/ sábado 4 de julio de 2020

Criminales organizados, la autoridad también

El intento fallido de matar al secretario de Seguridad de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, descubrió la forma en que las fuerzas del hampa se mueven cuando se sienten agredidas por un funcionario que sí los mete a la cárcel.

Los cárteles del país conocen perfectamente los antecedentes familiares de García Harfuch. Es nieto del General Marcelino García Barragán, un revolucionario que olía a pólvora y que no tenía más que una palabra.

Era tan especial el General, que en una entrevista en la época de los desórdenes estudiantiles del 68 me dijo que los gobernantes mexicanos no sabían lo que era la Constitución y también desconocían que al final tenía dos páginas en blanco. Le pedí que me aclarara el asunto, porque no sabía para qué servían esas últimas hojas.

Simplemente el General me respondió:

“Esas páginas en blanco son para que los gobernantes pongan los testículos y procedan en consecuencia."

Esto significa que desde niño, Omar García Harfuch sabía qué era la disciplina y el orden.

Además, el secretario capitalino es hijo de Javier García Paniagua, un político de mano muy firme. Cuando fue director de la Dirección Federal de Seguridad, en 1976, aplicó la ley con gran firmeza y, a veces, hasta con mucha dureza. Pero mantuvo al país sin grandes problemas de homicidios, sobre todo en los que levantan polvo en los medios de comunicación.

Un funcionario con las bases de García Harfuch estorba a los delincuentes, no los deja trabajar a gusto, les hace perder dinero, los mete a prisión.

En fin, los tiene controlado de la misma manera en que lo hacía el inspector Joseph Fuché, Ministro de la Defensa de Francia, que les restregaba a los malandrines la ley en la cara y los prevenía de que podían entrar a la cárcel si cometían alguna falta.

LOS RESQUICIOS DEL ATAQUE CONTRA GARCÍA HARFUCH

El ataque contra el secretario García no se planeó de la noche a la mañana. Tuvo muchas opiniones de los mafiosos a favor y en contra. Lo que más se puso en la discusión fue la posibilidad de que la unión de delincuentes levantara demasiados comentarios en la televisión y la radio o páginas en los diarios para descubrir la clase de elementos nocivos que militaban en el crimen organizado.

Desde la Dirección Federal de Seguridad, Javier García Paniagua, padre de Omar, teniendo como brazo derecho a ese gran policía que fue Miguel Nazar Haro, puso al país en paz e hizo retroceder a la Liga 23 de Septiembre anulando sus faltas a la ley.

Los tres García, llámense Marcelino, Javier o ahora Omar, parece que llevan en la sangre la facilidad para poner en orden a un país desordenado y para controlar a una mafia de ladrones y asesinos que se ha reforzado con los narcotraficantes.

La principal sospecha de lo ocurrido a García Harfuch se debe a la persecución que hizo, y que desde el hospital lo sigue haciendo, de los narcotraficantes, a quienes considera como casi todos los mexicanos, verdaderamente nefastos en las actividades nacionales.

El intento fallido de matar a Omar García, resultó contraproducente para los jefes de las mafias que operan en la Ciudad de México, porque ahora se reforzará la persecución contra esos mafiosos y tal vez se permitirá a la policía capitalina portar armas largas, tal y como lo hace el crimen organizado. También se reforzará el sistema de video vigilancia que contribuyó significativamente en el operativo para detener a los 19 involucrados, quienes ya fueron vinculados a proceso.

La descripción que hicieron algunos vecinos de Las Lomas sobre lo ocurrido el viernes 26 de junio, fue que se usaron armas largas entre ellas el temible fusil Barret calibre 50.

El operativo delictivo resultó muy costoso para las mafias porque contrataron sicarios de varios estados de la República. Hubo gatilleros de Jalisco, Nayarit, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y un colombiano.

QUIÉN ESTÁ DETRÁS DEL ATAQUE

Grupos criminales, como el que organizó el ataque, cobran mucho dinero por sus fechorías y, por tanto, si el gobierno los controla en sus percepciones económicas, hará más fáciles para las policías la captura de narcotraficantes como nunca se han visto.

Por ello, si el crimen está organizado, ahora las instituciones también, porque la Unidad de Inteligencia Financiera, dependiente de la Secretaría de Hacienda, ordenó el congelamiento de 127 cuentas bancarias de personas y empresas bajo sospecha de haber participado en la planeación del ataque, directamente con recursos económicos.

Como es de imaginarse, una agresión de ese tamaño no se hace con cuatro pesos, ni se paga con cacahuates a los asesinos a sueldo.

García Harfuch es un gran estorbo para los delincuentes de la Ciudad de México, lo mismo se les cuidaba las uñas a los ladrones que los caminos para llegar a las drogas.

Lo mismo que hizo el General García Barragán en su tiempo, lo confirmó García Paniagua en su momento y ahora Omar García. Ningo se ha hecho tonto en la persecución de los delincuentes. Los tres, cada uno en su tiempo, han sido de manos firmes que guiaron a las policías por buen camino.

