/ miércoles 27 de septiembre de 2017

Cuchillito de palo | Y sigue la pesadilla…

Y empiezan los dislates, los encontronazos verbales y el ancestral y repetitivo encuentro de actos de corrupción. Sin necesidad de decirlo, resulta inconcebible que, edificios recién construidos sufrieran daños que ameritaran su inhabilitación.

Corrupción de ida y vuelta, que compromete a autoridades con particulares. A pocos incordia el dar una “mordida”, para conseguir una licencia, permiso, uso de suelo, a sabiendas de que pueden comprometer la vida y el patrimonio de las personas.

La especulación y las ganancias fáciles sustituyen al mínimo atisbo moral. Frente a la posibilidad de hacerse ricos se duerme la conciencia –si alguna vez la tuvieron- y se echa a andar la maquinaria de la compra de funcionaretes.

Lo ocurrido en la escuela Enrique Rébsamen, del sur de la Ciudad de México, agravia. Diecinueve pequeños muertos, al venirse abajo uno de los edificios del plantel. Empieza a conocerse el porqué.

Funcionaba con un permiso falso, ya que el uso de suelo era habitacional. Encima de la propia escuela, los propietarios –que siguen en la semi sombra- se construyeron un departamento, con mármol y demás pesos no calculados en la construcción existente. Por supuesto se vino abajo.

De pensar en el dolor de los padres de los pequeños que quedaron bajo los escombros, se pone la piel de gallina. ¿Había derecho a permitir que funcionara un colegio, sin las más estrictas pruebas estructurales?

Una vez descubiertas las tantas irregularidades, empezó el juego politiquero, de echarse la bolita. El miniMancera –del que el pueblo no ha visto un pelo, a lo largo de la tragedia-, dijo que era la SEP la encargada de vigilar a estos planteles particulares.

Al momento le respondió Aurelio Nuño, secretario de Educación Pública, quien declaró que ellos solo recibían la documentación, a cargo de autoridades locales, en particular, de la delegación. He aquí que, la candidata a la máxima jefatura capitalina –por Morena-, Claudia Sheinbaum (actualmente delegada en Tlalpan), intentó lavarse las manos y devolverles el mangarrietazo a sus mayores en jerarquía.

La verdad es que los permisos de construcción y de protección civil pertenecen a la delegación. ¿Quién demonios lo otorgó, para construir una casa encima de las aulas?

La realidad es que vivimos en el paraíso del “se compra lo que se quiere” y “se hace lo que me viene en gana”. Las consecuencias, por dramáticas que sean, poco interesan.

Me comentaba un amigo electricista, tiempo antes de estos terremotos, que estaba trabajando en una constructora, que “remoza” edificios viejos para revenderlos. Me contó de uno, ubicado en plena avenida Ejército Nacional, en el que, sus patronos habían ahorrado sin misericordia, en la cuestión de los materiales. Indignado decía que les “importaba un bledo”, poner en riesgo a los futuros habitantes de esos condominios.

Un gobernador y la señora (Morelos), a quienes se acusa de haber acumulado la ayuda para entregarla “etiquetada”. Aunque Graco Ramírez y Elena Zepeda juraron que era mentira, la movilización en redes, que trascendió a medios, los obligó a dejar de manipular y controlar lo indispensable, para miles de damnificados.

La FEPADE investiga a funcionarios de Chiapas, Morelos, Oaxaca y la Ciudad de México (Coyoacán), por el uso politiquero de la entrega de víveres y demás. De llorar el que haya sátrapas capaces de lucrar con el dolor ajeno. Lo dije la semana pasada y lo reitero: Hacerlo es de malnacidos. Y esto, apenas empieza…

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

Y empiezan los dislates, los encontronazos verbales y el ancestral y repetitivo encuentro de actos de corrupción. Sin necesidad de decirlo, resulta inconcebible que, edificios recién construidos sufrieran daños que ameritaran su inhabilitación.

Corrupción de ida y vuelta, que compromete a autoridades con particulares. A pocos incordia el dar una “mordida”, para conseguir una licencia, permiso, uso de suelo, a sabiendas de que pueden comprometer la vida y el patrimonio de las personas.

La especulación y las ganancias fáciles sustituyen al mínimo atisbo moral. Frente a la posibilidad de hacerse ricos se duerme la conciencia –si alguna vez la tuvieron- y se echa a andar la maquinaria de la compra de funcionaretes.

Lo ocurrido en la escuela Enrique Rébsamen, del sur de la Ciudad de México, agravia. Diecinueve pequeños muertos, al venirse abajo uno de los edificios del plantel. Empieza a conocerse el porqué.

Funcionaba con un permiso falso, ya que el uso de suelo era habitacional. Encima de la propia escuela, los propietarios –que siguen en la semi sombra- se construyeron un departamento, con mármol y demás pesos no calculados en la construcción existente. Por supuesto se vino abajo.

De pensar en el dolor de los padres de los pequeños que quedaron bajo los escombros, se pone la piel de gallina. ¿Había derecho a permitir que funcionara un colegio, sin las más estrictas pruebas estructurales?

Una vez descubiertas las tantas irregularidades, empezó el juego politiquero, de echarse la bolita. El miniMancera –del que el pueblo no ha visto un pelo, a lo largo de la tragedia-, dijo que era la SEP la encargada de vigilar a estos planteles particulares.

Al momento le respondió Aurelio Nuño, secretario de Educación Pública, quien declaró que ellos solo recibían la documentación, a cargo de autoridades locales, en particular, de la delegación. He aquí que, la candidata a la máxima jefatura capitalina –por Morena-, Claudia Sheinbaum (actualmente delegada en Tlalpan), intentó lavarse las manos y devolverles el mangarrietazo a sus mayores en jerarquía.

La verdad es que los permisos de construcción y de protección civil pertenecen a la delegación. ¿Quién demonios lo otorgó, para construir una casa encima de las aulas?

La realidad es que vivimos en el paraíso del “se compra lo que se quiere” y “se hace lo que me viene en gana”. Las consecuencias, por dramáticas que sean, poco interesan.

Me comentaba un amigo electricista, tiempo antes de estos terremotos, que estaba trabajando en una constructora, que “remoza” edificios viejos para revenderlos. Me contó de uno, ubicado en plena avenida Ejército Nacional, en el que, sus patronos habían ahorrado sin misericordia, en la cuestión de los materiales. Indignado decía que les “importaba un bledo”, poner en riesgo a los futuros habitantes de esos condominios.

Un gobernador y la señora (Morelos), a quienes se acusa de haber acumulado la ayuda para entregarla “etiquetada”. Aunque Graco Ramírez y Elena Zepeda juraron que era mentira, la movilización en redes, que trascendió a medios, los obligó a dejar de manipular y controlar lo indispensable, para miles de damnificados.

La FEPADE investiga a funcionarios de Chiapas, Morelos, Oaxaca y la Ciudad de México (Coyoacán), por el uso politiquero de la entrega de víveres y demás. De llorar el que haya sátrapas capaces de lucrar con el dolor ajeno. Lo dije la semana pasada y lo reitero: Hacerlo es de malnacidos. Y esto, apenas empieza…

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq