Y los de cada “mañanera” se convierten en auténticos huracanes. Ahora le tocó a España. Como lo hicieron en su momento, el boliviano Evo Morales y el venezolano, Maduro, López Obrador exigió –y de paso al Papa Francisco- que pidan perdón por lo ocurrido en la Conquista.
Se revela el populismo ramplón. Utiliza el símbolo de lo que sucedió hace 500 años, para colocarnos en el papel de víctimas de atrocidades y fomentar el nacionalismo. Y puede que algunas haya habido, pero ¿qué diantres les toca de esa herencia, a un país con el que tenemos buenas relaciones?
El populista se ufana en el nacionalismo exacerbado y parece que es allí adonde se nos quiere llevar. Se hace referencia a un “Programa de rescate del patrimonio cultural y de la memoria histórica”, de acuerdo a su propia y personal interpretación, alejada de historiadores de primera línea.
La respuesta del otro lado del Atlántico fue dura, aunque la carta de rechazo a semejante solicitud de Perogrullo, redactada en términos diplomáticos: “Lo que pasó hace 500 años no puede juzgarse con los ojos contemporáneos”.
Mucho más ácidos los comentarios de líderes de sus partidos políticos, de intelectuales y de toda una pléyade de hispanos, molestos por la misiva de Marras. ¿Había necesidad de comprometer las relaciones con una nación que es la tercera inversionista en México y la primera de la Unión Europea?
Si al residente de Palacio Nacional le parece que la economía va viento en popa y que sobran los capitales foráneos, confirmaría que sufre de delirios. Las calificadoras nos tienen en la mira y las finanzas públicas se encogen a pasos agigantados. El jefe de gabinete, Romo, declara que hay orden de comprimir aún más, el aparato oficial y que la austeridad tendrá que ser franciscana .
Mientras se buscan pleitos, donde no los había, la sumisión al imperio del norte, agravia. Se recibe al “primer yerno gringo” –Jared Kushner-, en una “cena íntima” en casa de un alto funcionario de televisa. Tratar asuntos oficiales, frente a un empresario es algo jamás visto. Lamerle las suelas al asesor de la Casa Blanca y alardear de que van a darnos cinco mil millones de dólares –para promover que cese la emigración a Estados Unidos- es la venta por un plato de lentejas. Un servilismo, del que no teníamos memoria.
La 4T tendría que empezar por pedir perdón a las familias de los 137 quemados en Tlahuelilpan, por su operativo fallido. Ni quien mencione a los deudos de esta tragedia.
Perdón a los miles de niños, a quienes se les arrebató la posibilidad de tener un lugar seguro en una estancia infantil. Y a las madres, a las que pusieron en aprietos, al ya no poder dejar a sus hijos en resguardo.
Perdón a quienes se alimentaban por 10 pesos y que volverán a pasar hambre. Perdón a las mujeres que sufren violencia, porque los refugios, también en veremos.
Perdón a los miles de servidores públicos, a los que se corrió, personal capacitado, de comprobada honradez. Sin filtro se les echó a la calle, para suplirlos con neófitos sin experiencia –en el mejor de los casos-, cuando no, por vagos, oportunistas y deshonestos.
Perdón a los periodistas –van 7 asesinados en este régimen-, a los que se ofende con palabrejas como “fifís, fantoches, conservadores, sabelotodos, hipócritas y doble cara”, por no pensar igual que él.
Aquí no han transcurrido 500 años, así que, el pedir perdón tendría que ser de inmediato.
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