Ahora tiene que irse hasta el fondo de lo que ocurrió al secretario, que no fue cualquier cosa, sino un andamiaje de mucho dinero y esfuerzo, pero que afortunadamente falló.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com

El intento fallido de matar al secretario de Seguridad de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, descubrió la forma en que las fuerzas del hampa se mueven cuando se sienten agredidas por un funcionario que sí los mete a la cárcel.

Los cárteles del país conocen perfectamente los antecedentes familiares de García Harfuch. Es nieto del General Marcelino García Barragán, un revolucionario que olía a pólvora y que no tenía más que una palabra.

Era tan especial el General, que en una entrevista en la época de los desórdenes estudiantiles del 68 me dijo que los gobernantes mexicanos no sabían lo que era la Constitución y también desconocían que al final tenía dos páginas en blanco. Le pedí que me aclarara el asunto, porque no sabía para qué servían esas últimas hojas.

Simplemente el General me respondió:

“Esas páginas en blanco son para que los gobernantes pongan los testículos y procedan en consecuencia."

Esto significa que desde niño, Omar García Harfuch sabía qué era la disciplina y el orden.

Además, el secretario capitalino es hijo de Javier García Paniagua, un político de mano muy firme. Cuando fue director de la Dirección Federal de Seguridad, en 1976, aplicó la ley con gran firmeza y, a veces, hasta con mucha dureza. Pero mantuvo al país sin grandes problemas de homicidios, sobre todo en los que levantan polvo en los medios de comunicación.

Un funcionario con las bases de García Harfuch estorba a los delincuentes, no los deja trabajar a gusto, les hace perder dinero, los mete a prisión.

En fin, los tiene controlado de la misma manera en que lo hacía el inspector Joseph Fuché, Ministro de la Defensa de Francia, que les restregaba a los malandrines la ley en la cara y los prevenía de que podían entrar a la cárcel si cometían alguna falta.

LOS RESQUICIOS DEL ATAQUE CONTRA GARCÍA HARFUCH

El ataque contra el secretario García no se planeó de la noche a la mañana. Tuvo muchas opiniones de los mafiosos a favor y en contra. Lo que más se puso en la discusión fue la posibilidad de que la unión de delincuentes levantara demasiados comentarios en la televisión y la radio o páginas en los diarios para descubrir la clase de elementos nocivos que militaban en el crimen organizado.

Desde la Dirección Federal de Seguridad, Javier García Paniagua, padre de Omar, teniendo como brazo derecho a ese gran policía que fue Miguel Nazar Haro, puso al país en paz e hizo retroceder a la Liga 23 de Septiembre anulando sus faltas a la ley.

Los tres García, llámense Marcelino, Javier o ahora Omar, parece que llevan en la sangre la facilidad para poner en orden a un país desordenado y para controlar a una mafia de ladrones y asesinos que se ha reforzado con los narcotraficantes.

La principal sospecha de lo ocurrido a García Harfuch se debe a la persecución que hizo, y que desde el hospital lo sigue haciendo, de los narcotraficantes, a quienes considera como casi todos los mexicanos, verdaderamente nefastos en las actividades nacionales.

El intento fallido de matar a Omar García, resultó contraproducente para los jefes de las mafias que operan en la Ciudad de México, porque ahora se reforzará la persecución contra esos mafiosos y tal vez se permitirá a la policía capitalina portar armas largas, tal y como lo hace el crimen organizado. También se reforzará el sistema de video vigilancia que contribuyó significativamente en el operativo para detener a los 19 involucrados, quienes ya fueron vinculados a proceso.

La descripción que hicieron algunos vecinos de Las Lomas sobre lo ocurrido el viernes 26 de junio, fue que se usaron armas largas entre ellas el temible fusil Barret calibre 50.

El operativo delictivo resultó muy costoso para las mafias porque contrataron sicarios de varios estados de la República. Hubo gatilleros de Jalisco, Nayarit, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y un colombiano.

QUIÉN ESTÁ DETRÁS DEL ATAQUE

Grupos criminales, como el que organizó el ataque, cobran mucho dinero por sus fechorías y, por tanto, si el gobierno los controla en sus percepciones económicas, hará más fáciles para las policías la captura de narcotraficantes como nunca se han visto.

Por ello, si el crimen está organizado, ahora las instituciones también, porque la Unidad de Inteligencia Financiera, dependiente de la Secretaría de Hacienda, ordenó el congelamiento de 127 cuentas bancarias de personas y empresas bajo sospecha de haber participado en la planeación del ataque, directamente con recursos económicos.

Como es de imaginarse, una agresión de ese tamaño no se hace con cuatro pesos, ni se paga con cacahuates a los asesinos a sueldo.

García Harfuch es un gran estorbo para los delincuentes de la Ciudad de México, lo mismo se les cuidaba las uñas a los ladrones que los caminos para llegar a las drogas.

Lo mismo que hizo el General García Barragán en su tiempo, lo confirmó García Paniagua en su momento y ahora Omar García. Ningo se ha hecho tonto en la persecución de los delincuentes. Los tres, cada uno en su tiempo, han sido de manos firmes que guiaron a las policías por buen camino.

Ahora tiene que irse hasta el fondo de lo que ocurrió al secretario, que no fue cualquier cosa, sino un andamiaje de mucho dinero y esfuerzo, pero que afortunadamente falló.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com