que reflexionando acerca del tema se debería elegir a un individuo conocedor de dos renglones básicos, a saber, el Derecho y la pluralidad de criterios u opiniones; siendo que ésta última deriva, repito, en la imposibilidad de hacer reformas fundamentales, de carácter constitucional, sin una mayoría absoluta.

Ahora bien, sólo la ignorancia, o la mala fe, puede desdeñar la relevancia del Derecho en el caso. La violencia cotidiana es una prueba palpable de que sólo el Derecho la puede frenar, partiendo la solución de una agenda política inteligente y realista; violencia que debe ser el número uno de las preocupaciones de cualquier partido, ya que frena todo intento de consolidación y auténtico progreso económico a nivel de inversiones seguras sobre suelo firme y confiable. Pero hay algo, aunque en otro nivel, igual de importante y es que el parlamentarismo, que en México no riñe o no debe reñir con el sistema presidencialista, es inconcebible sin un conocimiento profundo del Derecho, de la ley y por supuesto de la justicia. No es que todos los legisladores debieran ser abogados o juristas, lo cual seria una exigencia antidemocrática, pero sí ha de serlo el coordinador al que me refiero. La dinámica del Congreso así lo exige. Sin embargo el próximo coordinador lidiará con una evidente variedad de opiniones. Esto significa que si las mismas se salen o salieran de cauce caerían en el vacío de la improvisación o de la demagogia. El Congreso es una especie de filtro donde las voces de diferente naturaleza se deben unir al amparo de una normatividad jurídica y legal¸ pero sin que se pierda la perspectiva de que esto no debe “judicializar”, por decirlo de alguna manera, la espontaneidad del diálogo que no deberá caer en la rigidez de la ley que ha de ser flexible -equitativa- para que sea justa. Aquí evitar la rigidez jurídica equivale a evitar la rigidez política. Tarea en la que sólo puede tener éxito un conocedor del Derecho. Es que se tata de la unión del Derecho y la política para que la política sea justa. En suma, si la llamada Cuarta Transformación ha de dejar una huella en la evolución democrática de México, conjuntando la participación de las diversas corrientes políticas que hay, no podrá hacerlo sin el Derecho. No obstante, no hay que descalificar al conocedor del Derecho. La política ya no puede marchar sola, aislada -o indiferente- a la realidad social del Derecho. Somos un Estado de Derecho con instituciones de Derecho. Pero si no las conocemos o no las llevamos a la realidad cotidiana naufragaremos en el intento de llegar a buen puerto. En 2024 culminará un proceso y se iniciará otro. Mucho está en juego. Y aquí el partido del Presidente ha jugado, juega y jugará un papel de gran importancia y trascendencia. Por ello no debemos olvidar que somos un Estado de Derecho, jurídico, con instituciones de Derecho, y que encausar todo el cambio y transformación que viene sin la orientación del Derecho es y será sembrar en el vacío.

PROFESOR EMÉRITO DE LA UNAM

Sígueme en Twitter: @RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho.raulcarranca

¿De qué bancada? De Morena, que es el partido del Presidente de la República. Elegirlo no es un asunto de menor importancia ya que Morena cuenta con mayoría calificada, pero no absoluta, para por ejemplo reformar o modificar la Constitución; lo que implica que busque alianzas o aliados, pero siempre con el debido cuidado de no afectar la ideología, de ser congruente. Lo que ya de suyo es un enorme reto político en nuestro entorno democrático. Lo que pasa es que reflexionando acerca del tema se debería elegir a un individuo conocedor de dos renglones básicos, a saber, el Derecho y la pluralidad de criterios u opiniones; siendo que ésta última deriva, repito, en la imposibilidad de hacer reformas fundamentales, de carácter constitucional, sin una mayoría absoluta.

Ahora bien, sólo la ignorancia, o la mala fe, puede desdeñar la relevancia del Derecho en el caso. La violencia cotidiana es una prueba palpable de que sólo el Derecho la puede frenar, partiendo la solución de una agenda política inteligente y realista; violencia que debe ser el número uno de las preocupaciones de cualquier partido, ya que frena todo intento de consolidación y auténtico progreso económico a nivel de inversiones seguras sobre suelo firme y confiable. Pero hay algo, aunque en otro nivel, igual de importante y es que el parlamentarismo, que en México no riñe o no debe reñir con el sistema presidencialista, es inconcebible sin un conocimiento profundo del Derecho, de la ley y por supuesto de la justicia. No es que todos los legisladores debieran ser abogados o juristas, lo cual seria una exigencia antidemocrática, pero sí ha de serlo el coordinador al que me refiero. La dinámica del Congreso así lo exige. Sin embargo el próximo coordinador lidiará con una evidente variedad de opiniones. Esto significa que si las mismas se salen o salieran de cauce caerían en el vacío de la improvisación o de la demagogia. El Congreso es una especie de filtro donde las voces de diferente naturaleza se deben unir al amparo de una normatividad jurídica y legal¸ pero sin que se pierda la perspectiva de que esto no debe “judicializar”, por decirlo de alguna manera, la espontaneidad del diálogo que no deberá caer en la rigidez de la ley que ha de ser flexible -equitativa- para que sea justa. Aquí evitar la rigidez jurídica equivale a evitar la rigidez política. Tarea en la que sólo puede tener éxito un conocedor del Derecho. Es que se tata de la unión del Derecho y la política para que la política sea justa. En suma, si la llamada Cuarta Transformación ha de dejar una huella en la evolución democrática de México, conjuntando la participación de las diversas corrientes políticas que hay, no podrá hacerlo sin el Derecho. No obstante, no hay que descalificar al conocedor del Derecho. La política ya no puede marchar sola, aislada -o indiferente- a la realidad social del Derecho. Somos un Estado de Derecho con instituciones de Derecho. Pero si no las conocemos o no las llevamos a la realidad cotidiana naufragaremos en el intento de llegar a buen puerto. En 2024 culminará un proceso y se iniciará otro. Mucho está en juego. Y aquí el partido del Presidente ha jugado, juega y jugará un papel de gran importancia y trascendencia. Por ello no debemos olvidar que somos un Estado de Derecho, jurídico, con instituciones de Derecho, y que encausar todo el cambio y transformación que viene sin la orientación del Derecho es y será sembrar en el vacío.

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