/ jueves 26 de marzo de 2020

¿Covid 19, la 1ra. Guerra Mundial del siglo XXI?

Puede ser que el título de mi artículo mueva a risa al lector, pero el hecho es que el mismo corresponde a una versión que ya ha comenzado a difundirse. En la hipótesis China, los Estados Unidos y Rusia quedarían como los grandes y únicos controladores de la economía mundial, de una especie de Estado global capitalista y por supuesto consumista. Se trataría en el caso de un gigantesco acomodo de piezas en el tablero del ajedrez mundial.


Es una hipótesis, repito, que bien puede mover a risa pero que al fin y al cabo emana de un pueblo, o de una parte del pueblo, que desde el origen de la historia percibe lo que sucede en realidad. Guerra sin cuartel que, incluidas las pérdidas obvias, se compensaría con una victoria en la que el mundo seria manejado por tres ultrapotencias en provecho exclusivo de sus intereses y de su bloque geopolítico.


Ahora bien, lo evidente es que hay fuerzas en el mundo que se caracterizan por su aversión a la inteligencia, a las ideas y a su cultivo; en suma, por su odio a la cultura que sólo puede florecer en un ambiente social de libertad. Esas fuerzas son enemigas de la libertad y de todo sitio o lugar, corporación o institución donde se trabaje en libertad -por supuesto que con las limitaciones consabidas en este mundo social en que vivimos y convivimos-. Voy a lo siguiente. Hay señalas muy claras en el entorno social de México de que ciertos grupos ven un peligro para sus intereses en la libertad, independencia o autonomía de las universidades públicas y muy especialmente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Atentados de diversa clase se han llevado a cabo en nuestra Universidad, tanto físicos como a través de opiniones tendenciosas que con su, digamos, “logística” pretenden minar el prestigio e influencia en el país de nuestra Máxima Casa de Estudios. La Universidad estorba cuando se busca manipular al pueblo en beneficio de mercados mundiales claramente enemigos de la espontaneidad -libertad y autonomía- intelectual. El hecho es que una sociedad no pensante ni razonadora, muda, es la base o cimiento sobre la cual se edifica el consumismo económico. De esto no hay duda. Ese es el grave peligro que se cierne sobre la Universidad. Por ello lo importante es tomar primero conciencia de tal amenaza. ¿Cómo? Entendiendo que la libertad de expresar el pensamiento, en el ejercicio del libre albedrío, es lo que permite discernir, deducir, concluir. No hay otro camino. La Universidad parte de una premisa fundamental, a saber, que el ser humano está dotado por naturaleza de una facultad intelectual que le permite identificar la verdad, lo justo, lo razonable, sin que nadie se lo imponga.


Al efecto la Universidad crea un sistema, un método. Tenemos los seres humanos una brújula natural que hay que orientar. Suponer lo contrario es absolutismo ideológico que tarde o temprano se vuelve dictadura política; que es lo que pasa con el absolutismo económico. La Universidad es trinchera y baluarte de los grandes valores positivos que hemos perdido o extraviado, siendo lo imprescindible que los valores económicos se identifiquen con ellos. Requerimos una economía valorativa que sólo se puede lograr mediante la autonomía universitaria. Por eso nos atacan y quieren imponernos “su” verdad que favorece intereses económicos harto conocidos. Es una hora difícil para la Universidad. Por ello hay que comprender bien el problema, ahuyentando el fantasma de toda clase guerra, o sea, de toda imposición forzosa de ideas, proyectos y programas. “Culturizar el pensamiento”, de lo que hablaba Unamuno, debe ser el propósito y trabajo esencial en defensa de nuestra autonomía.




@RaulCarranca

www.facebook.com/despacho.raulcarranca

Puede ser que el título de mi artículo mueva a risa al lector, pero el hecho es que el mismo corresponde a una versión que ya ha comenzado a difundirse. En la hipótesis China, los Estados Unidos y Rusia quedarían como los grandes y únicos controladores de la economía mundial, de una especie de Estado global capitalista y por supuesto consumista. Se trataría en el caso de un gigantesco acomodo de piezas en el tablero del ajedrez mundial.


Es una hipótesis, repito, que bien puede mover a risa pero que al fin y al cabo emana de un pueblo, o de una parte del pueblo, que desde el origen de la historia percibe lo que sucede en realidad. Guerra sin cuartel que, incluidas las pérdidas obvias, se compensaría con una victoria en la que el mundo seria manejado por tres ultrapotencias en provecho exclusivo de sus intereses y de su bloque geopolítico.


Ahora bien, lo evidente es que hay fuerzas en el mundo que se caracterizan por su aversión a la inteligencia, a las ideas y a su cultivo; en suma, por su odio a la cultura que sólo puede florecer en un ambiente social de libertad. Esas fuerzas son enemigas de la libertad y de todo sitio o lugar, corporación o institución donde se trabaje en libertad -por supuesto que con las limitaciones consabidas en este mundo social en que vivimos y convivimos-. Voy a lo siguiente. Hay señalas muy claras en el entorno social de México de que ciertos grupos ven un peligro para sus intereses en la libertad, independencia o autonomía de las universidades públicas y muy especialmente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Atentados de diversa clase se han llevado a cabo en nuestra Universidad, tanto físicos como a través de opiniones tendenciosas que con su, digamos, “logística” pretenden minar el prestigio e influencia en el país de nuestra Máxima Casa de Estudios. La Universidad estorba cuando se busca manipular al pueblo en beneficio de mercados mundiales claramente enemigos de la espontaneidad -libertad y autonomía- intelectual. El hecho es que una sociedad no pensante ni razonadora, muda, es la base o cimiento sobre la cual se edifica el consumismo económico. De esto no hay duda. Ese es el grave peligro que se cierne sobre la Universidad. Por ello lo importante es tomar primero conciencia de tal amenaza. ¿Cómo? Entendiendo que la libertad de expresar el pensamiento, en el ejercicio del libre albedrío, es lo que permite discernir, deducir, concluir. No hay otro camino. La Universidad parte de una premisa fundamental, a saber, que el ser humano está dotado por naturaleza de una facultad intelectual que le permite identificar la verdad, lo justo, lo razonable, sin que nadie se lo imponga.


Al efecto la Universidad crea un sistema, un método. Tenemos los seres humanos una brújula natural que hay que orientar. Suponer lo contrario es absolutismo ideológico que tarde o temprano se vuelve dictadura política; que es lo que pasa con el absolutismo económico. La Universidad es trinchera y baluarte de los grandes valores positivos que hemos perdido o extraviado, siendo lo imprescindible que los valores económicos se identifiquen con ellos. Requerimos una economía valorativa que sólo se puede lograr mediante la autonomía universitaria. Por eso nos atacan y quieren imponernos “su” verdad que favorece intereses económicos harto conocidos. Es una hora difícil para la Universidad. Por ello hay que comprender bien el problema, ahuyentando el fantasma de toda clase guerra, o sea, de toda imposición forzosa de ideas, proyectos y programas. “Culturizar el pensamiento”, de lo que hablaba Unamuno, debe ser el propósito y trabajo esencial en defensa de nuestra autonomía.




@RaulCarranca

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