/ miércoles 8 de noviembre de 2017

Cuchillito de palo | Secreto a voces

El reciente escándalo en Estados Unidos, por los abusos sexuales del productor Harvey Weinstein, destapa un delito generalizado, en un buen número de países, con sus diversos matices. En México es profuso y, ni siquiera, en la mayoría de las situaciones, se le reconoce.

En el extranjero, en la esfera política el castigo es extremo. En 1963 se armó la grande, en Inglaterra, a raíz del destape del amorío del Ministro de Guerra británico, Profumo, con una corista, que a su vez se reunía con un espía soviético. A Profumo lo echaron del cargo, con cajas destempladas y se le abrió proceso.

Otro tanto, sin que hubieran “secretos de estado” de por medio, ha sucedido a niveles altos de la política gringa. Se obliga a renunciary el personaje va a dar a una congeladora, de la que no vuelve a salir.

A la mínima acusación de acoso, cualquier juez condena y deja caer todo el peso de la ley, sobre el inculpado.

A diferencia de lo que ocurre en otras naciones, donde al culpable incluso se le sentencia a pena de cárcel y se le despoja de su aura pública, para transformarlo en el último de los indeseables, en este territorio se percibe como una muestra del folclore machista, sin mayor trascendencia.

Si alguna de las tantas aspirantes a “estrellitas”, o quienes lograron llegar a la cúspide, abriera la boca, se haría público lo que es un secreto a voces. Muchas aceptan treparse a la “cultura del box spring”, a sabiendas de su destino ineluctable. Es más, en otros sectores, como el de la política, es herramienta primordial para el ascenso. La relación es consensuada y de mutuo acuerdo, aunque dé asco.

Miles de mujeres -también un buen número de varones-, adolescentes y niñas, padecen el abuso. Recién dictaron auto de formal prisión contra una maestra de preescolar, en la Ciudad de México, por afectar a tres menores. La batalla de los aguerridos padres logró movilizar a las autoridades escolares, que en general se hacen ciegas a estas agresiones.

Hay historias dramáticas de abusos de profesores, aún a nivel universitario y los responsables se suelen librar atribuyéndolas a “fantasías infantiles” o “enajenaciones de adolescentes”.

En el Poder Judicial, el Consejo de la Judicatura Federal acaba de poner bajo investigación, a Fernando Reza, del Tribunal Colegiado en materia Administrativa y de Trabajo, en Querétaro. El susodicho insiste en que, las acusaciones por acosar a una juez y a algunas de sus colaboradoras, son producto de las envidias. El Consejo tendrá la última palabra, aunque decepciona el que, del 2006 a la fecha se le han presentado 17 denuncias y ¡ninguna prosperó!

Recuerdo las andanzas de un exministro de la Suprema Corte, famoso porque se le iba encima, hasta a una escoba con faldas. Era la comidilla de sus pares y del resto del personal de la máxima institución y, sin embargo, jamás se le tocó. Me guardo el nombre, en vista de que, convertido en un carcamal, ya debe estar imposibilitado para corretear algo más que a una tortuga. Los años le deben haber cobrado la factura de sus enjundiosas lascivias.

Difícil que el órgano supervisor de la conducta de los juzgadores, sancione a alguno de sus miembros. Actúan blandengues, solapan incluso y si así lo hacen en temas de sobornos y cohechos a las víctimas, menos deben preocuparse por “asuntos de la carne”.

El acoso sexual es un auténtico azote y, para desgracia de quien lo sufre, un legajo de auténtica impunidad. Mientras no se multipliquen las denuncias y se exijan sanciones fuertes, seguirá desbocándose.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

El reciente escándalo en Estados Unidos, por los abusos sexuales del productor Harvey Weinstein, destapa un delito generalizado, en un buen número de países, con sus diversos matices. En México es profuso y, ni siquiera, en la mayoría de las situaciones, se le reconoce.

En el extranjero, en la esfera política el castigo es extremo. En 1963 se armó la grande, en Inglaterra, a raíz del destape del amorío del Ministro de Guerra británico, Profumo, con una corista, que a su vez se reunía con un espía soviético. A Profumo lo echaron del cargo, con cajas destempladas y se le abrió proceso.

Otro tanto, sin que hubieran “secretos de estado” de por medio, ha sucedido a niveles altos de la política gringa. Se obliga a renunciary el personaje va a dar a una congeladora, de la que no vuelve a salir.

A la mínima acusación de acoso, cualquier juez condena y deja caer todo el peso de la ley, sobre el inculpado.

A diferencia de lo que ocurre en otras naciones, donde al culpable incluso se le sentencia a pena de cárcel y se le despoja de su aura pública, para transformarlo en el último de los indeseables, en este territorio se percibe como una muestra del folclore machista, sin mayor trascendencia.

Si alguna de las tantas aspirantes a “estrellitas”, o quienes lograron llegar a la cúspide, abriera la boca, se haría público lo que es un secreto a voces. Muchas aceptan treparse a la “cultura del box spring”, a sabiendas de su destino ineluctable. Es más, en otros sectores, como el de la política, es herramienta primordial para el ascenso. La relación es consensuada y de mutuo acuerdo, aunque dé asco.

Miles de mujeres -también un buen número de varones-, adolescentes y niñas, padecen el abuso. Recién dictaron auto de formal prisión contra una maestra de preescolar, en la Ciudad de México, por afectar a tres menores. La batalla de los aguerridos padres logró movilizar a las autoridades escolares, que en general se hacen ciegas a estas agresiones.

Hay historias dramáticas de abusos de profesores, aún a nivel universitario y los responsables se suelen librar atribuyéndolas a “fantasías infantiles” o “enajenaciones de adolescentes”.

En el Poder Judicial, el Consejo de la Judicatura Federal acaba de poner bajo investigación, a Fernando Reza, del Tribunal Colegiado en materia Administrativa y de Trabajo, en Querétaro. El susodicho insiste en que, las acusaciones por acosar a una juez y a algunas de sus colaboradoras, son producto de las envidias. El Consejo tendrá la última palabra, aunque decepciona el que, del 2006 a la fecha se le han presentado 17 denuncias y ¡ninguna prosperó!

Recuerdo las andanzas de un exministro de la Suprema Corte, famoso porque se le iba encima, hasta a una escoba con faldas. Era la comidilla de sus pares y del resto del personal de la máxima institución y, sin embargo, jamás se le tocó. Me guardo el nombre, en vista de que, convertido en un carcamal, ya debe estar imposibilitado para corretear algo más que a una tortuga. Los años le deben haber cobrado la factura de sus enjundiosas lascivias.

Difícil que el órgano supervisor de la conducta de los juzgadores, sancione a alguno de sus miembros. Actúan blandengues, solapan incluso y si así lo hacen en temas de sobornos y cohechos a las víctimas, menos deben preocuparse por “asuntos de la carne”.

El acoso sexual es un auténtico azote y, para desgracia de quien lo sufre, un legajo de auténtica impunidad. Mientras no se multipliquen las denuncias y se exijan sanciones fuertes, seguirá desbocándose.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq