/ sábado 18 de diciembre de 2021

Cuchillito de palo | ¿Ratificación o revocación?

El quiere ratificación. La Ley señala que es revocación, pero sabemos que el tabasqueño se pone la norma como montera. Es su estrategia más redonda, para amacizar la prolongación del mandato de la 4T en Palacio, al terminar su sexenio.

Se niega a aceptar que pudiera haber alternancia y el martillo con el que destruye instituciones se vaya al baúl de los olvidos.

Cualquier organismo autónomo es condenable. Manda a la hoguera el mínimo destello de libertad de pensamiento -ataque contra el CIDE y la libertad de cátedra-. Sólo su estrechez mental es válida y, quien no la comparte, sujeto de cadalso.

De aquí que ordenó a sus hordas publicitar la estéril consulta del próximo año, como si fuera asunto de vida o muerte. Para realizarla se requiere presentar al INE, 2 millones 758 mil, 227 firmas, antes del 25 de diciembre. El panorama, pintó sombrío. Por más que se movilizó a la “burrocracia”, al partido, a los simpatizantes, la sociedad no respondía…tampoco sus huestes.

Parecía imposible conseguir esa millonada de rúbricas comprobables, porque sabemos que el INE no se anda en chiquitas y, las apócrifas o nulas por otras causas las invalida.

Que la tramposa Morena debe haber hecho la intemerata para alcanzar la cifra, ni duda cabe. De que resulten válidas, habrá que ver.

Además del número deben abarcar cuando menos a 17 entidades. Al 7 de diciembre solo habían podido recabar poco más de 800 mil, equivalentes a casi 30 por ciento de las necesarias.

Pero, según escribió Sergio Sarmiento, se hizo el milagro. A las puertas del INE llegó un camión cargado de cajas, que contenían nada menos que un millón de rúbricas. Provenían de una Asociación Civil que, ¡oh casualidad! tiene los mismos colores que el partido. La organización, “Que siga la democracia”, la preside Gabriela Jiménez, candidata a diputada bajo las siglas de Juntos Haremos Historia, por el tercer Distrito en Azcapotzalco. Ganó, pero le anularon el triunfo por irregularidades.

El Instituto Electoral estableció que las firmas fueran electrónicas y solo en 204 municipios de alta marginación se permitieran manuscritas. Morena se quejó ante el Tribunal Federal Electoral y éste revocó la norma.

La consulta, tendrá un costo de tres mil 830 millones, gasto indignante, despilfarro de los haberes públicos, arbitrario y absurdo.

Al INE se le castigó con un recorte enorme al presupuesto, lo cual le impedirá realizar el ejercicio como se acostumbra, coyuntura que, el tabasqueño quiere aprovechar para denostarlo y sustituirlo por algún mamarracho incondicional. De hacerlo sería el mayor golpe a la democracia.

Además de la tozudez de la consulta, los morenacos insisten en que es “ratificación” y eliminan el término “revocación”, que es el constitucional y el que la ampara. Como decía líneas arriba, el emperador de Palacio lo impone para recuperar el vigor de su administración, a fin de darle un jalón que sostenga a su deleznable 4T.

A pocos días de que venza el plazo, “sea como fuere”, seguro que se presentarán la cantidad de firmas exigidas. Cuando al interfecto mandamás nacional, se le mete algo, no hay forma de lograr que recule, que entre en la esfera de la razón, concepto que desconoce. El INE, por su parte, tendrá que desarrollar toda su creatividad para poner en marcha una consulta que supone un bofetón para los mexicanos, por lo absurdo, por el despilfarro y por la estulticia del “elegido de los dioses”.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

El quiere ratificación. La Ley señala que es revocación, pero sabemos que el tabasqueño se pone la norma como montera. Es su estrategia más redonda, para amacizar la prolongación del mandato de la 4T en Palacio, al terminar su sexenio.

Se niega a aceptar que pudiera haber alternancia y el martillo con el que destruye instituciones se vaya al baúl de los olvidos.

Cualquier organismo autónomo es condenable. Manda a la hoguera el mínimo destello de libertad de pensamiento -ataque contra el CIDE y la libertad de cátedra-. Sólo su estrechez mental es válida y, quien no la comparte, sujeto de cadalso.

De aquí que ordenó a sus hordas publicitar la estéril consulta del próximo año, como si fuera asunto de vida o muerte. Para realizarla se requiere presentar al INE, 2 millones 758 mil, 227 firmas, antes del 25 de diciembre. El panorama, pintó sombrío. Por más que se movilizó a la “burrocracia”, al partido, a los simpatizantes, la sociedad no respondía…tampoco sus huestes.

Parecía imposible conseguir esa millonada de rúbricas comprobables, porque sabemos que el INE no se anda en chiquitas y, las apócrifas o nulas por otras causas las invalida.

Que la tramposa Morena debe haber hecho la intemerata para alcanzar la cifra, ni duda cabe. De que resulten válidas, habrá que ver.

Además del número deben abarcar cuando menos a 17 entidades. Al 7 de diciembre solo habían podido recabar poco más de 800 mil, equivalentes a casi 30 por ciento de las necesarias.

Pero, según escribió Sergio Sarmiento, se hizo el milagro. A las puertas del INE llegó un camión cargado de cajas, que contenían nada menos que un millón de rúbricas. Provenían de una Asociación Civil que, ¡oh casualidad! tiene los mismos colores que el partido. La organización, “Que siga la democracia”, la preside Gabriela Jiménez, candidata a diputada bajo las siglas de Juntos Haremos Historia, por el tercer Distrito en Azcapotzalco. Ganó, pero le anularon el triunfo por irregularidades.

El Instituto Electoral estableció que las firmas fueran electrónicas y solo en 204 municipios de alta marginación se permitieran manuscritas. Morena se quejó ante el Tribunal Federal Electoral y éste revocó la norma.

La consulta, tendrá un costo de tres mil 830 millones, gasto indignante, despilfarro de los haberes públicos, arbitrario y absurdo.

Al INE se le castigó con un recorte enorme al presupuesto, lo cual le impedirá realizar el ejercicio como se acostumbra, coyuntura que, el tabasqueño quiere aprovechar para denostarlo y sustituirlo por algún mamarracho incondicional. De hacerlo sería el mayor golpe a la democracia.

Además de la tozudez de la consulta, los morenacos insisten en que es “ratificación” y eliminan el término “revocación”, que es el constitucional y el que la ampara. Como decía líneas arriba, el emperador de Palacio lo impone para recuperar el vigor de su administración, a fin de darle un jalón que sostenga a su deleznable 4T.

A pocos días de que venza el plazo, “sea como fuere”, seguro que se presentarán la cantidad de firmas exigidas. Cuando al interfecto mandamás nacional, se le mete algo, no hay forma de lograr que recule, que entre en la esfera de la razón, concepto que desconoce. El INE, por su parte, tendrá que desarrollar toda su creatividad para poner en marcha una consulta que supone un bofetón para los mexicanos, por lo absurdo, por el despilfarro y por la estulticia del “elegido de los dioses”.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq