/ sábado 3 de julio de 2021

Cuchillito de palo | Circo inquisitorial

¿Hasta dónde van a llegar las payasadas de este populismo? La última novedad de las mañaneras, con su sección de “Quién es quién en las mentiras”, rebasa al bananerismo puro. AMLO nos transforma en un país de carcajada a los ojos del mundo y se pone a sí mismo a la cabeza de este ridículo.

Una meliflua damisela, Ana Elizabeth García Vilchis, saltó a la palestra del máximo tribunal de la Inquisición autóctona, a “denunciar” lo que calificó de mentiras periodísticas. La antropóloga, diputada suplente y excolaboradora de La Jornada de Oriente, difícilmente lee de corridito.

Con unas bromas insulsas, denunció a tres valiosos colegas: Raymundo Riva Palacio, Joaquín López Dóriga y Salvador García Soto, por “decir unas mentiras”, que lo único que son es verdades como una casa y que dejaron a la interfecta como la auténtica “Pinocho”.

¡De vergüenza! el que, un Presidente que tendría que dedicarse a resolver la problemática nacional se ocupe en fomentar más división, en linchar a comunicadores y medios, que no comparten su delirium tremens y en azuzar a sus fanáticos contra personas de carne y hueso, en un territorio en el que se asesinan periodistas como moscas.

¿Le parecerán pocos los conflictos cotidianos de todos aquellos que han perdido su empleo? ¿Cree que con estas estupideces se van a curar los pequeños a los que les faltan sus medicinas para el cáncer? Es más, ¿le preocupa el que se les abastezcan, lo mismo que todos los fármacos e insumos de que carecen los hospitales? ¿Y el sistema de vacunación –triple, polio, etc.-, que fue uno de los más afamados a nivel internacional y ahora está extinto? ¿No le inquieta que regresen epidemias de enfermedades erradicadas gracias a la eficiencia?

Echa las campanas al vuelo diciendo que la economía se ha recuperado, mientras se incrementa en más de 10 millones el número de pobres, la clase media desaparece y a pocos, les alcanza para terminar la quincena.

La realidad devora su insustancial discurso, su repetición de frases chabacanas y corrientes, amén de falsas. La empresa SPIN contabiliza 56 mil mentiras en sus mañaneras.

En vista de que le baja la audiencia inventa la “original” sección, con una ignorante personita, que ni siquiera conoce el campo. Trastabillando, sin la mínima gracia, agredió con falsedades a quienes disienten de la voz única del tlatoani. No es su culpa: habría que responsabilizar al cretino que tuvo la idea y exigirle que, ya que no queda de otra que aguantar las cantaletas presidenciales, cuando menos las refieran a lo que en verdad sucede. Basta de querer tapar el sol con un dedo.

Y celebró, con más mentiras, el tercer aniversario de su triunfo. Una hora de autoalabanza, de cuentos chinos de lo bien que marcha Pejelandia, donde solo hay felicidad.

Se refirió a la “baja” en los delitos, como si no fuera el sexenio con mayor número de homicidios, “mediante una estrategia distinta” –la de los abrazos y no balazos-, para “evitar el que los jóvenes tomen el camino de la delincuencia” (Para lo que, también, les regala 3 mil 500 mensuales, en lugar de fomentar inversiones que les dieran empleo).

Con su estupidez de nueva sección intenta amedrentar al periodismo, aunque le va a costar trabajo. Lo grave es que pone en peligro a quienes confrontan sus estulticias. De vergüenza para un Presidente que tendría que estar trabajando en la solución de los problemas y no en su ego soberbio y narcisista.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

¿Hasta dónde van a llegar las payasadas de este populismo? La última novedad de las mañaneras, con su sección de “Quién es quién en las mentiras”, rebasa al bananerismo puro. AMLO nos transforma en un país de carcajada a los ojos del mundo y se pone a sí mismo a la cabeza de este ridículo.

Una meliflua damisela, Ana Elizabeth García Vilchis, saltó a la palestra del máximo tribunal de la Inquisición autóctona, a “denunciar” lo que calificó de mentiras periodísticas. La antropóloga, diputada suplente y excolaboradora de La Jornada de Oriente, difícilmente lee de corridito.

Con unas bromas insulsas, denunció a tres valiosos colegas: Raymundo Riva Palacio, Joaquín López Dóriga y Salvador García Soto, por “decir unas mentiras”, que lo único que son es verdades como una casa y que dejaron a la interfecta como la auténtica “Pinocho”.

¡De vergüenza! el que, un Presidente que tendría que dedicarse a resolver la problemática nacional se ocupe en fomentar más división, en linchar a comunicadores y medios, que no comparten su delirium tremens y en azuzar a sus fanáticos contra personas de carne y hueso, en un territorio en el que se asesinan periodistas como moscas.

¿Le parecerán pocos los conflictos cotidianos de todos aquellos que han perdido su empleo? ¿Cree que con estas estupideces se van a curar los pequeños a los que les faltan sus medicinas para el cáncer? Es más, ¿le preocupa el que se les abastezcan, lo mismo que todos los fármacos e insumos de que carecen los hospitales? ¿Y el sistema de vacunación –triple, polio, etc.-, que fue uno de los más afamados a nivel internacional y ahora está extinto? ¿No le inquieta que regresen epidemias de enfermedades erradicadas gracias a la eficiencia?

Echa las campanas al vuelo diciendo que la economía se ha recuperado, mientras se incrementa en más de 10 millones el número de pobres, la clase media desaparece y a pocos, les alcanza para terminar la quincena.

La realidad devora su insustancial discurso, su repetición de frases chabacanas y corrientes, amén de falsas. La empresa SPIN contabiliza 56 mil mentiras en sus mañaneras.

En vista de que le baja la audiencia inventa la “original” sección, con una ignorante personita, que ni siquiera conoce el campo. Trastabillando, sin la mínima gracia, agredió con falsedades a quienes disienten de la voz única del tlatoani. No es su culpa: habría que responsabilizar al cretino que tuvo la idea y exigirle que, ya que no queda de otra que aguantar las cantaletas presidenciales, cuando menos las refieran a lo que en verdad sucede. Basta de querer tapar el sol con un dedo.

Y celebró, con más mentiras, el tercer aniversario de su triunfo. Una hora de autoalabanza, de cuentos chinos de lo bien que marcha Pejelandia, donde solo hay felicidad.

Se refirió a la “baja” en los delitos, como si no fuera el sexenio con mayor número de homicidios, “mediante una estrategia distinta” –la de los abrazos y no balazos-, para “evitar el que los jóvenes tomen el camino de la delincuencia” (Para lo que, también, les regala 3 mil 500 mensuales, en lugar de fomentar inversiones que les dieran empleo).

Con su estupidez de nueva sección intenta amedrentar al periodismo, aunque le va a costar trabajo. Lo grave es que pone en peligro a quienes confrontan sus estulticias. De vergüenza para un Presidente que tendría que estar trabajando en la solución de los problemas y no en su ego soberbio y narcisista.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq