/ lunes 2 de abril de 2018

Cultura a la mexicana

“Tarde o temprano, el tiempo…todo descubre.”

Lo que fue inmediato, casi instantáneo, en el caso de algunos candidatos “independientes” a la presidencia, pues no acababan de celebrar su inclusión a las boletas que se ocuparán el día de la elección, cuando les cayó como un “balde de agua fría” la notificación de que les habían detectado muchas, pero muchas, firmas inválidas del supuesto apoyo ciudadano para participar en la contienda.

Las razones por las que el INE dictaminó descartar una cantidad descomunal de firmas aportadas por los principales aspirantes (Margarita, “El Bronco” y “El Jaguar”), pusieron en evidencia que su paso por los partidos de donde provienen no fue en vano, pues tienen más que aprendidas prácticas como el utilizar firmas falsas o repetidas y credenciales adulteradas, en este caso para acreditar un apoyo ciudadano inexistente, cuando menos en la magnitud con que se jactaron.

El pasado viernes 16 de marzo, el INE dio a conocer la cantidad indignante de firmas descartadas de los tres mencionados y que sólo Margarita Zavala cumplió con los requisitos establecidos por la ley para participar como candidata independiente a la Presidencia de la República, siendoa juicio de la autoridad, la única en acreditar un número suficiente de apoyos ciudadanos válidos, para continuar en la contienda.

Desde luego que las declaraciones de los afectados no se hicieron esperar, “descalificando” su descalificación, pues el dictamen implica poner en duda, injustificadamente, su “honorabilidad” como personas públicas y ampliamente prestigiadas, exhibiéndolos por no acatar las reglas que se comprometieron a respetar desde que decidieron participar en el proceso. En ese sentido creo que la tienen fácil para demostrar su conducta “proba”, si es que deciden oponerse legalmente a la resolución del INE y explicar oportunamente lo que nosotros todavía no alcanzamos a entender: cómo se le pudieron filtrar tantas irregularidades a sus respectivos equipos recolectores de firmas.

Es de señalar la relevancia de la figura del candidato independiente, pues por primera vez en nuestra historia reciente la ley permite la participación ciudadana en las elecciones, sin la necesidad de hacerlo a través de los partidos políticos, lo que sin duda representa un avance importante en el proceso de democratización del país y por tanto la oportunidad de apreciar a personalidades sin las ataduras propias de un sistema de grupos de interés, y que reconozcan como máximo compromiso el adquirido con quienes lo elijamos.

Para la sociedad mexicana no deja de ser una novedad sometida a prueba de fuego, que según algunos analistas ya muestra deficiencias en su regulación, al establecer requisitos que para la mayoría de los aspirantes resultaron inalcanzables y que “curiosamente” propiciaron que solo tuvieran opción real para ser candidatos los mencionados tres, egresados de los partidos tradicionalmente más fuertes, hecho que en mi opinión, es contrario a los propósitos con que la figurase ideó, pues así no podemos hablar de candidaturas independientes. A esto se suma la actuación tramposa atribuible, por lo menos, a sus equipos captadores de firmas para acreditar el número de apoyos ciudadanos requeridos; evidentemente beneficiándose por mucho tiempo de información privilegiada al ser miembros distinguidos de la tradicional clase política mexicana, es decir, son:

“Lobos…con piel de cordero.”

napoleonef@yahoo.com

“Tarde o temprano, el tiempo…todo descubre.”

Lo que fue inmediato, casi instantáneo, en el caso de algunos candidatos “independientes” a la presidencia, pues no acababan de celebrar su inclusión a las boletas que se ocuparán el día de la elección, cuando les cayó como un “balde de agua fría” la notificación de que les habían detectado muchas, pero muchas, firmas inválidas del supuesto apoyo ciudadano para participar en la contienda.

Las razones por las que el INE dictaminó descartar una cantidad descomunal de firmas aportadas por los principales aspirantes (Margarita, “El Bronco” y “El Jaguar”), pusieron en evidencia que su paso por los partidos de donde provienen no fue en vano, pues tienen más que aprendidas prácticas como el utilizar firmas falsas o repetidas y credenciales adulteradas, en este caso para acreditar un apoyo ciudadano inexistente, cuando menos en la magnitud con que se jactaron.

El pasado viernes 16 de marzo, el INE dio a conocer la cantidad indignante de firmas descartadas de los tres mencionados y que sólo Margarita Zavala cumplió con los requisitos establecidos por la ley para participar como candidata independiente a la Presidencia de la República, siendoa juicio de la autoridad, la única en acreditar un número suficiente de apoyos ciudadanos válidos, para continuar en la contienda.

Desde luego que las declaraciones de los afectados no se hicieron esperar, “descalificando” su descalificación, pues el dictamen implica poner en duda, injustificadamente, su “honorabilidad” como personas públicas y ampliamente prestigiadas, exhibiéndolos por no acatar las reglas que se comprometieron a respetar desde que decidieron participar en el proceso. En ese sentido creo que la tienen fácil para demostrar su conducta “proba”, si es que deciden oponerse legalmente a la resolución del INE y explicar oportunamente lo que nosotros todavía no alcanzamos a entender: cómo se le pudieron filtrar tantas irregularidades a sus respectivos equipos recolectores de firmas.

Es de señalar la relevancia de la figura del candidato independiente, pues por primera vez en nuestra historia reciente la ley permite la participación ciudadana en las elecciones, sin la necesidad de hacerlo a través de los partidos políticos, lo que sin duda representa un avance importante en el proceso de democratización del país y por tanto la oportunidad de apreciar a personalidades sin las ataduras propias de un sistema de grupos de interés, y que reconozcan como máximo compromiso el adquirido con quienes lo elijamos.

Para la sociedad mexicana no deja de ser una novedad sometida a prueba de fuego, que según algunos analistas ya muestra deficiencias en su regulación, al establecer requisitos que para la mayoría de los aspirantes resultaron inalcanzables y que “curiosamente” propiciaron que solo tuvieran opción real para ser candidatos los mencionados tres, egresados de los partidos tradicionalmente más fuertes, hecho que en mi opinión, es contrario a los propósitos con que la figurase ideó, pues así no podemos hablar de candidaturas independientes. A esto se suma la actuación tramposa atribuible, por lo menos, a sus equipos captadores de firmas para acreditar el número de apoyos ciudadanos requeridos; evidentemente beneficiándose por mucho tiempo de información privilegiada al ser miembros distinguidos de la tradicional clase política mexicana, es decir, son:

“Lobos…con piel de cordero.”

napoleonef@yahoo.com

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