/ sábado 7 de noviembre de 2020

Cuchillito de palo | Se desatan los "soplones"

Lo de Odebrecht se enreda cada vez más. La acusación y orden de captura –que negó un juez-, contra el exsecretario de Hacienda (Luis Videgaray), a tal grado debió haber sido hecha sin fundamento ni pruebas, que se rechazó.

De ser culpable, debería estar en la cárcel, pero ante la feroz embestida de la Fiscalía, la acusación parece absurda. A Videgaray se le colocan delitos por financiamiento ilegal de campañas políticas, cohecho y ¡traición a la patria! Todo por las declaraciones del corruptísimo y cínico, Emilio Lozoya.

De éste se dice que anda más fresco que una lechuga, panza al sol en alguna playa o disfrutando de sus mal habidas mansiones y lujos de millonariazo. A su mami y hermana, ya las exoneraron, a pesar de que el pillo de cuenta les depositaba estratosféricos fondos. La familia feliz, en plena impunidad.

El meollo de la cuestión es si se quiere justicia o venganza, además de, a la manera de un circo romano, echar a la pasada administración al coso de los leones. Lo último es estrategia puntual de cualquier gobierno populista, que le pone en bandeja de plata, al pueblo bueno, las entrañas de sus enemigos.

La corrupción del Peñanietismo es imperdonable y se tendría que sancionar con todo el peso de la ley. Pruebas deben sobrar si existiera en verdad, una Fiscalía independiente y dispuesta a investigar. Lo que hemos visto, hasta ahora, es un apéndice dependiente del tlatoani, al que se le busca dar gusto.

Echar mano del ahora tan traído y llevado “criterio de oportunidad”, debería dar a cambio evidencias contundentes para conseguir sentencias condenatorias. Basarse en los chismes de un corrupto de corruptos, es injustificable, frente a lo implacable de la norma jurídica.

Se persigue a Videgaray como señal de alarma para Peña Nieto, con quien AMLO hizo un pacto, por completo inaceptable, para no tocarlo. Es un decirle que si van por quien fue su brazo derecho, ¡ponga sus barbas a remojar!

Todos traidores y todos intentándose trepar en estos estériles escándalos. A los dichos de Emilio Lozoya salió a rebatirlos, el brasileño director entonces, de Odebrecht México. Luis Meneses declaró en entrevista a El Universal, que el dinero no era para campañas políticas, sino que se le había depositado al propio Lozoya y que a saber lo que éste habría hecho.

Meneses, figura clave en el caso, no ha sido llamado a declarar por la Fiscalia. En el ínterin, saltó al ruedo, otra rata mayúscula, el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, a decir “que Peña lo instruyó a facilitar los trámites de la planta, “Etileno XXI”, porque tenía muchos compromisos con esas personas”. Quien robó a manos llenas, dejó a la entidad en bancarrota y con una inseguridad asoladora, rebuzna, a estas alturas del juego.

Otro tanto la “histerieta” de Emilio Zebadúa, quien también se trepa en el “criterio de oportunidad”, con el tema de la Estafa Maestra y Rosario Robles. El soplón que acompañó a la hoy presa injustificada, en todas sus andanzas, busca salvar el pellejo, traicionándola.

Crecen monstruos de deslealtad y esquirolismo. Vender a quien les dio de comer es repulsivo y habla de la cantidad de alimañas que rodean a la clase política. A partir de estos “denunciantes”, ninguno está seguro y a cualquiera, sin mayor prueba, se le pueden adjudicar delitos mayores.

Mala fórmula para, reitero, buscar y aplicar justicia. Los culpables deben pagar sus delitos…conforme a Derecho.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Lo de Odebrecht se enreda cada vez más. La acusación y orden de captura –que negó un juez-, contra el exsecretario de Hacienda (Luis Videgaray), a tal grado debió haber sido hecha sin fundamento ni pruebas, que se rechazó.

De ser culpable, debería estar en la cárcel, pero ante la feroz embestida de la Fiscalía, la acusación parece absurda. A Videgaray se le colocan delitos por financiamiento ilegal de campañas políticas, cohecho y ¡traición a la patria! Todo por las declaraciones del corruptísimo y cínico, Emilio Lozoya.

De éste se dice que anda más fresco que una lechuga, panza al sol en alguna playa o disfrutando de sus mal habidas mansiones y lujos de millonariazo. A su mami y hermana, ya las exoneraron, a pesar de que el pillo de cuenta les depositaba estratosféricos fondos. La familia feliz, en plena impunidad.

El meollo de la cuestión es si se quiere justicia o venganza, además de, a la manera de un circo romano, echar a la pasada administración al coso de los leones. Lo último es estrategia puntual de cualquier gobierno populista, que le pone en bandeja de plata, al pueblo bueno, las entrañas de sus enemigos.

La corrupción del Peñanietismo es imperdonable y se tendría que sancionar con todo el peso de la ley. Pruebas deben sobrar si existiera en verdad, una Fiscalía independiente y dispuesta a investigar. Lo que hemos visto, hasta ahora, es un apéndice dependiente del tlatoani, al que se le busca dar gusto.

Echar mano del ahora tan traído y llevado “criterio de oportunidad”, debería dar a cambio evidencias contundentes para conseguir sentencias condenatorias. Basarse en los chismes de un corrupto de corruptos, es injustificable, frente a lo implacable de la norma jurídica.

Se persigue a Videgaray como señal de alarma para Peña Nieto, con quien AMLO hizo un pacto, por completo inaceptable, para no tocarlo. Es un decirle que si van por quien fue su brazo derecho, ¡ponga sus barbas a remojar!

Todos traidores y todos intentándose trepar en estos estériles escándalos. A los dichos de Emilio Lozoya salió a rebatirlos, el brasileño director entonces, de Odebrecht México. Luis Meneses declaró en entrevista a El Universal, que el dinero no era para campañas políticas, sino que se le había depositado al propio Lozoya y que a saber lo que éste habría hecho.

Meneses, figura clave en el caso, no ha sido llamado a declarar por la Fiscalia. En el ínterin, saltó al ruedo, otra rata mayúscula, el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, a decir “que Peña lo instruyó a facilitar los trámites de la planta, “Etileno XXI”, porque tenía muchos compromisos con esas personas”. Quien robó a manos llenas, dejó a la entidad en bancarrota y con una inseguridad asoladora, rebuzna, a estas alturas del juego.

Otro tanto la “histerieta” de Emilio Zebadúa, quien también se trepa en el “criterio de oportunidad”, con el tema de la Estafa Maestra y Rosario Robles. El soplón que acompañó a la hoy presa injustificada, en todas sus andanzas, busca salvar el pellejo, traicionándola.

Crecen monstruos de deslealtad y esquirolismo. Vender a quien les dio de comer es repulsivo y habla de la cantidad de alimañas que rodean a la clase política. A partir de estos “denunciantes”, ninguno está seguro y a cualquiera, sin mayor prueba, se le pueden adjudicar delitos mayores.

Mala fórmula para, reitero, buscar y aplicar justicia. Los culpables deben pagar sus delitos…conforme a Derecho.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq