/ lunes 16 de octubre de 2017

Cultura a la Mexicana

"Prometer no empobrece…dar es lo que aniquila".

Y si no que lo digan los habitantes del campamento Colector 13, habilitado en el norte de la Ciudad de México (en la calle del mismo nombre y Avenida Politécnico Nacional) para amparar “provisionalmente” aparte de las muchas familias que lo perdieron todo a causa del terremoto del lejano 19 de septiembre de 1985, y que fueron arrumbar a un terreno ocioso con la clara intención oficial -no es difícil concluir- de olvidarse de ellas, creando un área marginada más, carente de los elementales servicios que se requiere una vida digna, incluido el peso de la discriminación, pues es evidente que la autoridad que le correspondía dar seguimiento a la rehabilitación de los afectados, no hizo su trabajo.

Hablamos de que cumplen 32 años como damnificados del sistema y también de que si este 19 de septiembre recién transcurrido nos acordamos de ellos, fue tan solo porque padecimos otro terrible sismo que sacudió no solo a nuestras edificaciones, para variar mal construidas, sino también a nuestras conciencias, al evidenciar la fragilidad humana ante los fenómenos de la naturaleza que todavía no estamos en posibilidad de controlar.

No es difícil imaginar que en el campamento aquellos ciudadanos que en 1985 eran viejos o adultos mayores -como elegantemente ahora los nombran- en su mayoría ya murieron; los jóvenes se hicieron viejos y por supuesto quienes entonces eran niños, ya son adultos. Tampoco se nos debe pasar por alto que durante ese periodo (1985-2017) celebraron muchos nacimientos en el campamento, desde luego de niños que nacieron damnificados, lo que nos obliga a cuestionar qué entienden las autoridades cuando mencionan el vocablo "provisional".

Durante ese tiempo, las pocas noticias que hemos escuchado del campamento y que no son de nota roja, tienen que ver con promesas incumplidas, a decir de sus habitantes, que cuentan como único recurso la denuncia de sus condiciones de vida, con la esperanza de que los vean con una voluntad verdadera y sin expresiones como las que se escuchan en la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, sin ningún resultado concreto para los damnificados.

El campamento se encuentra en el corazón de la colonia Lindavista, al norte de la Ciudad de México y dentro del ámbito territorial de la Delegación GAM; gobernada por Víctor Hugo Lobo, quien desde antes de asumir el cargo de Delegado, por segunda ocasión, prometió solucionar a la "brevedad" la grave problemática que sufren en el campamento, eso sí, una vez que iniciara su mandato. Tampoco entendemos exactamente a qué medida de tiempo se refería, lo cierto es que han pasado muchos meses desde que se está atendiendo a sí mismo, en las oficinas del gobierno delegacional y seguramente se acordó del Campamento Colector 13, el pasado 19 de octubre, cuando tembló.

El Señor Delegado está más que convencido que hace un buen “trabajo”, a grado tal, que ya levantó la mano para ser, ni más ni menos que el candidato de su partido para gobernar a la Capital de la República, al igual que Claudia Sheinbaum, cuya gestión en Tlalpan también está cuestionada por la tragedia en el Colegio Enrique Rébsamen y las órdenes de clausura irregulares y opacas en el Ajusco. Por lo que no estaría de más, en tanto eso se define, que ambos le dedicarán un poco de su valioso tiempo a cumplir definitivamente sus respectivas promesas, porque, "El que quiera azul celeste...que le cueste".

 napoleonef@hotmail.com

"Prometer no empobrece…dar es lo que aniquila".

Y si no que lo digan los habitantes del campamento Colector 13, habilitado en el norte de la Ciudad de México (en la calle del mismo nombre y Avenida Politécnico Nacional) para amparar “provisionalmente” aparte de las muchas familias que lo perdieron todo a causa del terremoto del lejano 19 de septiembre de 1985, y que fueron arrumbar a un terreno ocioso con la clara intención oficial -no es difícil concluir- de olvidarse de ellas, creando un área marginada más, carente de los elementales servicios que se requiere una vida digna, incluido el peso de la discriminación, pues es evidente que la autoridad que le correspondía dar seguimiento a la rehabilitación de los afectados, no hizo su trabajo.

Hablamos de que cumplen 32 años como damnificados del sistema y también de que si este 19 de septiembre recién transcurrido nos acordamos de ellos, fue tan solo porque padecimos otro terrible sismo que sacudió no solo a nuestras edificaciones, para variar mal construidas, sino también a nuestras conciencias, al evidenciar la fragilidad humana ante los fenómenos de la naturaleza que todavía no estamos en posibilidad de controlar.

No es difícil imaginar que en el campamento aquellos ciudadanos que en 1985 eran viejos o adultos mayores -como elegantemente ahora los nombran- en su mayoría ya murieron; los jóvenes se hicieron viejos y por supuesto quienes entonces eran niños, ya son adultos. Tampoco se nos debe pasar por alto que durante ese periodo (1985-2017) celebraron muchos nacimientos en el campamento, desde luego de niños que nacieron damnificados, lo que nos obliga a cuestionar qué entienden las autoridades cuando mencionan el vocablo "provisional".

Durante ese tiempo, las pocas noticias que hemos escuchado del campamento y que no son de nota roja, tienen que ver con promesas incumplidas, a decir de sus habitantes, que cuentan como único recurso la denuncia de sus condiciones de vida, con la esperanza de que los vean con una voluntad verdadera y sin expresiones como las que se escuchan en la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, sin ningún resultado concreto para los damnificados.

El campamento se encuentra en el corazón de la colonia Lindavista, al norte de la Ciudad de México y dentro del ámbito territorial de la Delegación GAM; gobernada por Víctor Hugo Lobo, quien desde antes de asumir el cargo de Delegado, por segunda ocasión, prometió solucionar a la "brevedad" la grave problemática que sufren en el campamento, eso sí, una vez que iniciara su mandato. Tampoco entendemos exactamente a qué medida de tiempo se refería, lo cierto es que han pasado muchos meses desde que se está atendiendo a sí mismo, en las oficinas del gobierno delegacional y seguramente se acordó del Campamento Colector 13, el pasado 19 de octubre, cuando tembló.

El Señor Delegado está más que convencido que hace un buen “trabajo”, a grado tal, que ya levantó la mano para ser, ni más ni menos que el candidato de su partido para gobernar a la Capital de la República, al igual que Claudia Sheinbaum, cuya gestión en Tlalpan también está cuestionada por la tragedia en el Colegio Enrique Rébsamen y las órdenes de clausura irregulares y opacas en el Ajusco. Por lo que no estaría de más, en tanto eso se define, que ambos le dedicarán un poco de su valioso tiempo a cumplir definitivamente sus respectivas promesas, porque, "El que quiera azul celeste...que le cueste".

 napoleonef@hotmail.com

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