/ sábado 18 de junio de 2022

Cuchillito de palo | Alito se aferra

Ni los once expresidentes del Revolucionario Institucional, pudieron convencer a Alito, de que deje la presidencia del partido. Desde el apodo es absurdo: decirle semejante diminutivo, al máximo jerarca de un organismo político, suena a tomadura de pelo, a chiste, si no es que a burla. Pero, al campechano le encanta que así le digan y desde ahí se empieza a configurar la imagen de un personaje que jamás debió llegar a la cúspide del Tricolor.

Se conocían al dedillo, las andanzas del interfecto. Fueron los años en que, el peñanietismo y el propio PRI decidieron llevar a las sillas embrujadas estatales, a una serie de “jóvenes promesas”, especies de “Golden boys”, que resultaron el principio de la caída y debacle del instituto político.

Salieron rateros a extremos incalificables. El Duarte de Veracruz, el Borge de Quintana Roo, el Duarte de Chihuahua (Aunque éste no perteneciera a la estirpe de los juniors). Los dos primeros están tras las rejas, aunque parecen cortas las condenas a las que los sentenciaron y acaba de caer extraditado el tercero, que tendrá que enfrentarse a proceso.

Con esta recua llegó Alito, que no resultó más honrado que sus homólogos, aunque la pudo librar y hacerse del mayor cargo en el partido, con lo que pensó que quedaba limpio de problemas. De tonto no tiene un pelo y echó fuera, en cuanto accedió al cargo, a todos los que olían al pasado.

Llenó plazas con sus allegados lo que le garantizó el apoyo de la estructura, en forma incondicional. Eligió a quienes ocuparon escaños, presidencias municipales y demás puestos de elección y junto con Rubén Moreira, ha manejado Insurgentes Norte a su antojo.

Las consecuencias saltan a la vista: miles de militantes emigraron a Morena y están dejando al organismo como un cascarón. La decepción alejó a los que con enorme orgullo, ostentaban las siglas del tricolor.

Se perdieron 20 entidades, que pasaron a manos de morena, muchas de ellas con expriístas al frente y solo pudieron conservar Durango, en estas últimas elecciones. Un fracaso por donde se vea, al cual tendría que responder el pseudo líder que ha sido incapaz de reestructurar al partido.

En la larga reunión de cinco horas se le pidió que deje la dirigencia, por el bien del instituto, pero se negó con el cinismo que lo caracteriza, echándoles la culpa de los graves descalabros, a otros factores. Mencionó la entrega de los gobernadores, como Omar Fayad y el resto que ya ostentan cargos diplomáticos, con una falta de dignidad, asombrosa.

Nadie duda de la habilidad del tabasqueño para forjar una estructura como la que tuvo el Revolucionario Institucional, al fin y al cabo, su cuna política. Día a día adelanta en colocar los cimientos similares a los de la hegemónica dictablanda, que nos desgobernó 70 años. No es pretexto para haber permitido que el partido se desfondara.

Dejó en claro que cumplirá con el periodo para el que fue electo y que termina en agosto del 23. Falta que se lo permita una 4T que le va a echar toda la maquinaria encima.

El procurador campechano, Renato Sales, le tiene un expediente delictivo tan grueso, como el de acusaciones por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Le está pisando los talones y podría no tardar en verse envuelto en algún proceso judicial, del que difícilmente saldrá avante. Aunque, de momento y frente a los juzgadores de su propio partido saliera con la tozudez de que no deja la silla.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq


Ni los once expresidentes del Revolucionario Institucional, pudieron convencer a Alito, de que deje la presidencia del partido. Desde el apodo es absurdo: decirle semejante diminutivo, al máximo jerarca de un organismo político, suena a tomadura de pelo, a chiste, si no es que a burla. Pero, al campechano le encanta que así le digan y desde ahí se empieza a configurar la imagen de un personaje que jamás debió llegar a la cúspide del Tricolor.

Se conocían al dedillo, las andanzas del interfecto. Fueron los años en que, el peñanietismo y el propio PRI decidieron llevar a las sillas embrujadas estatales, a una serie de “jóvenes promesas”, especies de “Golden boys”, que resultaron el principio de la caída y debacle del instituto político.

Salieron rateros a extremos incalificables. El Duarte de Veracruz, el Borge de Quintana Roo, el Duarte de Chihuahua (Aunque éste no perteneciera a la estirpe de los juniors). Los dos primeros están tras las rejas, aunque parecen cortas las condenas a las que los sentenciaron y acaba de caer extraditado el tercero, que tendrá que enfrentarse a proceso.

Con esta recua llegó Alito, que no resultó más honrado que sus homólogos, aunque la pudo librar y hacerse del mayor cargo en el partido, con lo que pensó que quedaba limpio de problemas. De tonto no tiene un pelo y echó fuera, en cuanto accedió al cargo, a todos los que olían al pasado.

Llenó plazas con sus allegados lo que le garantizó el apoyo de la estructura, en forma incondicional. Eligió a quienes ocuparon escaños, presidencias municipales y demás puestos de elección y junto con Rubén Moreira, ha manejado Insurgentes Norte a su antojo.

Las consecuencias saltan a la vista: miles de militantes emigraron a Morena y están dejando al organismo como un cascarón. La decepción alejó a los que con enorme orgullo, ostentaban las siglas del tricolor.

Se perdieron 20 entidades, que pasaron a manos de morena, muchas de ellas con expriístas al frente y solo pudieron conservar Durango, en estas últimas elecciones. Un fracaso por donde se vea, al cual tendría que responder el pseudo líder que ha sido incapaz de reestructurar al partido.

En la larga reunión de cinco horas se le pidió que deje la dirigencia, por el bien del instituto, pero se negó con el cinismo que lo caracteriza, echándoles la culpa de los graves descalabros, a otros factores. Mencionó la entrega de los gobernadores, como Omar Fayad y el resto que ya ostentan cargos diplomáticos, con una falta de dignidad, asombrosa.

Nadie duda de la habilidad del tabasqueño para forjar una estructura como la que tuvo el Revolucionario Institucional, al fin y al cabo, su cuna política. Día a día adelanta en colocar los cimientos similares a los de la hegemónica dictablanda, que nos desgobernó 70 años. No es pretexto para haber permitido que el partido se desfondara.

Dejó en claro que cumplirá con el periodo para el que fue electo y que termina en agosto del 23. Falta que se lo permita una 4T que le va a echar toda la maquinaria encima.

El procurador campechano, Renato Sales, le tiene un expediente delictivo tan grueso, como el de acusaciones por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. Le está pisando los talones y podría no tardar en verse envuelto en algún proceso judicial, del que difícilmente saldrá avante. Aunque, de momento y frente a los juzgadores de su propio partido saliera con la tozudez de que no deja la silla.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq