/ miércoles 12 de enero de 2022

Cuchillito de palo | ¡A aplaudir dictadores! 

En vista del escándalo mediático, cuando desde la cancillería se dijo que enviarían a un representante a la toma de posesión de Daniel Ortega, Marcelito Ebrard decidió cancelar la cortesía. Pero hete aquí -como siempre sucede-, que el tlatoani decidió otra cosa y México, vergüenza de vergüenzas, estuvo representado en la grotesca farsa.

Sólo las dictaduras aceptaron ir al convite de un Daniel Ortega, que se reeligió por quinta ocasión en la pseudo presidencia de Nicaragua, contraviniendo el orden establecido, la constitución de ese país y a una ciudadanía estupefacta ante los abusos del tirano.

Un tirano que, dizque para ganar, encarceló a todos sus posibles competidores -cuando comenzaba la campaña por la máxima jerarquía-, mientras otro grupo de políticos y activistas se iba al exilio, antes que probar las hieles de la cárcel. Un tirano que surgió de las filas de los contestatarios que batallaron por echar a la dictadura Somocista, que por décadas asoló a la nación centroamericana.

Un individuo que dio un giro de 180 grados a su compromiso con un pueblo que aspiraba a la libertad y a recuperarse después de los largos años de horror. Años que ahora parecen casi una novela color de rosa, frente a la maldad desplegada por el excomandante y su diligente cónyuge, capaces de torturar, desaparecer, meter a prisión y cualquier otra estrategia de control autoritario, a fin de hacerse del Poder y permanecer en él.

A este sátrapa, AMLO le rinde pleitesía, según él por “prudencia”, ya que respeta la “autodeterminación” de los pueblos. La incongruencia del emperador de Palacio es patética. No felicitó al ganador de los comicios en Estados Unidos -Joe Biden-, porque estaba acompinchado con el esperpento de Donald Trump. A este populista de undécima, nefasto agresor de la democracia yanqui, le rindió todo tipo de pleitesía. Le permitió insulto y medio contra nuestro país y se hizo sordo al maltrato a nuestros connacionales y a majaderías en contra nuestra, pocas veces vistas.

Actúa visceralmente, de acuerdo a sus caprichos y debilidades, quien debería ser el ejemplo de condena a cualquier dictadura en el mundo, máxime en tierras latinoamericanas. Por el contrario, aplaude y apapacha a Cuba, a Venezuela y a una Nicaragua en manos de individuos a los que el orbe entero desprecia, por la desgracia que le han llevado a sus territorios de origen.

Tres enclaves que han caído en peores miserias de las que tenían. En los que hay una repulsa de sus pobladores hacia el dominio con base a la persecución y el castigo. En los que el Estado de Derecho se ha vuelto inexistente y sólo rige el voluntarismo del autócrata al frente. Donde hay intentos serios de sublevación -por parte de la sociedad, a los que se reprime látigo en mano.

En Cuba arrecia el malestar de la gente, mientras el gobierno echa a la calle a sus fuerzas de seguridad, hábiles para acallar cualquier voz en contra. Las prisiones se llenan de jóvenes hartos del yugo totalitarista, a quienes se les condena -como acaba de ser el caso de una chica-, a nueve años de cárcel. Su delito fue el de participar en las manifestaciones de julio.

Pero el tabasqueño apapacha a quienes deberían estar sujetos a proceso, al romper con las normas esenciales de la vida democrática y entronizarse en el Poder. El Continente Americano da bandazos en su esfera política. Se multiplican las dictaduras y el populismo: ¡Días aciagos!

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

En vista del escándalo mediático, cuando desde la cancillería se dijo que enviarían a un representante a la toma de posesión de Daniel Ortega, Marcelito Ebrard decidió cancelar la cortesía. Pero hete aquí -como siempre sucede-, que el tlatoani decidió otra cosa y México, vergüenza de vergüenzas, estuvo representado en la grotesca farsa.

Sólo las dictaduras aceptaron ir al convite de un Daniel Ortega, que se reeligió por quinta ocasión en la pseudo presidencia de Nicaragua, contraviniendo el orden establecido, la constitución de ese país y a una ciudadanía estupefacta ante los abusos del tirano.

Un tirano que, dizque para ganar, encarceló a todos sus posibles competidores -cuando comenzaba la campaña por la máxima jerarquía-, mientras otro grupo de políticos y activistas se iba al exilio, antes que probar las hieles de la cárcel. Un tirano que surgió de las filas de los contestatarios que batallaron por echar a la dictadura Somocista, que por décadas asoló a la nación centroamericana.

Un individuo que dio un giro de 180 grados a su compromiso con un pueblo que aspiraba a la libertad y a recuperarse después de los largos años de horror. Años que ahora parecen casi una novela color de rosa, frente a la maldad desplegada por el excomandante y su diligente cónyuge, capaces de torturar, desaparecer, meter a prisión y cualquier otra estrategia de control autoritario, a fin de hacerse del Poder y permanecer en él.

A este sátrapa, AMLO le rinde pleitesía, según él por “prudencia”, ya que respeta la “autodeterminación” de los pueblos. La incongruencia del emperador de Palacio es patética. No felicitó al ganador de los comicios en Estados Unidos -Joe Biden-, porque estaba acompinchado con el esperpento de Donald Trump. A este populista de undécima, nefasto agresor de la democracia yanqui, le rindió todo tipo de pleitesía. Le permitió insulto y medio contra nuestro país y se hizo sordo al maltrato a nuestros connacionales y a majaderías en contra nuestra, pocas veces vistas.

Actúa visceralmente, de acuerdo a sus caprichos y debilidades, quien debería ser el ejemplo de condena a cualquier dictadura en el mundo, máxime en tierras latinoamericanas. Por el contrario, aplaude y apapacha a Cuba, a Venezuela y a una Nicaragua en manos de individuos a los que el orbe entero desprecia, por la desgracia que le han llevado a sus territorios de origen.

Tres enclaves que han caído en peores miserias de las que tenían. En los que hay una repulsa de sus pobladores hacia el dominio con base a la persecución y el castigo. En los que el Estado de Derecho se ha vuelto inexistente y sólo rige el voluntarismo del autócrata al frente. Donde hay intentos serios de sublevación -por parte de la sociedad, a los que se reprime látigo en mano.

En Cuba arrecia el malestar de la gente, mientras el gobierno echa a la calle a sus fuerzas de seguridad, hábiles para acallar cualquier voz en contra. Las prisiones se llenan de jóvenes hartos del yugo totalitarista, a quienes se les condena -como acaba de ser el caso de una chica-, a nueve años de cárcel. Su delito fue el de participar en las manifestaciones de julio.

Pero el tabasqueño apapacha a quienes deberían estar sujetos a proceso, al romper con las normas esenciales de la vida democrática y entronizarse en el Poder. El Continente Americano da bandazos en su esfera política. Se multiplican las dictaduras y el populismo: ¡Días aciagos!

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq