/ sábado 6 de enero de 2018

Cuchillito de palo | ¡Hala… llegó enero!

¿Por qué será que, en este trópico autóctono, suenan las campanadas del 1 de enero e ipso facto sube todo? ¿Será parte de la idiosincrasia, de la cultura, o de la genética?

Como reflejo inconsciente de Pavlov, ir de compras y medio “crudelio”, te hace pensar que estás teniendo alucinaciones con los precios. Lo que antes de ayer costaba 100, ya vale 30 más y eso si algún comerciante semi honesto, se compadece del consumidor.

Cierto,que es el gobierno el que marca la pauta. En la Ciudad de México, el mini Mancera nos despertó con incrementos a todos los servicios y, ¡agárrese!, que viene el predial. Muy finamente les llaman “ajustes” inflacionarios y echan rollos intentándonos convencer de que son una nimiedad.

Para quienes sobreviven con un salario mínimo, los gloriosos y cacaraqueados ocho pesos de aumento, chuparon faros antes de que sirvieran para maldita la cosa. Y la mentalidad generalizada del “arriba precios”, se aplica incluso, a la mujer que vende los chicles en la calle.

Venía la inflación golpeando sonora, desde el recién fenecido 2017. El gasolinazo y demás alzas a energéticos, además de la devaluación –que eso es lo que es- del peso, menguó los ingresos familiares, a extremos serios. El aplaudido señor Carstens, tomó las de Villadiego, no sin antes declarar que se iba preocupado por la inflación. Pues que se quite de penas, porque a él no le afecta.

Le rompe la crisma al ama de casa, imposibilitada para estirar un sueldo, que de por sí ya no alcanzaba. Se la parte a la especie en extinción, la Clase Media, a punto de bajar un peldaño en la escala económica. A quien menos tiene, ni qué decir.

Salvo quienes trabajan en altos cargos de la banca, de la industria, del comercio y, por supuesto, del aparato “burrocrático”, el resto de la sociedad se hace cruces en el intento de pagar la hipoteca, la renta, los colegios, el médico, la alimentación, la ropa y fuera diversión y entretenimiento, porque si no alcanza para lo justo, menos para esto.

Como si “ajustar” a la inflación, supusiera más que lo que señala el dato del Banco de México, nadie se conforma con la cifra y se “aprovecha” para colocarle dígitos de más.

Se culpó de entrada al gasolinazo, pero los productos de la canasta básica siguieron subiendo mes a mes, para llegar a este glorioso enero, a porcentajes alucinantes.

Como protesta, grupos de vándalos del Estado de México (Ecatepec) y de Veracruz (Boca del Río), organizados a través del internet, decidieron saquear tiendas departamentales; les frustraron los robos, gracias a la “diligente” policía (O, ¿habrá sido un milagro?) que los pescó in fraganti. Habrá quien siga el ejemplo y se salga con la suya.

¿Extraña? Se llevaban pantallas de televisión y juguetes, “ayuda indispensable” para los Reyes Magos, que esta madrugada tenían que llenar los zapatos. Más de un niño se habrá quedado con un canto en las narices, cuando se levantó a ver qué le habían dejado: salvo un carbón, Melchor, Gaspar y Baltasar, poco habrán podido cumplir con las peticiones.

La maquinita de modificar etiquetas sigue su marcha. Las tortillas por las nubes, a pesar de la declaracionitis de la Secretaría de Comercio, que dice que no hay fundamento y que la Profeco ponga orden. ¿Y la Profeco servirá para algo?

Mientras el SAT acaba de volvernos locos, con su cambio en las facturas (Que ni ellos te saben explicar) y los contadores se hacen ricos, la mayoría sufre la gota gorda para salir adelante, en este malhadado cuestón de enero…Y faltan los 11 restantes del año.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

¿Por qué será que, en este trópico autóctono, suenan las campanadas del 1 de enero e ipso facto sube todo? ¿Será parte de la idiosincrasia, de la cultura, o de la genética?

Como reflejo inconsciente de Pavlov, ir de compras y medio “crudelio”, te hace pensar que estás teniendo alucinaciones con los precios. Lo que antes de ayer costaba 100, ya vale 30 más y eso si algún comerciante semi honesto, se compadece del consumidor.

Cierto,que es el gobierno el que marca la pauta. En la Ciudad de México, el mini Mancera nos despertó con incrementos a todos los servicios y, ¡agárrese!, que viene el predial. Muy finamente les llaman “ajustes” inflacionarios y echan rollos intentándonos convencer de que son una nimiedad.

Para quienes sobreviven con un salario mínimo, los gloriosos y cacaraqueados ocho pesos de aumento, chuparon faros antes de que sirvieran para maldita la cosa. Y la mentalidad generalizada del “arriba precios”, se aplica incluso, a la mujer que vende los chicles en la calle.

Venía la inflación golpeando sonora, desde el recién fenecido 2017. El gasolinazo y demás alzas a energéticos, además de la devaluación –que eso es lo que es- del peso, menguó los ingresos familiares, a extremos serios. El aplaudido señor Carstens, tomó las de Villadiego, no sin antes declarar que se iba preocupado por la inflación. Pues que se quite de penas, porque a él no le afecta.

Le rompe la crisma al ama de casa, imposibilitada para estirar un sueldo, que de por sí ya no alcanzaba. Se la parte a la especie en extinción, la Clase Media, a punto de bajar un peldaño en la escala económica. A quien menos tiene, ni qué decir.

Salvo quienes trabajan en altos cargos de la banca, de la industria, del comercio y, por supuesto, del aparato “burrocrático”, el resto de la sociedad se hace cruces en el intento de pagar la hipoteca, la renta, los colegios, el médico, la alimentación, la ropa y fuera diversión y entretenimiento, porque si no alcanza para lo justo, menos para esto.

Como si “ajustar” a la inflación, supusiera más que lo que señala el dato del Banco de México, nadie se conforma con la cifra y se “aprovecha” para colocarle dígitos de más.

Se culpó de entrada al gasolinazo, pero los productos de la canasta básica siguieron subiendo mes a mes, para llegar a este glorioso enero, a porcentajes alucinantes.

Como protesta, grupos de vándalos del Estado de México (Ecatepec) y de Veracruz (Boca del Río), organizados a través del internet, decidieron saquear tiendas departamentales; les frustraron los robos, gracias a la “diligente” policía (O, ¿habrá sido un milagro?) que los pescó in fraganti. Habrá quien siga el ejemplo y se salga con la suya.

¿Extraña? Se llevaban pantallas de televisión y juguetes, “ayuda indispensable” para los Reyes Magos, que esta madrugada tenían que llenar los zapatos. Más de un niño se habrá quedado con un canto en las narices, cuando se levantó a ver qué le habían dejado: salvo un carbón, Melchor, Gaspar y Baltasar, poco habrán podido cumplir con las peticiones.

La maquinita de modificar etiquetas sigue su marcha. Las tortillas por las nubes, a pesar de la declaracionitis de la Secretaría de Comercio, que dice que no hay fundamento y que la Profeco ponga orden. ¿Y la Profeco servirá para algo?

Mientras el SAT acaba de volvernos locos, con su cambio en las facturas (Que ni ellos te saben explicar) y los contadores se hacen ricos, la mayoría sufre la gota gorda para salir adelante, en este malhadado cuestón de enero…Y faltan los 11 restantes del año.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq