“El mundo es un buen lugar, valdría la pena defenderlo" Ernest Hemingway
Por tercera semana consecutiva y pese a la saturación del tema que ahora deriva en una gran cantidad de emociones y sentimientos en los mexicanos, hemos de referirnos nuevamente a esta pandemia llamada coronavirus, surgida en la ciudad china de Wuhan a finales de 2019.
Y es que como todos sabemos, la epidemia, una de las peores crisis sanitarias de los últimos años –por no decir la peor-, continúa atravesando fronteras, y sus consecuencias son aun impredecibles: alrededor de 140 países arrasados con una afectación a más de 200 mil personas, cobrando más de 8 mil vidas.
Después de haber trascendido la frontera de Wuhan, son Italia, España, Francia y Alemania los países europeos más afectados por lo que las autoridades de aquellas naciones decidieron decretar el estado de alarma con el fin de limitar al máximo el movimiento de los ciudadanos. Las fronteras de aquellos lugares han quedado formalmente cerradas, convocando a un aislamiento en sus casas, únicamente hay acceso a transitar por las calles para trabajar –en su caso-, comprar comida, medicamentos y artículos básicos. No obstante, ya hay decenas con más de mil contagiados y el mal se ha extendido prácticamente a todo el mundo
A decir de la Organización Mundial de la Salud –OMS-, Europa ha sido en los últimos días el epicentro de la pandemia; sin embargo Asia y África tampoco se salvan, en tanto que en América, Estados Unidos ha sido el país más afectado, aunque el virus poco a poco también va alcanzando a los países latinoamericanos.
Vayamos a México pues, en donde, en esta última semana, ante la falta de acción del Gobierno, la sociedad ha decidido tomar las riendas y dar muestra de la solidaridad y el civismo que, ante casos extremos, nos caracteriza.
Y qué mejor ejemplo para ello que la mayor tragedia de que se tiene memoria en los últimos tiempos: 19 de septiembre de 1985 cuando un terremoto azotó esta Ciudad de México… aun sin redes sociales ni el alcance de las telecomunicaciones con que hoy se cuenta, la gente se organizó y rebasó a un gobierno mediocre y mudo, cuya respuesta o se escuchó; lejos de ello, se notó ausente, inexperto, ineficaz, ineficiente, inexperto…
Definitivamente, el tema, la dimensión y las condiciones son totalmente diferentes pero, respecto al gobierno, se percibe algo similar en cuanto a la falta de acción, la necedad del Presidente, la incompetencia del vocero en materia de salud –Hugo López Gatell-, quien después, el fin de semana pasado, cuando circularon imágenes de López Obrador rodeado de mucha gente entre besos y abrazos declaró que “la fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio", agregando que el Presidente tiene la misma probabilidad de contagiar que tiene cualquiera… “El Presidente no es una fuerza de contagio, entonces, no tiene por qué ser la persona que contagie a las masas”… ahí nomás la dejamos.
A la luz de los hechos, la sociedad se ha organizado para tomar decisiones aun no determinadas por las autoridades como quedarse en casa, poner en práctica el home office, no viajar ni al extranjero ni por el país y educación a distancia. Sigamos pues lidiando y, ¡Dios nos bendiga!
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