/ miércoles 20 de diciembre de 2017

Cuchillito de palo | ¡Ya empezamos!

A sillazos y pedradas se enfrentaron simpatizantes del PRD y de Morena. El zafarrancho, del que ahora se culpan mutuamente, debería ser una señal de alarma, previa a la violencia generalizada, que podría desatarse.

El motivo fue nimio. En la Plaza Hidalgo, centro de la delegación Coyoacán, el pasado viernes hubo un festival de fin de año que, según las autoridades del Sol Azteca, ya estaba previsto y anunciado en redes, días antes.

A las cuatro de la tarde se montó un segundo templete, para un mitin de López Obrador y su pupila, Claudia Sheinbaum. La demarcación insiste en que la Morena, Bertha Luján, había solicitado el permiso el 5 de diciembre, pero se le negó el 11, porque el espacio ya estaba comprometido.

A pesar de la falta de permiso, Morena decidió hacerlo. Llegaron sus seguidores y quisieron colocar sillas. Trabajadores delegacionales se los impidieron. Fue entonces cuando empezó el ataque con proyectiles. A un par de reporteros los agredieron haciendo caso omiso de sus identificaciones.  Cuando regresó la calma aparecieron Sheinbaum y AMLO e hicieron su consabido espectáculo.

Una querida amiga comunicadora, Paloma Ruiz, vive a unas cuadras del jardín. Salió a comprar un pastel y al oír la música decidió acercarse a ver de qué se trataba. Detrás de una esquina, vio cómo golpeaban a una mujer de la tercera edad. De inmediato se acercó a defenderla. Le tocaron todo tipo de golpes hasta caer y qué decir de los insultos.

Cuando pudo salir se dirigió a la delegación, a poner una denuncia. Se la negaron. Colaboradora de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se indignó y no pasó nada. Le argumentaron cuatro perogrulladas y rechazaron abrirla.

Así se levanta el telón de la violencia. Se pelean las fechas, los permisos, los espacios. La delegación Coyoacán es una de las pocas que quedan en las manos del PRD y va a ser difícil que la suelte. No es la primera batalla campal que se organiza. Los escarceos por el sufragio han sido de pronóstico y característicos por su violencia.

Como su delegado insignia, Mauricio Toledo, de enorme fama de bravucón y peleonero, más allá de cualquier acuerdo de civilidad. A su salida, dejó en su lugar a uno de sus incondicionales – José Valentín Maldonado-, quien renunció hace un par de semanas para contender por una diputación.

Lo mismo da que estén o no: el caciquismo de Toledo persiste y define candidatos, hasta llevarlos al triunfo a costa de lo que sea.

Una zona apetecible para Morena, por la orientación ideológica de sus habitantes –izquierda- y por ser un bastión económico importante. La prueba es que, cada que puede, López Obrador organiza sus reuniones en ella y ahora, en plena precampaña de la Sheinbaum –a la que muchos ya llaman Juanita-, aprovecha para intentar cerrar el círculo de sus conquistas capitalinas.

Mientras sucedió la pelea no apareció un policía ni empleado de la mentada jefatura. A posteriori, el Sol Azteca local se comprometió a llevar las investigaciones hasta donde caigan –Jejeje-.

Tan culpables unos como los otros. Si se había negado el espacio, los Morenos podían haber solicitado otro día. A la violencia el gurú respondió con su frase de siempre: “No hay que caer en provocaciones”, cuando los suyos fueron los que empezaron a lanzar objetos.

Para ventura de todos fue solo una escaramuza, aunque la falta de respeto a los colegas periodistas, a Paloma Ruiz y el hecho de que aparezca la violencia, deberían ser imperdonables. Si así se empieza es de temblar al pensar cómo siga.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq

A sillazos y pedradas se enfrentaron simpatizantes del PRD y de Morena. El zafarrancho, del que ahora se culpan mutuamente, debería ser una señal de alarma, previa a la violencia generalizada, que podría desatarse.

El motivo fue nimio. En la Plaza Hidalgo, centro de la delegación Coyoacán, el pasado viernes hubo un festival de fin de año que, según las autoridades del Sol Azteca, ya estaba previsto y anunciado en redes, días antes.

A las cuatro de la tarde se montó un segundo templete, para un mitin de López Obrador y su pupila, Claudia Sheinbaum. La demarcación insiste en que la Morena, Bertha Luján, había solicitado el permiso el 5 de diciembre, pero se le negó el 11, porque el espacio ya estaba comprometido.

A pesar de la falta de permiso, Morena decidió hacerlo. Llegaron sus seguidores y quisieron colocar sillas. Trabajadores delegacionales se los impidieron. Fue entonces cuando empezó el ataque con proyectiles. A un par de reporteros los agredieron haciendo caso omiso de sus identificaciones.  Cuando regresó la calma aparecieron Sheinbaum y AMLO e hicieron su consabido espectáculo.

Una querida amiga comunicadora, Paloma Ruiz, vive a unas cuadras del jardín. Salió a comprar un pastel y al oír la música decidió acercarse a ver de qué se trataba. Detrás de una esquina, vio cómo golpeaban a una mujer de la tercera edad. De inmediato se acercó a defenderla. Le tocaron todo tipo de golpes hasta caer y qué decir de los insultos.

Cuando pudo salir se dirigió a la delegación, a poner una denuncia. Se la negaron. Colaboradora de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se indignó y no pasó nada. Le argumentaron cuatro perogrulladas y rechazaron abrirla.

Así se levanta el telón de la violencia. Se pelean las fechas, los permisos, los espacios. La delegación Coyoacán es una de las pocas que quedan en las manos del PRD y va a ser difícil que la suelte. No es la primera batalla campal que se organiza. Los escarceos por el sufragio han sido de pronóstico y característicos por su violencia.

Como su delegado insignia, Mauricio Toledo, de enorme fama de bravucón y peleonero, más allá de cualquier acuerdo de civilidad. A su salida, dejó en su lugar a uno de sus incondicionales – José Valentín Maldonado-, quien renunció hace un par de semanas para contender por una diputación.

Lo mismo da que estén o no: el caciquismo de Toledo persiste y define candidatos, hasta llevarlos al triunfo a costa de lo que sea.

Una zona apetecible para Morena, por la orientación ideológica de sus habitantes –izquierda- y por ser un bastión económico importante. La prueba es que, cada que puede, López Obrador organiza sus reuniones en ella y ahora, en plena precampaña de la Sheinbaum –a la que muchos ya llaman Juanita-, aprovecha para intentar cerrar el círculo de sus conquistas capitalinas.

Mientras sucedió la pelea no apareció un policía ni empleado de la mentada jefatura. A posteriori, el Sol Azteca local se comprometió a llevar las investigaciones hasta donde caigan –Jejeje-.

Tan culpables unos como los otros. Si se había negado el espacio, los Morenos podían haber solicitado otro día. A la violencia el gurú respondió con su frase de siempre: “No hay que caer en provocaciones”, cuando los suyos fueron los que empezaron a lanzar objetos.

Para ventura de todos fue solo una escaramuza, aunque la falta de respeto a los colegas periodistas, a Paloma Ruiz y el hecho de que aparezca la violencia, deberían ser imperdonables. Si así se empieza es de temblar al pensar cómo siga.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq